La
eficacia política aumenta si:


La eficacia política no
depende tanto de los conocimientos de los actores políticos como de sus
comportamientos en las interacciones arriba mencionadas, sus prácticas políticas. La experiencia de 30 años de régimen
democrático aporta suficiente material de prácticas políticas y la aplicación
del análisis comparativo, a través
de lo que más arriba hemos llamado evaluación política, permite distinguir entre buenas y malas prácticas.
Lo que puede
mejorar los resultados de una organización política es la superación de
las malas prácticas por buenas prácticas, y una tarea importante de su
dirección es llevar a cabo conscientemente esta superación, probablemente
mejorando también sus propias prácticas.
Para
que esta superación tenga lugar se necesita, inicialmente, superar la formación
de corte académico/intelectual, que ha de venir completada por el aprendizaje
de buenas prácticas que sustituyen a las malas. Esta sustitución ha de tomar la forma de un entrenamiento en las
prácticas, más próximo a un entrenamiento deportivo que a una clase escolar. El
número de buenas prácticas a entrenar, probablemente, no pasarán de un
centenar, referidas a todas las interacciones que se han mencionado más arriba
en este documento.
Las
buenas prácticas pueden formar un LIBRO BLANCO DE LAS BUENAS PRÁCTICAS
POLÍTICAS, eventualmente definidas en contraposición a otras malas, y
clasificadas por los tipos de interacciones arriba mencionadas.
El
punto de partida de este análisis comparativo se encuentra en clasificar los
municipios en función de que hayan mejorado los resultados anteriores, los
hayan mantenido o los hayan empeorado.
A
estos efectos, convendrá también clasificar previamente los municipios en
pequeños, medianos y grandes, ya que el diferente tamaño obliga a diferentes
formas de organización y, por consiguiente, diferentes prácticas.
El
trabajo con los equipos que han conseguido buenos resultados y pueden dar
cuenta de buenas prácticas, persigue hacer de esos equipos unos prácticos reflexivos, proporcionándoles
oportunidades, instrumentos y ayuda con que habitualmente no cuentan. Un
arranque de ello puede venir dado por el apoyo a que lleven a cabo un autodiagnóstico personal de los
comportamientos políticos en su municipio, y elaboren un capítulo de buenas prácticas/ situaciones de
aprendizaje como fruto de un trabajo colectivo.
Este
trabajo debe conducir también a elaborar planes
de mejora de la dirección política, respondiendo a indicios de
debilitamiento de las buenas prácticas, atendiendo a secciones electorales que
necesiten mejorar los resultados, la atención a nuevos votantes y residentes, y
previendo la sucesión de ejecutivos y cargos públicos relevantes.
El
juego sucesivo de autodiagnósticos
personales/trabajo colectivo, y planes de mejora de la dirección política, a lo
largo de un mandato, va dando lugar a la mejora de los instrumentos y de la
capacidad de reflexión sobre la práctica de estos equipos.
De
estos equipos habrá que obtener los entrenadores
que se harán cargo de ayudar a la sustitución consciente de las malas
prácticas por las buenas.
¿Cómo encajar en esto la preocupación por la
comunicación de los político
La dificultad de
comunicarse de los políticos, no surge, muchas veces, tanto de una dificultad
en la práctica de la comunicación, como de otros factores que el político no
controla y merman su capacidad normal de comunicación.
Externamente, puede
apreciarse que un político se comporta con torpeza cuando se trata de persuadir
sobre las propias ideas o comportamientos, o cuando no sabe afirmase, o cuando
su argumentación es limitada o cuando no reacciona con energía frente a ataques
de otros.
Con frecuencia, detrás de
esta torpeza hay un conjunto deficiencias/faltas de aprendizajes que son la
consecuencia de que los políticos
adquieren sus prácticas de un modo espontaneista y no como consecuencia de una
dirección consciente.
La práctica política, los
comportamientos que conducen a la eficacia o a la ineficacia en la tarea
política no pueden aprenderse en los libros. Sólo cuando la reflexión sobre
comportamientos eficaces/ineficaces en la práctica es registrada, analizados y
asimilados por una persona o un colectivo de personas – como un partido – puede
decirse que se pueden escribir LIBROS DE BUENAS PRÁCTICAS POLÍTICAS que pueden
ayudar a mejorar.
Observando la experiencia
puede considerarse que los siguientes pueden ser componentes de una práctica
eficaz que un político debería intentar dominar o que su partido debería
ayudarle a hacerlo:
q Cómo
escuchar. Cómo montar una estrategia de intercambio sobre lo escuchado.
q Cómo
identificar, comprender y seguir a los votantes.
q Cómo
coaligarse de modo maduro.
q Cómo
modelizar una realidad para comunicarse: visiones, planes, proyectos/
evaluación.
q Cómo elaborar
una política para priorizar las actuaciones, delegar su ejecución de modo
responsable y conseguir que los ciudadanos perciben el valor público que se le entrega
o va a entregar.
q Cómo diseñar
unos procesos de acción, ponerlos en práctica y evaluar sus resultados.
q Gobernar:
diferentes formas de intervenir en la gobernanza – político, director
profesional, asesor...
q Estilos de
gobernanza: mando, negociación, construcción de consenso.
q Estructuras
organizativas: la cúspide estratégica, las unidades de prestación de servicio y
gestión de “clientes”, unidades intermedias – unidades de mercados, grupos de
clientes, de funciones.
q Cómo aplicar
e interpretar las leyes. Cómo elaborar normas para gobernar/dirigir.
Cuando un político trabaja
con un aprendizaje insuficiente sobre cómo hacer estas – y algunas más - cosas,
es normal que esté inseguro. Para personas sensatas es normal: están actuando
con una gran falta de dominio sobre su realidad y una gran inseguridad sobre lo
que puede conseguirse y lo que puede pasarles por el camino.
Como los partidos no
suelen dedicar esfuerzos a acumular sus buenas prácticas y a enseñarlas a los nuevos,
a veces se recurre al atajo de “enseñarles a comunicarse”, generalmente en un
solo sentido. A la gente que se ha acostumbrado a estas prácticas, le suele
resultar sorprendente que se les diga que tienen que identificar a sus
interlocutores y comunicarse con ellos en dos sentidos.
Algún partido llega a
entrenar a su gente para que “mientan sin sonrojarse” y “digan lo que les
interesa sin importarle lo que les digan los demás”. Este es un caso extremo de
una tendencia que es bastante general: que los políticos suelten su discurso sin saber muy bien lo que
dicen ni a quién se lo dicen.
Creo que sería sensato que
para conseguir que los políticos hagan un buen papel y, partiendo de personas
con buenas inclinaciones, se les entrene en dominar las práctica políticas que
deben contener en si mismas el dominio
de las interacciones que comportan, y después se les entrene en habilidades
comunicativas, cuando saben dónde están, qué y cómo hacer lo que les va dando
un dominio de la situación y buenos resultados en sus acciones.
El aprendizaje de buenas
prácticas políticas por parte de los directivos y de los cargos públicos
constituye uno de los recursos clave para el desarrollo de un partido político.
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Vamos a tratar sobre estos temas en el NUEVO seminario "Dirigiendo con Eficacia la Campaña de los +/- 143 días", en Valencia los días 12(tarde) y 13 (mañana). El programa y las condiciones de participación están en los eventos de Google.
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