En este fin de semana en Urdaibai, celebrando los 100 años de mi tía Pilar Lekuona Armentia, he revisado las notas de trabajo de un curso de sensibilización que había celebrado en el campus de Donostia de la Universidad de Deusto,durante el verano de 2.008, titulado EJERCICIOS DEL ARTE DE GOBERNAR SEGÚN LOYOLA. AUTOGOBIERNO PERSONAL Y LIDERAZGO SOCIAL.
Dentro de estas notas, me han parecido oportunas para el momento actual las siguientes:
Después del gran éxito que supuso inicialmente la transición democrática, y la gran cantidad de energías movilizadas por el régimen democrático, nuestro sistema político presenta síntomas de falta de vitalidad: aumento de la abstención electoral, desmovilización de los militantes de los partidos, cargos públicos imposibles de cubrir con personas capacitadas, problemas que sólo se resuelven sobre el papel, predominio del ruido mediático sobre el debate de problemas/soluciones, invocaciones a liderazgos carismáticos.
Podría
pensarse que se está agotando una manera
de hacer la política, la de la transición, y está por alumbrarse otra nueva
que responda mejor a nuestras realidades actuales que poco tienen que ver con
las que afrontaron los líderes y las organizaciones políticas en la transición
de la dictadura a la democracia.
En
aquellos momentos, como no podía ser de otra manera, los líderes y las
organizaciones políticas surgieron y se organizaron espontáneamente. Como
plantas silvestres, tuvieron el atractivo de su originalidad genuina y el
inconveniente de la dificultad de su reproducción.
En
el camino de la normalidad del régimen democrático que, afortunadamente
andamos, el sistema político necesita disponer de métodos prácticos para contar con líderes y
organizaciones políticas que conduzcan el desarrollo del país en la nueva era
de la globalización. Y esto no se conseguirá dejándolo únicamente a la
espontaneidad.
La
política, por su alto componentes humano, depende en parte muy importante de la
calidad de sus liderazgos.
Después
del esfuerzo emprendedor de la transición, cabe decir que la burocracia
impregna cada vez más las organizaciones políticas. Sus dirigentes practican un
arte de gobernar demasiado basado en la imposición, poco en la negociación y
casi nada en el consenso. Aquí pueden verse las raíces de los problemas que
evocábamos más arriba.
La
experiencia viene demostrando que se va haciendo necesario eliminar MALAS
PRÁCTICAS POLÍTICAS y conseguir el aprendizaje de BUENAS PRACTICAS
POLÍTICAS; entre ellas la dirección consciente de los resultados
políticos y el desarrollo a medio
plazo de los recursos estratégicos de liderazgo, elaboración y comunicación
política y de empoderamiento de militantes y votantes, dominando el difícil
arte de producir cambios culturales y de comportamientos en las organizaciones
políticas.
Si eliminamos la expresión "normalidad del régimen democrático que, afortunadamente andamos" (2.008), y la sustituimos por algo que describa mejor lo que ahora, en 2.013, estamos andando, todo lo discutido en este curso tiene vigencia, con la dosis de dificultad que ha representado que los políticos se encuentren demasiado alejados de una disciplina de aprendizajes prácticos.
Sigo pretendiendo apoyar a los pocos que sí comprenden que su eficacia viene asociada con sus aprendizajes sobre sus propias prácticas. El próximo 3 y 4 de mayo voy a hacerlo en Barcelona en la tercera edición de la jornada PRACTICAS EFICACES PARA LA GOBERNANZA (gobierno//oposición) LOCAL
El programa y la manera de participar en esta jornada se encuentra en la entrada anterior de este blog.
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