Lo que no deberíamos dejar de hacer en estos 100 dias
1.- Conversar intensamente para coaligarse
2.- Preparar el aterrizaje en las instituciones para no romperse la crisma y si controlarlas y alinearlas con la política.
3.- “Sacar el voto” para no perder finalmente ninguno favorable
3.- Asegurándonos de llevar a las
urnas los votos de los favorables y de
lograr su apoyo para llevar a otros (“get-out-the vote”).
Más
de un puesto de concejal y hasta alguna alcaldía se han perdido por uno o por
muy pocos votos. Y es fácil que hasta un
8/10% de los votantes favorables no acudan a la urnas el día D, por muchas
razones que casi todos conocemos. Por ello, se va aconsejando adelantar votos por correo de personas
que tendrán dificultad real en acudir a las urnas en ese día.
El último mes de la campaña debe incorporar actividades que
tengan en cuenta la diferencia entre conseguir
una actitud favorable hacia unos planteamientos/candidatos y la decisión de
acudir a votar.
Las
actividades de “sacar el voto” (“get-out-the vote”) son especialmente
transcendentes en aquellas elecciones en que existe cierta apatía por parte de los
electores, y se prevé una baja participación. Pero a ningún partido le interesa
aumentar indiscriminadamente esta participación. Se trata de conseguir que vayan a votar, las personas
que pueden considerarse favorables. Esto debería implicar que a estas
alturas de la campaña, habría que contar
con una buena identificación de los votantes en las secciones electorales
priorizadas. Y sino, habría que considerar si es posible completarlo en los
días inmediatos.
A
la hora de diseñar las actuaciones que pretenden asegurar que los votantes
favorables acudirán a las urnas, habrá que tomar en cuenta la gran diferencia de impacto que van a tener los contactos personales
con esos votantes con respecto a los contactos impersonales de la comunicación
unidireccional. A pesar de lo que es muy frecuente gastar una gran cantidad
de dinero en acciones publicitarias y mítines que no tienen ningún efecto claro
en “sacar el voto”.
Las visitas
casa por casa y las llamadas telefónicas por amigos y vecinos – mejor si
son líderes de opinión – son los medios más eficaces. Aquí tienen un papel
clave los equipos de sección electoral y de barrio. También pueden ser de buen
impacto, reuniones de grupos pequeños –
no más de 20 personas – donde se debatan temas como “el barrio que queremos” en
lugar de grandes mítines como soporte de discursos unidireccionales, que pueden
tener, por otra parte, un efecto euforizante contraproducente.
Las conversaciones
Los candidatos, los
dirigentes y los eventuales entrenadores de campo pueden conseguir efectos positivos implicándose en pequeñas reuniones
y contactos personales con miembros de equipos de barrio y líderes de opinión
de los votantes actuales y potenciales.
Las conversaciones deben
de proporcionar comparaciones de programas y candidatos, evidencias de la
congruencia del partido/candidatos con los valores comunes, aclaraciones y
concreciones sobre el “barrio/municipio que queremos”, visiones globales que
sirvan para compensar comparativamente los puntos débiles de “nuestro producto político”.
¿Me dejas que el día 22, si no has ido a votar a
las 4 de la tarde, te llame para recordártelo?
Una pregunta de este
estilo – acomodada a la relación existente en cada caso – puede servir tanto
para verificar que el votante es realmente favorable, como para obtener el permiso sin el que no es
prudente llevar a cabo los recordatorios de los que hablaremos.
Los interventores
Las meses donde votan los
electores de las secciones electorales priorizadas deben contar con dos
interventores, que puedan turnarse en seguir la votación y registrar los
nombres de los votantes, que deben recibir ahora el entrenamiento adecuado.
El interventor representa
explícitamente al partido en la mesa. Conviene, pues, que lleve bien visible lo
que sirve para identificarle como tal. Será también importante que muestre un
aspecto congruente con lo que los votantes propios pueden esperar y un talante
sonriente, sobre todo en las mesas predominantemente no favorables. A este
respecto, es corriente observar que los votantes propios, tienden a sonreír al
interventor cuando se acercan a la mesa. En ese caso, puede ser útil probar a
intercambiar sonrisas verificando si nos está mandando un mensaje de
complicidad y anotar el nombre del votante. Podremos comprobar después si ya lo
teníamos registrado como favorable. En todo caso, este primer contacto visual,
puede profundizase mas adelante, si el interventor vive en la misma zona y
participa más adelante en un papel de militante activo.
Lo mejor es contar con dos
interventores por mesa, uno que anota y otro que ayuda y conversa con los
votantes fuera de la mesa.
El día D
Los responsables de
equipos de barrio y sección electoral se habrán ocupado de calcular el número
de personas – y teléfonos - que
necesitan para recordar telefónicamente a los votantes favorables que han dado
permiso para ello su compromiso, y contar con medios de transporte y guardería.
Los interventores,
entrenados para ello, a la hora establecida, darán cuenta de quiénes ha votado
y quiénes no, y los equipos telefónicos llevarán a cabo los recordatorios,
ofreciendo, en lo necesario, ayuda para el transporte a los colegios, o
guardería a niños o personas necesitadas de ello.
Las listas punteadas de votantes son un instrumento
de valor a la hora de analizar resultados y los interventores pueden
convertirse en agentes de campo muy útiles en una estrategia de campaña
permanente.
Próximo NUEVO seminario sobre este tema en Valencia, Barcelona y Madrid
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