Política y aprendizajes
colectivos
La parte más
importante de la política, la que tiene más repercusión en la eficacia de
un gobierno, de un partido o de un líder, tiene
que ver con el aprendizaje. No será muy exagerado afirmar que lo que no es
aprendizaje en la política, es más bien administración, algo que podría
delegarse en funcionarios, si se puede contar con directivos entre ellos.
Antes de describir mejor qué tipos de cosas entran en estos
aprendizajes de la política, merece la pena detenerse un poco en las implicaciones que para la práctica política
acarrea el hecho de que estos aprendizajes tienen un condicionamiento colectivo
muy importante: en política local no hablamos sólo de aprendizajes de cada
uno de los actores individuales que intervienen en ella, sino, al mismo tiempo
del aprendizaje de cada uno de los actores colectivos – partidos, grupos
municipales, asociaciones, redes de problemas, concejales, técnicos.
Como cada uno de estos actores puede tener unas motivaciones
y unos estilos muy diferentes para aprender, el liderazgo de la gobernanza local debe planear cuidadosamente sus
procesos de decisión, para asegurarse que no provoca actitudes negativas en
personas cuyo acuerdo le interesa, por no tener en cuenta esas diferencias.
Es fácil, y poco práctico también, achacar esas actitudes negativas a otras
intenciones; pero, como profundizaremos más adelante, un buen enfoque de los procesos de decisión como un
aprendizaje de la realidad política ayuda a lograr consensos que de otra
forma son más difíciles.
La realidad a aprender
Muchos de los actuales procesos de decisión con que se
encuentra un político en un gobierno local son contradictorios con el
aprendizaje de la realidad política.
Con frecuencia se proponen soluciones a problemas que no se
conocen bien, y, con frecuencia, ni siquiera están formulados de modo
suficiente.
Una decisión política eficaz tiene que despejar tres tipos
de incógnitas, cuya respuesta forma la realidad política:
ü
Los valores de los que toman la decisión y los
que las van a evaluar, en cuyo contexto pueden establecerse los problemas a
resolver/ objetivos a alcanzar.
ü
La eventual intervención en los resultados de
otros actores cuya actuación puede
influir en el éxito o fracaso de la decisión.
ü
Las actuaciones, tecnologías o metodologías de
trabajo que presumiblemente van a servir para lograr los objetivos.
Los más frecuente es invertir en soluciones técnicas, las
respuestas a las incógnitas del tercer tipo, y muy poco en las respuestas a los
otros dos. Así parece que se es más operativo, pero los conflictos, dilaciones
y vueltas atrás que esto suele originar, más bien sugiere que la realidad suele
ser tozuda, y eso sin contar con el riesgo de una evaluación final desfavorable
por parte del juicio sin apelación de las elecciones.
En todo caso, una decisión centrada en soluciones técnicas,
sin referencias a los valores de los ciudadanos y sin ponerse de acuerdo en una
cierta priorización entre ellos, puede ser objeto de muchas discrepancias entre
políticos, si cada uno de ellos se refiere de modo implícito a un modelo
distinto de estos valores que no se discute. Una situación así sólo puede
resolverse de un modo autoritario más o menos visible.
Lo mismo puede ocurrir si no se integra en el proceso el
conocimiento y negociación con los otros actores que tienen incidencia en la
gobernanza local
Para un gobierno, aprender conjuntamente estas realidades
descuidadas puede ser una oportunidad muy práctica de ponerse de acuerdo en
criterios y priorizaciones, y en adquirir una independencia de criterios con
respecto a los técnicos y sus soluciones.
Vías de mejora
La eficacia política
depende del grado de consenso que se logre con una mayoría de ciudadanos alrededor
de una actuación de liderazgo de la ciudad, a partir de un gobierno y un(os)
partido(s).
Lograr tal consenso requiere identificar cuál es esa mayoría
y, en ocasiones, ayudarle a identificar y priorizar sus valores/necesidades.
Este puede ser un proceso largo que vaya ganando la confianza de esos
ciudadanos y los vaya implicando en decisiones, al mismo tiempo que se va
logrando conocer los valores que esperan obtener del liderazgo de la
gobernanza.
Un buen camino para
que los ciudadanos interesados vayan conociendo la realidad municipal, al
mismo tiempo que sus valores, es solicitar de ellos la evaluación de las actuaciones municipales que se van llevando a
cabo.
A este respecto, la elaboración y entrega de informes
entendibles sobre lo realizado, la celebración de debates plenarios sobre el
estado de la ciudad y sobre las realizaciones anuales, la celebración de
sesiones de evaluación sobre los programas y realizaciones, pueden ir creando
los aprendizajes necesarios en los ciudadanos. En paralelo, obtener de grupos de ciudadanos, agrupados
por barrios/distritos o por intereses, la identificación y priorización de
necesidades, y la priorización de alternativas de respuesta a las mismas,
completa el círculo de estos aprendizajes para obtener la movilización de una
ciudadanía activa. Detrás de esta movilización deben tenerse en cuenta algunas
cuestiones políticas adicionales.
La participación de los políticos locales en estas
operaciones, y la difusión entre ellos de la información generada, aporta un eje de aprendizajes para los propios políticos
sobre la realidad política.
El gobierno y sus miembros
tienen, a su vez, dos ejes de aprendizaje que pueden entremezclarse con el de
los ciudadanos. En estos ejes sus aprendizajes pueden tener lugar conjuntamente
con sus directores y asesores.
El primer eje radica en la
construcción, a medio plazo, de los
sistemas de gobierno – es decir soportes de información regular y formas de
decisión pactadas – que van progresando desde una descripción de lo que sucede,
a una evaluación de ello en función de unos objetivos, a una programación para
obtener esos objetivos, a una planificación a 4 años para definir y priorizar
objetivos, a una planificación estratégica para acordar un futuro ideal para la
ciudad y sus ciudadanos. Este progreso tiene lugar en etapas sucesivas de
visualización de actuaciones/recursos, productos, resultados sociales. Los
ciclos de evaluación y programación/ planificación son cuatrimestrales y
anuales.
El segundo eje, pretende resolver las dificultades de decisión que se plantean antes de que los
sistemas de gobierno estén desarrollados y sobre todo en la fase de ejecución de decisiones singulares importantes que,
procediendo de períodos anteriores, no integran en sus planteamientos todas las
realidades políticas. Para ello, pueden utilizarse las metodologías del
proyecto estratégico y de la programación funcional para completar un marco de
decisión que favorezca el aprendizaje de los políticos, técnicos y ciudadanos
interesados en deliberaciones y planteamientos de alternativas que acerquen al
consenso práctico.
Aproximándose a la coalición
por el aprendizaje conjunto.
Si se pretende mejorar
la eficacia política, por medio de coaliciones
más amplias y maduras, tanto las decisiones puntuales, como los sistemas de
gobierno que sirvan para integrarlas en un conjunto coherente, deberán prever el tiempo necesario y los soportes de
información adecuados para favorecer que cada participante aprenda una visión suficientemente compartida de la
realidad, a partir de su peculiar estilo de aprendizaje y respetando sus
motivaciones al respecto.
Para conducir estos procesos, puede ser necesario que el líder de la gobernanza, prevea su propio
proceso previo de aprender sobre la realidad política y las realidades de los
demás participantes, para ser capaz de diseñar después unos procesos de
decisión que cumplan con la condición de favorecer el aprendizaje compartido. A primera vista puede parecer
más largo; pero en la práctica casi nunca lo es.
-----------------------------------------------------En breve, anunciaremos seminarios sobre estos temas
No hay comentarios:
Publicar un comentario