En
la última legislatura se han dado muchas quejas sobre los gobiernos de
coalición. Estas quejas tienen que ver con
que la preparación y gestión de las mismas coaliciones no se han llevado
a cabo de un modo suficientemente cuidadoso. A pesar de ello, no parece que en la legislatura que inauguramos, se estén tomando medidas para que esa preparación y gestión sean mejores.
De
entrada, es interesante llamar la atención sobre que no puede darse una
coalición suficientemente madura, entre unos partidos que estén pensando en
crecer a costa de los votos de los otros coaligados. Hacer un pacto de cómo
“crecer juntos” – que es lo que significa coaligarse – debería basarse en un
estudio conjunto de los mapas electorales y de acuerdos sobre estrategias
electorales que impliquen los menores conflictos entre los coaligados, y, en
todo caso, que el tratamiento de estos conflictos se acuerde de antemano.
Si
para poder tener el gobierno es necesario que éste sea plural, sus componentes tienen que creérselo y esto no es posible si
guerrean entre ellos y mantienen actitudes muy negativas entre sí. Hay todavía
muchos votos a conquistar entre los abstencionistas de unos y de otros, sin
necesidad de crecer sólo a costa de un coaligado.
Precisamente,
en segundo lugar, la organización de un gobierno, sea de coalición o no,
debería asegurar que los concejales tienen tiempo para conquistar esos votos.
Votos, que no se van a conseguir por hacer una buena gestión de un área
municipal o de la administración de que se trate, sino trabajando, en
coordinación con el colectivo del partido, identificando a los votantes
actuales y potenciales y acompañándolos y prestándoles servicios políticos,
entre ellos ,ayudarles a priorizar sus intereses y responder a los mismos.
Para
tener tiempo con el que trabajar políticamente, ningún político debe asumir la
gestión de un área, sino que debe contar con un director profesional que la
asuma bajo las directrices políticas del gobierno. Cabe también pensar en
puestos de teniente de alcalde y político sin cartera, o que recibe la
encomienda de un proyecto específico importante. Uno podría ser obtener un
consenso de los ciudadanos sobre el futuro desarrollo del municipio, de acuerdo
con las reglas del urbanismo de consenso.
Todas
estas cuestiones, junto con los recursos para asesores, forman parte del pacto
de coalición
La negociación de la coalición, sin embargo, no
puede limitarse a enunciar un programa conjunto y repartirse los puestos del
gobierno de la administración o de los parlamentos y un número de puestos
retribuidos.
Una
buena preparación de esta negociación, requiere pensar de antemano y luego
negociar algunas cosas más importantes:
ü
Definir de
antemano los temas en los que no se está de acuerdo y qué comportamientos en
estos casos no son contrarios a la coalición. Estas reglas deben hacerse
públicas junto al acuerdo de la coalición.
ü
Las
Departamentos o Concejalías no pueden estar encapsuladas. Hay demasiados temas
transversales que no permiten que ciertas decisiones sean competencia exclusiva
de una concejal. Estos temas deben identificarse y establecer reglas para las
decisiones que tienen que ver con ellos. Por otro lado, no hay que olvidar que
un miembro de un gobierno de coalición puede arrogarse el mérito de toda la
acción de gobierno que favorezca a sus votantes, ya que la coalición es la que
ha permitido sacar esas cosas adelante. Es tonto dejar que el alcalde
capitalice toda la acción del gobierno y sus socios sólo aquello que gestionan
directamente. Porque en cambio, recibimos la reacción negativa de nuestros
votantes, por las acciones de nuestro socio, disonantes con nuestras propuestas
o ideología.
ü
Diferenciar
los temas que se saben cómo llevar a cabo, de aquellos que contienen tantas
incógnitas/conflictos que deberían ser objeto de un tratamiento conjunto por
todos los miembros de la coalición antes de convertirse en un programa
operativo de un Area. Entre estos temas se encuentra la inmigración y algunos
otros que no será difícil detectar. Un grupo de proyecto estratégico que
llevara a cabo esta operación , debería estar formado por miembros de todos los
partidos, así como por expertos y representantes de grupos de interés
ü
Unas reglas de
juego simples y claras deben establecer cómo se toman ciertas decisiones
relevantes para todos, como las presupuestarias – incluida la transparencia que
permita que todos comprendan los presupuestos y los nombramientos de cargos y
cómo se usan los medios públicos de información – encuestas - y comunicación – TV, radio y periódicos
públicos y el acceso a los medios privados, de modo que nadie saque una ventaja
indebida.
Una
reflexión sobre la experiencia de la legislatura anterior – y también quizá una
lectura de la literatura política al respecto – puede ayudar a completar estas
observaciones sobre las cosas adicionales que tiene que incluir un pacto de
coalición y que deben ser objeto de la preparación de la negociación.
Un
aspecto que, en todo caso, no deberá faltar es acordar cómo se gestionará la
coalición, o dicho de otra manera cómo se tratarán los conflictos que,
necesariamente van a surgir. Un grupo formado por miembros de los partidos que
forman la coalición, con características e inclinaciones como mediadores (“brokers”)
debería ser un órgano permanente, con la misión de resolver productivamente
estos conflictos.
Si
la premura de los plazos no permite pactar todo esto con suficiente detalle,
debería de alcanzarse un acuerdo de principio y seguir negociando hasta el
detalle necesario antes de ponerse a andar en el gobierno.
También
sería sensato ir pensando en un trabajo de creación de una cierta cultura común
entre los socios del gobierno, si se quiere contribuir a que la coaliciones
sean más maduras y estables.
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