Las
direcciones de los partidos, en su deriva autoritario-burocrática, a fuerza de
no hacer auténtica evaluación, han dejado que se desarrollen colecciones de
malas prácticas que han desmovilizado las redes partidarias, generado
abstención de los votantes y aun desafección de los mismos.
Y ahora
cuando llegan unas elecciones creen que basta con “vender” un candidato y un
programa y atacar a los demás para recuperar las redes, los votos y la
confianza perdida.
Pero la experiencia reciente, está demostrando que esto no
es así y que las campañas más elaboradas ni las propuestas más atractivas, ni
los candidatos más heroicos, ni lo malos que son los “otros”, llegan a
neutralizar el efecto devastador que las malas prácticas propias tienen en los
propios resultados políticos.
Una evaluación somera de practicas/resultados permite
identificar dónde y cómo se han ido perdiendo las redes, los votantes se han
abstenido – y ahora, están dispuestos a pasarse a otras opciones – y cómo se ha
ido extendiendo la desconfianza y la desafección.
Un periodo electoral, con la mayor sensibilización a los resultados entre activistas y votantes, puede ser precisamente un buen momento para pensar en evaluar las practicas existentes e ir ensayando introducir elementos de dirección consciente en ellas.
Identificar buenas prácticas en términos de activistas coaligándose conversando con líderes de los votantes; propiciar que estos activistas "buenos prácticos" reflexionen sobre sus prácticas y lleguen a discriminar las malas de las buenas prácticas;entrenarlos para que pasen de ser buenos jugadores a entrenadores; entrenar así a dos o tres activistas por entrenador "entrenado", empieza a ser un buen círculo virtuoso de revitalización de un capital social partidario.
Naturalmente, este proceso no se culmina en esta campaña pero es un comienzo sólido, que va a producir ahora mismo resultados y que sienta bases sólidas para futuros desarrollos.
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