Este esquema conceptual es un avance para que cada equipo político elabore su propio esquema que le habilite para saber colectivamente dónde está y que hacer al respecto, pensando en los resultados de 2.019
1.- Hay bastantes –
y quizá muchos – gobiernos que están atrancados en sus intentos de controlar la
Administración.
En
el mejor de los casos lo están consiguiendo y solo parcialmente, a costa de un
gasto personal muy alto de los políticos. Los políticos gastan demasiado tiempo
y esfuerzo en batallas que nunca deberían librar con los habilitados
nacionales, los técnicos y los sindicatos.
Algunas
de estas prácticas pueden ser, a la vez causa y efecto de esta situación:
· El poder institucional
del gobierno se pierde en buena parte cuando balkaniza su organización política
en concejalias funcionales para controlar los departamentos de la
administración. Ese poder solo lo podría recuperar un “alcalde fuerte”, que es
un caso poco frecuente ahora.
· Otra parte de ese
poder se pierde por el ejercicio predominante del poder personal y la
arbitrariedad, y la falta de desarrollo de reglas y sistemas organizativos para
conseguir resultados.
· Ni siquiera se
utiliza la virtualidad que da el marco legal a los presupuestos anuales, al
basarlos en una estructura económica del gasto y prestar poca atención al valor
que, para definir política, dirigir de modo eficaz/ eficiente y comunicar,
tiene una estructura funcional, analítica hasta el nivel de actividad.
· Los políticos
tienden a controlar la gestión, cuando no a ejercerla personalmente, o por
personas de confianza no profesional. Así se malgasta unos recursos humanos de
funcionarios que, normalmente, deciden por debajo de su capacidad, y entre los
que no se estimulan capacidades de dirección. Y la gestión así es poco
eficiente y de una calidad no excelente
2.- También se
pierde mucho poder institucional, si hay al frente gobiernos que logran
mayorías aritméticas que se basan en coaliciones poco maduras.
Estas
coaliciones poco maduras- con pocas metas comunes y alto gasto de energía en
conflictos internos que no se resuelven – pueden darse, y de hecho, se han dado
en gobiernos de un solo partido con mayoría absoluta. Y se están dando en los
gobiernos de coalición de partidos y en los gobiernos minoritarios consecuencias
de las elecciones de 2.015.
Algunas
de las líneas de análisis para comprender estas situaciones pueden ser
· Se coaligan las
personas, antes que los grupos o los partidos.
· Coaligarse es una
práctica contradictoria con la imposición/mando que es la práctica más
extendida.
· Las negociaciones
que pueden llevar a una coalición madura, requieren mucho más tiempo para su
constitución y mantenimiento que los que
habitualmente se les dedica.
· En la medida que
los partidos que se coaligan no visualicen ni compartan la realidad
político-electoral del municipio, lo más habitual es que cada uno esté pensando
en “robarle la cartera” a algún socio.
· Operativamente,
faltan reglas sobre cómo tratar los desacuerdos, cómo tomar decisiones sobre
asuntos globales, como presupuestos, nombramientos, protagonismos o
comunicación.
· La estructura
política por concejalías funcionales balkanizadas contribuye a hacer más
difícil la madurez de las coaliciones.
· Muchos de los
votantes de cada partido no entienden bien lo que significa un gobierno en
coalición o minoritario y se hace poco por educarles en ello.
3.- Los riesgos de
no mejorar/empeorar los resultados en 2.019 vienen tanto de estas prácticas
ineficaces de gobierno de las instituciones como de otras que tienen que ver
con las relaciones entre los grupos institucionales y sus partidos, y con la
popia dirección de los partidos.
· Con frecuencia se
ha desmantelado el partido para ocupar los cargos públicos, y en esa operación
se han generado tensiones competitivas que no se regulan adecuadamente.
· La absorción de los
cargos públicos por la gestión municipal hace que, con mucha frecuencia,
abandonen el cultivo de las redes partidarias que les dieron el cargo,
incluidos los militantes del partido.
· Los partidos
consumen una proporción alta de sus energías en las maniobras de competencia interna y practican más un
marketing de venta que de orientación al votante, más alrededor de cada campaña
electoral que en una campaña permanente.
· La mentalidad y
prácticas de dirección más frecuentes en los partidos son las autoritario -
burocráticas, que tienden a reducir su poder organizativo real, expulsando
activistas y tendiendo a reducir a los militantes a “soldaditos burocráticos”.
· La comunicación
política suele ser unidireccional, no se escucha antes de hablar. Se entrena
para hablar en público y no a conversar.
· La desafección
política y la proporción creciente de “voto suelto” y la decreciente del “voto
apalabrado”, explica la falta de sostenibilidad de los resultados.
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SEMINARIOS: Aplicación Inteligente del Derecho; Cómo leer y controlar el presupuesto; Desarrollo de la Dirección Pública Profesional y Autónoma; Prácticas de Gobernanza Eficaz
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