LAS
PRÁCTICAS PARA NO PERDER/GANAR VOTANTES
Documentación
de la
SESIÓN
INTRODUCTORIA
Síntesis
operativa
Primeras
hipótesis básicas
¿Por
qué hipótesis?
Todos estos textos tienen como propósito que cada persona interesada experimente en su práctica los comportamientos que
prescriben, y para ello sugieren ciertos cómos para llevar a cabo estos
experimentos. .Cada persona interesada deberá completar estos cómos con
aquellos que requiere cada situación en que va a experimentar. A la vista de
los resultados obtenidos cada persona llegará a la conclusión acerca de si las
hipótesis se han confirmado y pueden ir formando una colección de tesis sobre sus “buenas prácticas”.
Resultados.
Votos apalabrados
La preocupación íntima por no perder/ganar votantes
diferencia nítidamente al activista (o militante activo, como hemos llamado en
otros lugares), de otros tipos de miembros de partidos como son los que se
preocupan por lograr/mejorar sus cargos
públicos/partidarios, o los que hemos llamado ateneístas (cuya preocupación es alimentar la ilusión de cambiar el
mundo con palabras), o los “soldaditos
burocráticos” que todo lo esperan de arriba.
Esta preocupación la puede cifrar, a corto plazo, en los resultados de votantes, donantes y
voluntarios que se consiguen en cada cita electoral, como consecuencia de las
prácticas ejecutadas en cada mandato y la campaña anterior.
Y al mimo tiempo le hace acercarse personalmente a los votantes, y también a los donantes y
voluntarios, para conseguir directamente
sus compromisos favorables y no dejar esos resultados al albur de campañas mediáticas o digitales, o en la confianza exclusiva del impacto de líderes, programas o
acontecimientos por encima su esfera de acción. .
Ejercicio
nº 1.- Para orientarse a los resultados
El
tiempo y el cultivo intensivo de un área acotada
La falta de tiempo aparece bastante pronto cuando se
empieza a hablar de trabajar personal y directamente a los votantes actuales y
potenciales. Un militante de un partido que tenga su trabajo profesional aparte
de la política es verosímil que no pueda dedicar más que alrededor de unas 4/6 horas semanales a esa
actividad. Si pensamos en un cargo público, cabe pensar que es capaz de
organizarse para conseguir disponer de unas 13/20 horas semanales, si quiere. Y en caso de contar con
organizadores/entrenadores contratados para ello, la cifra puede llegar hasta a
40/50 horas, según se organice.
En todo caso, “apalabrar el voto” requiere, como iremos
viendo, un cultivo intensivo/permanente que habrá que organizar.
La administración electoral, nos ofrece una organización
territorial, en base a secciones
electorales que, a cambio de ciertas divisiones arbitrarias, cuenta con
unidades relativamente pequeñas en la base – 1.000 electores, aproximadamente –
y un registro de votos y abstenciones fiable, junto a una posibilidad de
análisis sociodemográfico de cada sección electoral, de una calidad condicionada a la del censo
electoral. Lo que permite contar con un buen sistema para medir el impacto en los resultados de las acciones que se
lleven a cabo.
Una sección electoral con 1.000 electores puede llegar a
registrar 600/700 votantes y un partido
haber obtenido entre 100/200 de ellos, de los cuales 10/20 serán líderes de
opinión, influyentes en las actitudes y los comportamientos de los demás.
Cultivar para mantener el compromiso favorable de estos votantes y sus líderes
de opinión, requerirá a primera vista de
unos 2/4 activistas.
El activista deberá comenzar su posición estratégica en el
cultivo de sus votantes de una sección electoral, preferiblemente aquella en la
que esté empadronado. Si en esa misma
sección electoral están empadronados otros activistas también, podrán formar un
grupo de trabajo y, si están de acuerdo, llevar a cabo conjuntamente este
entrenamiento. En el caso de que el activista sea el único de su sección
electoral, se propondrá como primer trabajo constituir ese grupo de
voluntarios, partiendo de los votantes identificados, siguiendo pautas que
veremos más adelante con vistas a constituir unas comunidades de votantes.
En este punto se va abriendo un proyecto de la sección
electoral con tres ejes:
Ø El
estudio histórico de los resultados políticos a lo largo, al menos, del último
ciclo electoral, intentando explicar el funcionamiento de votantes, donantes y
voluntarios.
Ø El
comienzo de la identificación uno a uno de abstencionistas, votantes, líderes
de opinión, voluntarios a través de la propia experiencia del activista y sus
relaciones.
Ø La
identificación de los lugares donde se reúne la gente y habla de política. En este caso, si es necesario se podrán
traspasar los límites de la sección electoral si un lugar de encuentro reúne
gente de espacios más amplios que la sección electoral, como un barrio. En la
medida que esos lugares se van identificando el activista hace por ser aceptado
en sus reuniones, con el objetivo de comprender la dinámica social que en ellas
se genera – quien habla, quién escucha a quién, sobre qué – adoptando un rol inicial
casi exclusivamente de escucha.
Ejercicios
nº 2 Acotando el terreno de juego
Identificando
a los votantes y a sus líderes de opinión. Hacia las comunidades de votantes.
Cuestiones. Servicios Políticos.
Con frecuencia, una buena mayoría electoral se consigue
con no más de un tercio de los electores. Si una organización política aprende
a identificar a sus votantes actuales y potenciales y a sus líderes de opinión,
podrá centrar su escucha y sus respuestas en ellos. Así podrá entender mejor
sus preferencias y mantener una comunicación más intensiva. Esta identificación
va a permitir descartar del orden del 50% de los electores, como fuera del
blanco de la acción política.
Muchos militantes consideran imposible identificar a los
votantes. Traslucen así su falta de compromiso con no perder/ganar votantes. El
activista no encuentra difícil ir encontrando votantes en su vida diaria,
porque básicamente está al tanto de interpretar sus conversaciones normales, y
su actitud de escucha le lleva a conocer
las actitudes de sus interlocutores.
Su presencia en los lugares en que la gente habla de política, que hemos
mencionado más arriba, le proporciona nuevas pistas.
En la medida que el activista vaya identificando
votantes, simultáneamente,
puede avanzar organizando encuentros de votantes en la línea de constituir comunidades de votantes. Presta así a
los votantes un primer servicio que aprecian, encontrarse y entablar relaciones
con otros votantes. Al mismo tiempo estos encuentros sirven para ir detectando
cuestiones de interés colectivo y líderes de potenciales para ir constituyendo
comunidades de interés alrededor de las cuestiones. El proceso de convocar
estos encuentros puede servir para confirmar la condición de votante/no. Los
asistentes a los encuentros pueden ayudar a identificar a otros votantes.
El
comportamiento de un elector puede no ser idéntico en todas las elecciones de
un ciclo electoral – municipales, autonómicas, estatales,
europeas. El activista debería estimar el interés de ocuparse del elector que
no es votante de la elección de que se trata, pero sí de otras del ciclo. Puede
incluirlo en el blanco, considerándolo como un votante potencial.
En el camino de lograr identificar del orden de 40/50% de los votantes, y todos
sus líderes de opinión, puede ser útil contar con el teléfono como método de identificación. Un método para ello
formará parte de uno de los EJERCICIOS
La comunicación continuada con los votantes, no puede
hacerse en forma de argumentarios o consignas. La comunicación política eficaz
es la que presta un servicio al ciudadano para tomar sus decisiones políticas.
El activista debe ser capaz de identificar qué necesita su votante actual y
potencial al respecto, y de prestarle el servicio El activista no es un “vendedor”, es un
“prestador de servicio”.
LECTURAS
Los papeles que se insertan a continuación no son
necesarios para empezar a llevar a cabo los ejercicios, que sirven a mejorar las prácticas para no perder/ganar
votantes.
En general, la organización política que se propugna se
puede diferenciar mucho de la que actualmente viva el activista. El tratamiento
de los conflictos qiue se derivan de esta diferencia será objeto de algunos ejercicios que
propondremos más adelante.
Indice
de lecturas
·
Hipótesis
para una definición operativa de un partido político (4 págs.)
·
Guia
metodológica para el entrenamiento en buenas prácticas politicas de los
militantes activos del partido X en la comarca Y (33 págs)
.
HIPOTESIS
PARA UNA DEFINICIÓN OPERATIVA DE UN PARTIDO POLÍTICO
Estas
notas no son un plan de acción, sino un conjunto de hipótesis que sirvan para
leer la realidad e imaginar lo que puede hacer cada equipo local, en orden a
conseguir los cambios que encuentre necesarios.
Pretenden
sobre todo aclarar el sentido de las actuaciones, que seguramente requerirán
más tiempo del que queda hasta las próximas elecciones, si bien esa proyección
a medio plazo sirve para dar sentido y concretar mejor lo que hay que hacer en
lo que queda de mandato.
o-o-o-o-o-o-
Un partido
político
** no es una ateneo – un lugar para debatir ideas-, ni
una oficina de colocación;
** es una organización
para conquistar y ejercer un poder
institucional para cambiar las
reglas del juego en función de unos valores.
Como tal organización, una partido político tiene una tarea primordial, NO PERDER/GANAR
VOTANTES (con su correlato de DONANTES y VOLUNTARIOS). Las cifras de votantes,
donantes y voluntarios – que formn conjuntos secantes- pueden usarse como
indicadores de la eficacia a corto plazo
de la organización.
La
eficacia a medio plazo, puede estimarse por la capacidad de
“leer” los mensajes de votantes, donantes y voluntarios, sus capacidades de
elaborar, ejecutar y comunicar una
política, y su capacidad de transformar voluntarios en activistas,
constituyendo y desplegando redes partidarias.
Si un partido político no se organiza alrededor de las
tareas de lograr estos indicadores de eficacia a corto y medio plazo, corre el
riesgo de actuar siguiendo las presiones – que siempre tendrá – de ideólogos no
comprometidos, intereses particulares y medios de comunicación
Las tareas para conseguir la eficacia giran alrededor
de dos ideas:
·
Conversar para coaligarse
·
Constituir comunidades de votantes,
partiendo de cada sección electoral, como unidad de acción.
Distinguiremos tres tareas para los activistas
Ø Insertarse
socialmente, donde la gente ser reúne, teniendo
como fin más importante escuchar
y comprender a los electores, con especial atención a los votantes actuales
y potenciales, que pueda ir descubriendo.
Ø Identificar
a los votantes, donantes y voluntarios, y muy especialmente a sus líderes de
opinión – el 10% que influye en sus decisiones políticas
Ø Acompañar
a estos líderes continuamente, prestándole servicios políticos, y
señaladamente:
** escuchando, hasta comprenderlos
bien y que ellos se comprendan bien en su entorno social;
** empoderarlos, ayudándoles a
conseguir mejoras en la calidad de vida de los votantes que los tienen como
referencia en sus decisiones;
**ejemplificar los valores que se
mantienen – entre otros, el autogobierno, el desarrollo personal y el discurso
crítico.
En cada momento, una formación política local se mueve
entre dos organizaciones: el partido y
la institución, donde tiene un grupo
partidario, que puede, o no, estar integrado en un gobierno de coalición. Las
relaciones entre el partido y su grupo institucional condicionan la eficacia de
los resultados. Concejales y ejecutivos han ser ser capaces de coaligarse
maduramente. Conseguir una relaciones
productivas tiene que ver con: a) acordar una reglas de juego que contribuyan a la eficacia y satisfacción de las
dos partes; b) contar con algún instrumento que visualice el valor público que genera la institución
– generalmente un presupuesto funcional analítico, que puede identificar unas
200 actividades diferentes, que se programan; c) y con algún metodología de proyectos estratégicos que facilite la
participación del partido en la definición de estrategias de la institución.
Por su parte, la ejecutiva del partido si quiere
mantener y desarrollar la capacidad de no perder/ganar votantes, tendrá que
asumir una dirección consciente, que incorpora prácticas como:
ü Los
líderes activistas y los activistas líderes.
ü Los
juegos compromisos/apoyos.
ü El
entrenamiento en buenas práctica desde la práctica.
ü El
trabajo colectivo eficaz de las ejecutivas y asambleas.
El grupo municipal, y en su caso el gobierno municipal
en lo que aquel influya, deberá asegurar el control de la administración para alinearla con la política y que no
consuma excesivamente el tiempo de los políticos; y la buena coalición de
gobierno, en lo que influye definitivamente el que se logre desarrollar, o no,
un “liderazgo coaligador”.
GUIA
METODOLÓGICA PARA EL ENTRENAMIENTO EN BUENAS PRÁCTICAS POLITICAS DE LOS
MILITANTES ACTIVOS DEL PARTIDO X EN LA COMARCA Y.
Borrador
a presentar/debatir en la ejecutiva (¿?)
Herramientas
para las Secretarías de Formación
Este documento tiene por objeto avanzar en la concreción
de la actuación de las ejecutivas de la comarca Y que, bajo la rúbrica de
FORMACION, se ha recogido y aprobado en el Plan de Actuación 2.015/2.019. Y más
específicamente lo que establece en los siguientes párrafos:
Es
necesario formar y preparar a los militantes y cuadros en diálogos con la
ciudadanía y en debates y conversaciones políticas, para que puedan interactuar
y trasmitir nuestro mensaje sin dificultad y temor a los votantes.
Por
ello, proponemos:
-
Se
asegurará el entrenamiento práctico de, al menos, 2/4 entrenadores sobre el
terreno por agrupación que animen las conversaciones alrededor de los temas en
cada momento, así como el entrenamiento como entrenadores de los ejecutivos y
responsables de equipos: escucha activa,(arte de hacer preguntas), diálogo y
debate, y juego de roles.
Síntesis
La potencia político-electoral de un partido se mide
por el número de militantes activos
que, insertos en la sociedad de los
votantes actuales y potenciales con sus líderes de opinión, son capaces de
establecer y mantener una comunicación
en dos sentidos que genera el compromiso
de voto de un número de votantes, y el compromiso
de una proporción de éstos de ayudar a que otros lo hagan.
Los militantes activos tienen, pues, que ser capaces de
crear un sistema de liderazgo con los
votantes, una vez que los han identificado, diferenciándolos de los demás
electores que no se considera que puedan ser votantes en el plazo que se esté
planificando.
Los compromisos de/con los votantes como meta y el
sistema de liderazgo como instrumento para conseguirla, sólo pueden ser
consecuencias de una comunicación
continuada en dos sentidos. Esta comunicación continuada en dos sentidos representa
mayor y de más calidad de esfuerzo que el habitualmente desplegado en las
campañas electorales. Quizá el término de campaña
permanente es el que mejor lo etiquete – curiosamente está inspirado en la
noción de revolución permanente de León Trostky.
La
acción política se configura como conversaciones,
escucha, preguntas, compromisos, más que como discursos,
argumentarios, ponencias, aplausos.
Para llegar a los compromisos de los votantes habrá que
partir de identificarlos, diferenciarlos
y conocer y comprender sus procesos de
decisión política. A lo largo de un período entre dos elecciones cada
votante puede pasar por diferentes
etapas. El militante activo y su organización deberán distinguir el tipo de acompañamiento que requiere
cada una de estas etapas. Y por supuesto, no
limitar su acompañamiento a la trasmisión de mensajes más o menos persuasivos.
La clave de la eficacia del acompañamiento radica en la prestación de servicios políticos que contribuyan a formar y
manifestar la voluntad política del votante.
La mayoría de la comunicación
política
actual es ineficaz. Efectivamente, los electores van tomando sus
decisiones políticas en conversación
informal con las personas próximas.
Algunas de ellas influyen especialmente en el sentido de esas decisiones porque
las personas confían en sus juicios y se sienten identificados con ellas. Estos
son los influyentes, o líderes de
opinión. Si un grupo político no
participa en estas conversaciones su comunicación con la gente puede estar
aquejada de serias limitaciones. Y estas limitaciones se traducen en
inseguridad de los resultados que puede obtener de ella.
En efecto, una comunicación unidireccional,
- se lleva a cabo, sin conocer los intereses, los procesos de decisión y los hábitos de información de sus destinatarios;
- no
puede,
así, responder a sus intereses,
ni acomodarse a sus procesos de decisión;
- en la práctica, habla de los políticos no de los votantes, por lo que interesa poco a éstos;
- tampoco
recoge las reacciones de los destinatarios a la comunicación recibida,
que, tampoco de sabe si se ha recibido.
Como consecuencia, una buena parte de esta comunicación
política no tiene las condiciones para tener influencia en los comportamientos
de los electores.
Y lo mismo podemos decir de las comunicaciones en el
interior de la organización política, entre los diferentes escalones del
partido.
Salir
de ese círculo vicioso de ineficacia requiere un fuerte esfuerzo por desarrollar la comunicación en dos
direcciones, o lo que podemos llamar las
conversaciones políticas.
Pero en este intento podemos caer en un nuevo círculo
vicioso, tan frecuente cuando intentamos superar las prácticas burocráticas. No
podemos desarrollar prácticas de conversación con métodos formativos
unilaterales. Querer que los militantes activos desarrollen su capacidad de
conversar, dándoles seminarios, cursos, conferencias, es una incongruencia que
habrá que evitar.
El método
formativo a emplear deberá ser la conversación – el diálogo y el debate
–sobre los temas en que se quiera que el militante intervenga ante los
votantes, averiguando sus intereses y prioridades, a través de las narraciones
de los mismos, a los que responder de modo
que conduzca a conseguir su compromiso.
Una
concepción de la dirección política consciente desde los militantes
activos
Vamos
a llamar así a todos los militantes, sea cual sea su posición jerárquica o
funcional, que quieren asumir la responsabilidad de asegurar, por su acción
personal, unos resultados políticos del partido de izquierdas, en términos de
votos, fondos y voluntarios. Es decir, que no están esperando que sea un
gran líder, un proyecto impactante, una campaña ingeniosa, o una coyuntura
nacional/estatal favorable, los que aseguren esos resultados.
Aplicar al sustantivo “militante” el adjetivo de “activo”
puede sonar a redundancia, aunque cualquier persona que conozca la realidad de
los partidos de izquierda sabe lo que se quiere significar con ello. En otros
momentos y en partidos de otros países, se ha utilizado y se utiliza el término
“activista” para designar lo que aquí queremos decir. Finalmente, lo que
importa, no es cómo lo llamemos, sino los comportamientos políticos que se
trata de lograr, con el fin de asegurar los resultados políticos: comprometerse íntimamente a asegurar esos
resultados en un ámbito delimitado y en el que, mejor, sea posible comprobar si
esos objetivos se han logrado. El ámbito donde mejor se cumplen estas
condiciones es la sección electoral.
Asegurar
los resultados políticos
La manera más eficaz de asegurar los resultados políticos
se encuentra en orientarse a los
votantes, en una interacción continuada que tiene por objeto producir un
intercambio de compromisos.
Al partido le conviene no sólo que sus votantes actuales
se comprometan a volver a votarlo. También le conviene que le defienda y
promueva en su entorno; que preste ayuda para identificar otros votantes
actuales y potenciales, para conservar a los primeros y conquistar a los
segundos; que, en algunos casos, aporte fondos; que acepte emplear tiempo en
comunicaciones en dos sentidos con el partido –identificar y priorizar
necesidades, evaluar la actuación el partido y la institución,…Hay una gran
diferencia en los resultados, entre situaciones en que los votantes votan
pasivamente, o por “descartes”, o “tapándose la narices” y las situaciones en
que se ha conseguido que un porcentaje significativo de votantes se vaya
comprometiendo a los comportamientos mencionados más arriba. El votante no es, en este caso, receptor
pasivo de mensajes unidireccionales standard, sino el interlocutor activo, cuyo compromiso de acción estamos buscando.
Los compromisos de los votantes serán consecuencia de un
intercambio con compromisos del partido. Los
compromisos del partido radican en cumplir su misión constitucional de
contribuir a formar y manifestar la voluntad política de sus votantes. Para
el intercambio es necesario que el partido comparta con sus votantes las
conversaciones de ellos, y las narraciones donde comentan entre sí cómo las
actuaciones públicas inciden en su calidad de vida.
El intercambio de compromisos sólo se realiza de un modo
firme como resultado de comunicaciones continuadas en dos sentidos entre
personas singulares, votantes actuales y
potenciales/militantes activos del partido, Compartir conversaciones y
narraciones, con vistas a intercambiar compromisos se realiza con más seguridad
si los interlocutores comparten estilos de vida similares. De modo que habrá
que escoger con cuidado los interlocutores del partido que deben serlo de
grupos específicos de votantes, si se quiere evitar el riesgo de que la
comunicación no tenga lugar o lo sea dificultosamente.
A través del proceso
continuado de comunicación en dos sentidos, el partido puede avanzar
compromisos que producen los compromisos de los votantes actuales y
potenciales. Los compromisos del partido se van concretando en la prestación de
servicios políticos – que ayudan a tomar decisiones a los votantes: encuentros,
priorizaciones, información y formación política,… -, en la solución de
problemas concretos priorizados, la adaptación de proyectos en marcha, el
consenso sobre un proyecto de futuro del barrio/municipio, a partir de los
valores y preferencias de los votantes, captados por métodos narrativos.
Dos
maneras de implicarse
Ningún partido tiene los suficientes efectivos personales
competentes para el intercambio de compromisos con los votantes como para poder
prescindir en esta tarea de comunicación personal en dos sentidos, de
militantes como los miembros de sus ejecutivas, los parlamentarios, los cargos
públicos, sus asesores y directores. La organización de las estructuras de
gobierno y dirección en las que prestan sus servicios estos militantes, deben
diseñarse para que permitan que puedan
liberar un 10/20 % de su tiempo para las tareas de militantes activos, como
elementos destacados de apoyo a la ejecución de la dirección política.
Las tareas de dirección política pueden asumirse de dos
maneras: como responsable de una sección electoral, o como miembro de un equipo
de sección electoral.
Los responsables de sección electoral serán nombrados por
la ejecutiva de la agrupación. En una primera instancia, es aconsejable que
estas responsabilidades sean cubiertas por el equipo directivo de la
agrupación, incluyendo los responsables de barrio, consejeros de distrito y
cargos públicos incorporados, por la necesidad que tiene este equipo de tener
suficiente experiencia sobre estas nuevas prácticas, para poder dirigirlas
adecuadamente.
Una vez completada la
primera experiencia, será lógico que, normalmente, estas responsabilidades se
asuman por otros militantes, aunque el directivo inicial debería seguir ligado
y colaborar en el equipo de la sección, con tareas que pactará con el equipo y
el responsable. Esta relación con la sección electoral debería extenderse, al
menos, mientras se consigue identificar hasta el 40% de los votantes actuales y
todos los líderes de opinión, se han celebrado varios encuentros con votantes,
se han puesto en marcha los servicios políticos demandados inicialmente, se han
completado las narraciones positivas y negativas de los votantes.
Y, en cualquier caso,
mantener una cierta presencia entre los votantes de su sección electoral y una
relación de colaboración con el equipo correspondiente del partido, será una
buena garantía contra las enfermedades burocráticas que pueden acechar a
cualquier militante que deja de preocuparse directamente por los votantes y los
demás militantes.
Los militantes activos, en
todo caso, ejemplifican en sus prácticas los valores que intercambian por los
compromisos de los votantes que así producen los resultados políticos.
El
sistema de liderazgo político de los militantes/ votantes
En la medida que la actuación de los militantes activos
generan el intercambio de compromisos que produce los resultados políticos,
puede decirse que activa con sus votantes un sistema de liderazgo.
Un sistema de liderazgo no es tanto la actuación
individual de alguien que se siente o le hacen líder, como la interacción
entre, en este caso, militantes y votantes para hacer que:
ü Se
comparta una visión de la realidad entendiendo en la misma los objetivos de los
participantes, y los conflictos existentes eventualmente entre ellos –
evaluación de la calidad de vida y de su relación con la intervención pública,
a partir de narraciones de los militantes y los votantes.
ü Se
defina la tarea más eficaz para lograr la mayor satisfacción de todos los
intereses en presencia: la identificación de los votantes, su acompañamiento
por medio de servicios políticos – encuentros, priorizaciones.
ü Se
aporten recursos para el entrenamiento de militantes y votantes en la ejecución
de la tarea eficaz.
El
votante.
En los sistemas políticos democráticos, periódicamente,
las decisiones de los electores configuran el mapa del poder en las
instituciones públicas. La coalición que cada formación política tiene que
constituir para asegurar sus resultados será la consecuencia de conjuntos de
actuaciones políticas que se deben configurar en correspondencia a los procesos
de las decisiones políticas de sus votantes.
Cada votante tiene su propio proceso político entre dos
elecciones:
puede
sentirse satisfecho con su voto reciente o pueden entrarle dudas con respecto a
volver a repetirlo o cambiar;
puede mantener una actitud pasiva con respecto
a la vida política o puede decidir informarse, participar en diálogos y
discusiones políticas, defender socialmente una determinada opción política,
proporcionarle fondos, trabajo voluntario;
puede, a pesar de su preferencia política, no
ir a votar, o, por el contrario, llevar su voto a la urna,
La dirección política consciente tiene que dirigir sus
organizaciones para acompañar con sus actuaciones a sus votantes en sus
procesos de decisiones políticas con el propósito de conseguir decisiones
favorables. Estas actuaciones consisten
básicamente en
* la identificación tanto de los votantes
actuales como de los potenciales y de las redes sociales que pueden formar con
ellos sus líderes de opinión y los militantes;
* y el
intercambio de compromisos – votos y
ayuda de los votantes, por el “haz de servicios políticos” del
partido/gobierno. El intercambio se va concretando por medio de comunicaciones continuadas en dos sentidos
entre los votantes/líderes de opinión y el partido/gobierno.
La comunicación
unidireccional, a través de medios
masivos, juega un papel de apoyo y difusión del intercambio, que siempre se
convierte en un tema muy atractivo para los medios.
Etapas de los procesos de decisión política del
votante.
Los electores y sus procesos
de decisión política, la conversación y los líderes de opinión
Los procesos de decisión política de los electores
Los diferentes segmentos de electores pueden vivir la
decisión de votar como situaciones que también pueden ser muy distintas entre
sí, y como resultado de procesos muy distintos en función de la complejidad de
la decisión que se toma, el grado de implicación que la decisión comporta y el
grado de habitualidad o repetitividad de la misma.
La decisión más fácil de tomar es volver a votar a la
misma alternativa que el elector ha asumido repetidas veces en ocasiones
anteriores. Se trata de lo que podríamos llamar el voto fijo de una lista.
Estas personas quieren que se les dé alguna razón para sentirse bien en su
fidelidad (¡y, a veces, ni siquiera eso ¡), pero su proceso es el más sencillo.
Por ello, no habrá que gastar muchos recursos en actuar sobre ellos, lo que no
implica que no se hagan esfuerzos por entender qué es lo que necesitan oír para seguir satisfechos en su elección,
movilizarse para convencer a otros y no limitarse simplemente a repetir
consignas estereotipadas, y recordarles la importancia de su voto para que no
dejen, por desidia, de acudir a las urnas.
En orden decreciente de dificultad, puede venir la
decisión de un nuevo votante que no tenga información ni prejuicios
previos. En este caso podemos hablar de una decisión de baja implicación. Este
tipo de decisión puede tomarse a impulso casi en un solo acto. Del mismo tipo
podría ser la decisión del votante móvil que haya llegado a la
conclusión de que entre dos o más alternativas todas son iguales para él. Estos
dos tipos de votantes son los que más verosímilmente lleguen a una decisión
poco antes del día de la elección o del mismo acto de la elección; porque no
habrán tenido interés en pensar antes sobre ello, ni de exponerse a la
información política. En ellos pueden influir comunicaciones de efecto y de
estilo negativo en la campaña electoral. Según se haya apreciado su importancia
cuantitativa, será oportuno preparar acciones dirigidas a ellos precisamente en
la campaña electoral.
En el otro extremo de este espectro de dificultad en la
toma de decisión estarían las decisiones complejas, por ejemplo, de un abstencionista
que una lista pretende que deje de serlo, de un votante anterior de una
lista que consideraba la posibilidad (o incluso, había manifestado en
una encuesta o reunión su intención) de votar a otro partido y que la
lista original pretende que no lo haga sino que vuelva a repetir su voto
anterior favorable; de un nuevo residente que votaba otra opción en su
domicilio anterior pero que podría considerar la posibilidad de votar al gobierno
local a la vista de su proyecto de ciudad y estilo de gobierno; de personas
que votan a otra opción en otro tipo de elecciones y se pretende que
cambien de opción atendiendo a criterios locales (problemas, proyecto,
candidatura, gobierno). En estas personas y otras que viven situaciones de
similar complejidad en la decisión, se tiene que producir un proceso de
decisión más largo y estarán jugando criterios más complejos a la hora de
decidir.
La decisión firme de votar / no votar / votar en
blanco, votar a una opción, puede tomarse en distintos momentos del mandato
electoral, de modo no necesariamente ligado al tipo de decisión. Habrá
personas que siempre votarán igual, personas que a lo largo del mandato vayan
formando su decisión y lleguen a la campaña electoral con la decisión tomada, y
habrá personas que decidan dentro de la campaña, pero no por ello formarán un
grupo homogéneo. Podemos encontrar entre ellos, votantes poco implicados, junto
con votantes que están llevando a cabo un proceso complejo de cambio de su
decisión pasada y dudan si hacerlo. Precisamente, uno de las virtualidades de
llevar a cabo campañas de mandato es que sirvan para ir acotando cada vez más
los indecisos y poder llegar a segmentarlos para decidir cuáles son
persuasibles en la campaña y centrar una sub-campaña electoral en ellos.
Este simple esquema conceptual de situaciones, procesos
de decisión y momento de la decisión, no agota, por supuesto todos los tipos de
votantes con que puede tenerse que trabajar. Es más bien un estímulo para que
equipos políticos pongan en común sus experiencias electorales y completen el
mapa político / electoral con una tipología de votantes sobre la que pueden
recoger información más precisa y cuantitativa
por medio de reuniones de grupo
(“focus group”) y encuestas
Un votante, sea
cual sea su situación de partida, puede ser considerar que se encuentra en
alguno de los siguientes estadios
- Clarificación
de valores, consideración crítica de su decisión anterior. Este estadio puede repetirse varias veces a lo
largo del proceso, si tienen lugar eventos que den lugar a ello.
- Confirmación: ha decidido no revisar su decisión anterior.
- Indecisión: ha decidido revisar su decisión anterior y
duda ante la nueva decisión a tomar.
- Identificación
con una opción:
ha tomado la nueva decisión.
- Movilización: decide ayudar a la lista por la que ha
decidido votar.
- Presencia en
las urnas: Decide
acudir a las urnas del día D a favor de la opción con la que se ha
identificado, y lo hace.
Esta clasificación
puede ser útil para diseñar actuaciones diferenciadas, en la medida que se
identifiquen los electores que se encuentran en cada situación. Pero será
sensato elaborar clasificaciones específicas en cada realidad distinta.
Las conversaciones y los
líderes de opinión
Los políticos, inducidos por
actitudes autoritarias o de despotismo ilustrado sobre su papel, y apoyados en
versiones vulgares, ya superadas, del marketing, tienden, a veces, a ver a los
electores como un público pasivo destinado a ser mero receptor de sus discursos
o de sus mensajes publicitarios, más o menos basados en estudios formales sobre
sus actitudes y comportamientos.
Pero
la realidad, con frecuencia, es algo distinta.
“Los habitantes de una
ciudad no son un conjunto de átomos aislados. Están reunidos en grupos (familias, asociaciones y
organizaciones) y se relacionan a través de redes sociales. No todos tienen el mismo interés por las cuestiones
públicas. Algunos muestran mayor preocupación por adquirir información sobre
ellas y también por difundirla a los demás, influyendo así en la formación de
su opinión. Estos líderes de opinión, o
influyentes, que suelen existir en todos los niveles de la sociedad, más
los miembros de la estructura de poder
local, que, por su domino de las organizaciones, tienen un acceso
predominante a los recursos económicos, mediáticos y de personas de la
comunidad local, forman un mapa de
canales de comunicación que puede contribuir a economizar el esfuerzo de
comunicación en dos sentidos que debe llevar a cabo toda formación política
local”.[1]
Desde los años 40 del siglo
pasado se han ido llevando a cabo investigaciones sociológicas que encontraron
que los mensajes de los medios masivos, de hecho, tenían un pequeño efecto en
cómo la gente vota comparado con el que ejercía la influencia personal de
familiares, vecinos, compañeros de trabajo, gentes a la que respetan y en cuya
opinión confían. Con variaciones en el tiempo, en los distintos tipos de
elecciones y en hábitats distintos, investigaciones sociológicas, políticas,
periodísticas y comerciales que se siguen
llevando a cabo, demuestran que esa influencia personal, en la mayor
parte de los casos, es, al menos tan importante como la de la publicidad en los
medios; y en muchos casos, más importante. Y la tendencia se va acentuando con
el surgimiento de las nuevas tecnologías, la fragmentación de los medios
masivos y, sobre todo, dos tendencias que empujan el cambio en la sociedad: la gente está más educada, tiene un
pensamiento más crítico, le gusta más ponderar argumentos, discutir opiniones,
unirse con otros y además la gente es de
más edad. Los esfuerzos de propaganda de los gobiernos se ven minados cada
vez más, no sólo por algunos medios masivos (que, a veces, van a la cabeza de
las tropas) sino por los “micromedios” de ciudadanos contrapropagandistas que
difunden informaciones en directo a través de su propio e-mail, teléfonos
portátiles y páginas Web, que, a su vez, pueden llegar a aparecer en las
noticias de la noche o en periódico de la mañana o en los noticiarios de la
radio.
La mayoría de la gente tiene
relaciones con esas personas influyentes o lideres de opinión que forman parte
de su medio social inmediato y que pueden llegar a representar un 10% de la población adulta.[2]
No se trata de los primeros
nombres que vienen a la mente cuando se piensa sobre gente con influencia en el
país – los líderes del gobierno, los líderes de las grandes empresas, o los
ricos. Más bien, se trata de millones de gente que viene de cada ciudad y
pueblo y que moldea las opiniones y tendencias en nuestro país.
Los más activos social y
políticamente, los influyentes son activos en sus comunidades. Están
interesados en muchos temas y están conectados a muchos grupos. Saben cómo
expresarse y lo hacen. Y, por su posición en la comunidad, en su lugar de
trabajo y en la sociedad, sus opiniones son oídas por mucha gente e influyen
las decisiones en las vidas de otros.
Casi seguramente, cualquier
persona conoce a alguna de ellos. Hay muchos influyentes en cada bloque, en
cada lugar de trabajo, en muchas familias. Cualquier persona, probablemente,
habla con uno al meno en el curso de la semana. Es probable que cualquier
persona busque a un influyente cuando tiene una decisión importante que tomar.
Los influyentes son la clase de gente a la que cualquiera se vuelve cuando
necesitas ayuda. Si ellos no saben, conocen a alguien que lo sabe. Consiguen la
atención. Tienen el respeto de la gente.
El “boca-oreja” ha sido siempre importante en las decisiones de la
gente. Pero parece que en las últimas décadas va creciendo en importancia ese
canal persona- a- persona del “boca-oreja”. Esto parece ser así con los amigos
y familia y también con otra gente, como colegas, conocidos, vecinos y expertos
profesionales y consultores de muy diverso tipo. La gente antes de decidir habla y cuando decide se trata de una
conversación.
La televisión, la radio y
los periódicos y revistas tienen aún su importancia; pero la gente consigue
ideas para sus decisiones de otras fuentes, como consecuencia de su mayor
educación. El rol de los medios masivos ha cambiado, más hacia el apoyo de la
conversación que a dirigir a la gente hacia una decisión.
INTERNET ha ampliado la
conversación. Permite a la gente buscar información, hacer preguntas, mandar
correos a sus amigos, hacer grupo con gente con intereses semejantes. Se está
equiparando con los demás medios a pasos muy rápidos y en ciertos segmentos de
la población ya lo es.
Además más gente tiende a
hablar más sobre cuestiones de la comunidad. Y en la medida que hablan más
entre sí y confían más en lo que oyen de sus amigos, familiares y personas
expertas se vuelven más selectivos sobre las “voces oficiales” de la sociedad.
Escapar de la publicidad forma parte de las prácticas diarias – el mando de
control remoto.
Hoy, o dentro de poco, el canal de comunicación más influyente
no va a ser ninguno de los medios tradicionales, ni siquiera el nuevo medio de
INTERNET, sino el canal humano del
individuo, persona- a persona, comunicación “boca-oreja”. Sin duda ya lo es para las elecciones locales.
LA
INSERCIÓN SOCIAL DEL PARTIDO. /ESTAR EN LA SOCIEDAD PARA HABLAR CON LA GENTE
La publicidad de lo buenos que son los gobernantes, de
los mucho que hacen, de la buena historia de los partidos, de los méritos de
sus candidatos, de lo mucho y la bueno que están dispuestos a hacer, está
condenada a demandar cada vez
presupuestos más altos para compensar la inseguridad de los resultados que
pueden esperarse de ella.
Los ciudadanos
están más educados y tienen más experiencia. Van desarrollando estrategias de discriminación y eliminación
de los mensajes que no consideran interesantes. Entre éstos, los mensajes
políticos cuentan entre los que menos interesan a la gente. Los suelen
considerar negativamente, como propaganda, y son retirados de la atención de
sus receptores. A esto llamamos el “zapping político”.
La gran polución informativa en que todos vivimos hace
que cada vez tengan menos rendimiento las antiguas estrategias de interrumpir
las conversaciones que la gente mantiene alrededor de sus decisiones con unos
mensajes que no han pedido, y todavía peor, que no desean. Los intentos de
“colarse” a fuerza de insistencia – más presupuestos- en esas conversaciones,
contribuyen al desarrollo del “zapping”
Este es un fenómeno que no atañe únicamente al mundo
político. Los expertos en marketing vienen hablando de la crisis del marketing de interrupción y de la necesidad de ir
experimentando un marketing del permiso.
Importancia de la inserción social del partido
Todo esto tiene una traducción al ámbito de la política
local. Sólo una comunicación en dos
sentidos tiene la virtualidad de contribuir
de un modo seguro a lograr la coalición de más votantes. Porque
- nos asegura que vamos a hablar con la
gente de lo que les interesa,
- al recoger las reacciones hacia lo
hablado, nos permite “corregir el tiro” si no hemos dado en el blanco a la
primera,
- y, finalmente, hace posible recoger el
compromiso del interlocutor, si lo conseguimos.
De ahí que se justifique el título de estar
en la sociedad para hablar con la gente.
Cuando hablamos de sociedad, nos estamos refiriendo a nuestra sociedad, la formada por
nuestros votantes actuales y potenciales y por sus líderes de opinión.
El resto de la sociedad no entra dentro del estar. Los
contactos con miembros de la élite del poder local pueden ser necesarios para
negociar con ellos, pero nunca deben amenazar la identificación con las bases
de nuestros votos. Las relaciones con los líderes de opinión de los votantes de
otros partidos son instrumentales para contribuir a su desmovilización y para
incorporar políticas que no exasperen a sus votantes.
Sólo con la sociedad que forman los votantes actuales y
potenciales de nuestras listas en todas las elecciones, tenemos interés de
inserción para mantener una relación social permanente que alimente la
comunicación en dos sentidos.
Si los votantes actuales y potenciales no se sienten
cercanos al partido, éste está contribuyendo a la abstención de los mismos.
Además le será difícil al partido tener acceso a las conversaciones que
mantienen los votantes entre sí y con sus líderes de opinión. Así será difícil
conocer los contenidos de esas conversaciones y que las informaciones que
proporciona el partido sean aceptadas en esa misma conversación, y no
calificadas de propaganda de la que hay que defenderse.
En la medida que el partido consigue que la gente lo
sienta próximo va contrarrestando la imagen de máquina exclusiva para
seleccionar cargos públicos y generar clientelismos.
El partido se inserta socialmente,
- por medio de la presencia natural de sus cargos, militantes, simpatizantes y
voluntarios en las manifestaciones
sociales de sus votantes: fiestas, entierros, tertulias, paseos,
celebraciones familiares o de asociaciones, actos públicos;
- a través de los contactos bidireccionales con líderes de opinión de los
votantes actuales y potenciales, de los cargos elegidos y de los miembros
del partido, que puedan mantener una conversación política a su nivel;
- como consecuencia de las actividades
que organiza el partido para prestar servicios
políticos que contribuyen a que sus votantes tomen sus decisiones
políticas, de modo que algunos miembros del partido así empiecen a ser
considerados como líderes de opinión, y no meros propagandistas.
El partido así integrado en “su” sociedad habla con su
gente y sienta las bases iníciales de una comunicación eficaz en dos sentidos.
HABLAR
Y ESCUCHAR
¿Con
quien hablar?
Se suele decir que la política es “hablar con la gente y ponerse de acuerdo con ella”. Pero con esta
expresión, como con otras igualmente indefinidas, necesitamos una cierta
actitud cautelosa que impida que nos induzcan o justifiquen que hagamos cosas
que realmente no nos interesan.
La gente con quien nos interesa hablar no es toda la
gente, es decir, todos los electores. O por no decirlo de otra manera, no todas las personas que forman la gente,
tienen el mismo interés para nosotros.
Nos interesan, en primer lugar, nuestros votantes actuales y potenciales, y dentro de ellos los que influyen en las decisiones de
los demás, naturalmente una vez que los hayamos identificado.
En segundo lugar, nos interesan los líderes de opinión de los votantes de otros partidos, por si
pudiéramos influir en su abstención.
Los votantes
fieles de otros partidos y los abstencionistas recalcitrantes no nos interesan.
Mucho menos nos interesa todavía polemizar con ellos. Van a ser debates
inútiles, de los que no vamos a sacar ningún provecho.
Comunicarse
en dos sentidos continuadamente con nuestros votantes actuales y potenciales y
sus líderes de opinión, supone una gran cantidad de horas.
Lógicamente, pues, no nos quedará tiempo para distraerlo en gente menos
interesante. Como condición previa, tenemos que estar con “nuestra gente”, insertarnos en “nuestra sociedad”. Esta sociedad
está formada no sólo por los votantes antiguos sino también por los
nuevos potenciales.
¿Cómo hablar?
Si queremos comprender
cómo van a tomar sus decisiones nuestros votantes actuales y potenciales y lograr que nos dejen acompañarles en el
proceso de decidir, tenemos muchas incógnitas que despejar.
Las incógnitas las iremos despejando escuchándoles hablar sobre sus
problemas y necesidades, sobre lo que piensan y saben de la realidad política,
sobre las personas con quienes hablan de políticas y en quiénes confían a la
hora tomar sus decisiones políticas. Y en la mayoría de los casos, no nos
bastará con sus primeras manifestaciones sino que necesitaremos que sigan hablando para comprender bien el sentido de
lo que dicen, los sentimientos que, a veces, distorsionan sus palabras, lo
valores que animan sus manifestaciones.
Nuestros votantes concederán liderazgo a personas que creen que quieren dedicar tiempo a escucharles y que son capaces de entenderles. Y esto en grado mayor, si, además, les han ayudado a que ellos mismos
comprendan mejor sus necesidades y las de otros. Y ese liderazgo, nos
admitirá en el círculo de los influyentes.
RESPUESTAS
Nuestros votantes tienen que encontrarnos dispuestos a escucharles. Y que
adquiramos el hábito de la conversación no directiva. Esto quiere decir que
debemos eliminar de nuestros comportamientos espontáneos en la comunicación
personal, tipos de respuestas muy corrientes como:
- Respuestas de evaluación que expresan
el punto de vista personal en el plano moral, traduciendo un juicio con
respecto al votantes diciendo lo que parece bien y mal.
- Respuestas de interpretación que buscan
dar al interlocutor una explicación de lo que le está pasando, con riesgo
de distorsionar lo que ha dicho.
- Respuestas de apoyo, que pretenden dar
ánimo, consuelo o tranquilidad.
- Respuestas de investigación, en las que
se demuestra prisa por tener más información, orientando al interlocutor
hacia lo que nos parece importante, corriendo el riesgo que producir el
sentimiento que sólo nos preocupa lo que nos interesa y no nuestro
interlocutor.
- Respuestas de solución, en que se le
empuja a que actúe una solución que es la nosotros hubiéramos tomado.
Todo este tipo de respuestas directivas, nos hacen
correr el riesgo de cortar las ganas de seguir la conversación por parte de
nuestro interlocutor.
En cambio, una
respuesta no directiva, de escucha comprensiva o activa, trata de volver a
decir o reflejar lo más exactamente posible, lo que el interlocutor ha dicho y,
además, puede hacer un esfuerzo de esclarecer, sin deformar. El interlocutor,
siente porque lo es así, un interés por internarse sinceramente en el problema
tal y como es vivido por él. Y, por consiguiente, piensa que no sólo le
dedicamos nuestro tiempo, sino que además queremos entenderle y le entendemos,
efectivamente.
Una
vez conseguido que el votante piense que queremos y sabemos entenderle,
podemos intentar que vaya más delante de modo que podamos conocer y comprender
mejor lo que nos interesa, sobre sus motivos de voto/no voto, sus hábitos
políticos, las personas en quien confía.
Para ello, necesitamos prepararnos para lanzarle apuntes y sondas que estimulen
que continúe la conversación. Pueden tener la forma de:
- frases que animan a continuar;
- preguntas abiertas, en nada parecidas a
las de tipo encuesta de las respuestas de investigación;
- poner el acento en una o dos palabras
del interlocutor, como modo de llamar la atención sobre lo dicho
previamente;
- impulsos en forma de una actividad
verbal mínima, como: “uh-huh”,”mmm”, sí, ya veo ,”ah”, “oh”, que
normalmente inducen al interlocutor a profundizar en lo que venía
diciendo;
- algún soporte escrito, un cuestionario,
una lista de comprobación, un breve comic…
Dominar
el arte de escuchar y el de preguntar/responder
nos ayudará a estar en “nuestra” sociedad y a hablar con nuestra gente para
que:
- nos concedan liderazgo,
- y conozcamos y comprendamos de ellos lo
que necesitamos para mantener una conversación en dos sentidos que acabe
con los votos en las urnas.
Naturalmente, también vamos a tener que llevar a cabo,
en determinados momentos, una comunicación persuasiva. Pero, cuando sepamos con
quién, sobre qué temas y cómo. Hoy, en el mundo político, es mucho mayor el déficit en escuchar que en
persuadir.
MARTES,
17 DE ENERO DE 2012
(Apuntes del libro "Community. The Structure of
Belonging" - 2.008 - de Peter Block, Berret- Koehler, Pub. Inc., San
Francisco. CA)
"Podemos ahora ser específicos acerca de definir las conversaciones que abren la comunidad a un futuro alternativo. Buscamos conversaciones que crean responsabilidad e implicación. Las conversaciones tradicionales que buscan explicar, estudiar, analizar, definir instrumentos, y expresar el deseo de cambiar a otros, son interesantes pero no poderosas. Actualmente, son formas de intentar mantener el control. Si nos adherimos a ellas, se convierten en una limitación al futuro, no un camino.
El futuro viene al presente cuando los ciudadanos se comprometen entre sí a través de preguntas de posibilidad, implicación, desacuerdo, y aportaciones. Las preguntas abren la puerta al futuro y son más poderosas que las respuestas en que demandan compromiso. El compromiso es lo que crea la responsabilidad. Cómo enmarcamos las preguntas es decisivo. Necesitan ser ambiguas, personales y estresantes. También importa el modo por el que introducimos las preguntas. Nombramos la distinción que hace que la pregunta establece lo que es diferente y único sobre la conversación. Damos permiso para las respuestas impopulares, y vacunamos a la gente contra el consejo y la ayuda. El consejo se sustituye por la curiosidad"
----------------------------------------------------------------------------------------
Hacer Política de conversaciones, escucha, preguntas, compromisos; en lugar de discursos, argumentarios, ponencias, aplausos.
"Podemos ahora ser específicos acerca de definir las conversaciones que abren la comunidad a un futuro alternativo. Buscamos conversaciones que crean responsabilidad e implicación. Las conversaciones tradicionales que buscan explicar, estudiar, analizar, definir instrumentos, y expresar el deseo de cambiar a otros, son interesantes pero no poderosas. Actualmente, son formas de intentar mantener el control. Si nos adherimos a ellas, se convierten en una limitación al futuro, no un camino.
El futuro viene al presente cuando los ciudadanos se comprometen entre sí a través de preguntas de posibilidad, implicación, desacuerdo, y aportaciones. Las preguntas abren la puerta al futuro y son más poderosas que las respuestas en que demandan compromiso. El compromiso es lo que crea la responsabilidad. Cómo enmarcamos las preguntas es decisivo. Necesitan ser ambiguas, personales y estresantes. También importa el modo por el que introducimos las preguntas. Nombramos la distinción que hace que la pregunta establece lo que es diferente y único sobre la conversación. Damos permiso para las respuestas impopulares, y vacunamos a la gente contra el consejo y la ayuda. El consejo se sustituye por la curiosidad"
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Hacer Política de conversaciones, escucha, preguntas, compromisos; en lugar de discursos, argumentarios, ponencias, aplausos.
Localización:
sección electoral/barrio/entidad social.
El militante activo tiene que empezar por localizar a
los votantes actuales y potenciales y a sus líderes de opinión.
Estos se encuentran en las unidades territoriales –
secciones electorales, barrios – y algunos de ellos pertenecen a asociaciones o
se relacionan con entidades, cuyos dirigentes pueden actuar de líderes de
opinión.
El militante activo participa en la organización de los
equipos de sección electoral y barrio y contribuya a la ejecución de la
política de presencia, evaluación y alianzas con los dirigentes y miembros de
las entidades que le corresponden.
Formación
del votante, clave del liderazgo político
La
comunicación continuada no puede ser un bombardeo de hechos y argumentos. Solo
será útil si viene integrada en la prestación por parte política de los servicios políticos que pueden
interesar a los votantes.
El artículo 6 de la Constitución Española dice
textualmente: “Los partidos políticos expresan el pluralismo político,
concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la
participación política”. Los partidos reciben, pues, el encargo de contribuir a la formación y la manifestación de los
deseos políticos de los ciudadanos. Este encargo no lo hace la Constitución ni a los
gobiernos y administraciones públicas, ni a los medios de comunicación, ni a
las instituciones educativas, que lógicamente también contribuyen a ello. Esta
encomienda explícita se refiere a los partidos políticos.
Con intención de asumir este deber, agrupamos bajo el
término “servicios políticos” todas
aquellas actividades que un partido puede hacer con la finalidad y el resultado
de ayudar a los ciudadanos a
decidir/manifestar sus opiniones, creencias, actitudes y comportamientos
políticos.
Estas actividades pueden tener contenidos de información,
formación y acompañamiento sobre: la realidad política, el reconocimiento y
clarificación de sus valores, la identificación y priorización de sus propios
intereses/deseos y los de otros conciudadanos, cómo concertar intereses/deseos
colectivos, cómo llamar la atención pública y presentar sus prioridades ante
las instituciones que deciden la eventual respuesta a las mismas, cómo tomar
parte activa eficaz en los procesos de lograr respuestas a sus prioridades y,
en general en la vida política
lA
|
Un ciudadano toma a lo largo de su vida una buena cantidad de decisiones sobre
cuestiones públicas, que podemos llamar políticas.
A la formación de estas decisiones contribuyen un conjunto de informaciones
e influencias que configuran sus opiniones, creencias y actitudes
Un
partido puede contribuir con
información y formación a la configuración de las opiniones, creencias y
actitudes políticas de los ciudadanos e intentar
acompañarlos en sus comportamientos políticos. O puede dejar que sean otros -los medios, otros partidos- los que lo hagan.
En este caso, no tiene ninguna seguridad de que lo harán a su favor.
Naturalmente, la tarea de prestar servicios políticos es
lógico que cada partido la asuma con relación únicamente a sus votantes actuales y aquellos que cree que son votantes
potenciales para una próxima elección. Los demás partidos se encargarán de
los suyos. La excepción a esta regla serían los intentos de desmotivar a los
votantes de otros partidos y desmovilizar a sus líderes de opinión.
El partido que va prestando a sus votantes actuales y
potenciales los servicios políticos que éstos necesitan va ganando en proximidad a los mismos y seguramente va destruyendo la
imagen de “maquinaria clientelar”. Los servicios que se van prestando
contribuyen, a su vez, a decisiones
favorables de los votantes.
Diferentes grupos de votantes actuales y potenciales, y
diferentes escalones en sus procesos de decisión, demandan diferentes
servicios. El partido tiene que tener
sensibilidad y agilidad para responder diferenciadamente. Pero para
ello, hay que olvidar un poco optimismos
Historias,
priorizaciones.
Las encuestas de opinión y
la publicidad sobre los programas electorales, no forman una comunicación en
dos sentidos. El contenido de ésta son las conversaciones sobre valores que se
mantienen entre los componentes del sistema que forma el capital social
partidario. Los procesos de interacción que se establecen entre los votantes
actuales y potenciales, los líderes de opinión, los militantes, cuadros y
asesores, los cargos público, sus asesores y directores , trasmiten más que las
declaraciones. Los comportamientos observables repetidamente en esos procesos,
evidencian los valores que guían a los políticos. Y los votantes se comportan
“basándose en los valores- que perciben- la capacidad de trasmitir, la
autenticidad, la confianza y la identidad. Las cuestiones políticas específicas
sólo son un medio para expresar simbólicamente los valores”[3].
“Los políticos
y los comunicadores se sorprenden de lo poco que los ciudadanos saben de lo que
hacen las instituciones a pesar del gran esfuerzo que llevan a cabo para poner
delante de sus ojos, lo mucho que vienen haciendo y lo más que pretenden hacer.
Un
gobierno tiene que construir una historia creíble y coherente sobre lo que está
haciendo y por qué lo está haciendo. No basta con producir muchas prestaciones.
Hay que comunicar lo que se está haciendo, porqué se está haciendo y a dónde se
está yendo.
Las
comunicaciones políticas no comunican cuando acumulan hechos y eventos
esperando que el ciudadano deduzca de ellos qué beneficios obtiene. Esto no
puede hacerlo el ciudadano solo, y, aburrido por la acumulación de información
sin sentido y la aparición machacona de los políticos en los medios haciendo
cualquier cosa, opta por no prestar atención.
Una
buena comunicación política está construida alrededor de temas/valores. Nunca
comienza por mostrar iniciativas de política y después intenta añadirle un
mensaje de valores. Parte de los temas/valores y ajusta a su alrededor los
anuncios de las prestaciones, como ejemplos del cumplimiento de los
compromisos.
Si
la política se basa en los valores que proporciona a los ciudadanos en la
mejora de su calidad de vida, son estos mismos valores lo que la comunicación,
como componente de esa política, tiene que evocar en la percepción de los
mismos ciudadanos.
La
comunicación de una política no puede ser una sucesión de noticias/eventos de
lo que hacen los gobiernos, sino más bien una narración de cómo los problemas
que sienten unos ciudadanos, en términos de sus valores, se convierten en
problemas públicos a través de su tratamiento colectivo que, priorizados, son
asumidos por un gobierno, que estudia alternativas de actuación, las somete a
una evaluación previa, y las convierte en prestaciones públicas que mejorarán
la calidad de vida de los ciudadanos y cuya entrega será evaluada por los
propios ciudadanos en cuanto a le mejora efectiva que les ha
proporcionado.
Conseguir
que una proporción suficiente de votantes – y obligatoriamente sus líderes de
opinión- un 10% del conjunto- sea consciente de esta política, para que pueda
percibir los riesgos y los beneficios de la actuación de la institución, hace
necesario llevar a cabo una campaña de comunicación con medios tanto personales
como masivos, a lo largo de un tiempo largo. La campaña puede subdividirse en
las diferentes etapas que comprende la narración, y también por diferentes
segmentos territorios.
Todo
esto parece más complicado que las simplificaciones que, con frecuencia, se
practican, a base de dar noticias escuetas de lo que se está haciendo y sacar
muchas veces en los medios la imagen del titular. Pero la política es algo
complicado que sólo puede sintetizarse en una política y como tal transmitirse
de un modo asimilable para el ciudadano. Los valores le hablan de su interés,
las noticias del interés de los gobiernos.
Si
recordamos lo que decíamos más arriba sobre los motivos de voto/no voto de los
electores, está claro que los valores que tienen que ver con la mejora de la
calidad de vida de los ciudadanos no se reciben sólo por prestaciones
materiales, sino por otras inmateriales como la alineación de una política con
una ideología, la identificación con la trayectoria de un titular o aspirante a
un cargo, y la posibilidad de intervenir en las decisiones de las políticas y
prestaciones de la institución. Esto puede ser especialmente relevante para los
líderes de opinión de los votantes actuales y potenciales.”[4]
El
militante sus tareas y su desarrollo personal
En localidades pequeñas, la inserción social del
partido se produce casi espontáneamente. En ciudades mayores, donde los
vínculos primarios, o sea han diluido o no han existido nunca, un partido tiene
que incluir en su política, la construcción de ese capital social inexistente.
Los militantes activos tienen que contribuir a construir
y mantener la COMUNIDAD DE LOS SOCIALISTAS, como consecuencia/causa de sus
compromisos con sus votantes actuales y potenciales
Los militantes: tareas, encuadramiento, motivación
NOTA.- Este texto es un ejemplo
sobre el que construir otro que se vaya a usar.
Esta
tarea tiene que estar asumida competentemente y de un modo continuado por un
número de voluntarios
(militantes/simpatizantes) que puede cifrarse en, al menos un 2% de los
votos que se pretenden obtener.
Estos
militantes deberían ser personas que vivan,
comprendan y se integren en la sociedad que forman los votantes actuales y
potenciales de su partido en sus respectivas comunidades locales.
Se
suele decir que lo que más motiva a personas que hacen un trabajo como
voluntarios es tener claramente establecida su tarea y recibir entrenamiento
para hacerla eficazmente. Esto se puede aplicar directamente a los militantes
de un partido y a cualquier voluntario del mismo.
Las
tareas de las bases de un partido que pueden ser eficaces para el logro de los
objetivos de votos, fondos, voluntarios se encuentran entre las siguientes:
- Participar en equipos que
llevan a cabo el análisis de
resultados electorales y el trabajo de campo para investigar los
comportamientos políticos de los votantes, en cuanto a sus motivos de
voto/no voto, sus procesos de decisiones políticas, las percepciones y
actitudes relacionadas con ellas y sus hábitos de información política.
- Identificar a los votantes actuales y
potenciales, y a sus líderes de opinión.
- Acompañarlos
en sus decisiones políticas en
la ruta hacia el voto, prestándoles los servicios políticos que requieran.
- Formar parte de grupos de proyectos para el diseño y puesta a punto de servicios
políticos, según las decisiones que se tomen al respecto partiendo de
las demandas de los votantes.
- Contribuir a la obtención de fondos y al reclutamiento de voluntarios,
siguiendo indicaciones de los planes respectivos.
- Conseguir el compromiso firme de voto de los
votantes actuales y potenciales, con la ayuda de los respectivos líderes
de opinión.
- Conseguir que el Día D no deje de acudir a las urnas el 8/10%
de electores favorables que, por una diversidad de razones, pueden no
sentirse obligados a hacerlo.
- Participar en grupos de proyecto para el diseño
y puesta en práctica de los comportamientos políticos que forman el producto político y la elaboración
de planes y campañas.
En
síntesis, hablamos de
- Tareas de
comunicación en dos sentidos
con los votantes actuales y potenciales y sus líderes de opinión.
- Tareas de
diseño y puesta a punto de
servicios, producto político, planes y campañas.
Los
militantes tendrán capacidades e inclinaciones más acentuadas con respecto a
cada uno de estos dos tipos de tarea. Pero no
es aconsejable aceptar una adscripción demasiado especializada de los
mismos.
Un
militante que lleve a cabo tareas de diseño no debe dejar de participar en
tareas de comunicación en dos sentidos, en un entorno que le sea próximo. Y en
el otro sentido, el militante que asume la responsabilidad de la comunicación
en dos sentidos es mejor que también participe y aporte su experiencia, al
menos en el diseño de servicios que ha de prestar, soportes que utilizará o
comportamientos políticos en los que deberá tener alguna parte.
La
formación será el instrumento para
producir esta “polivalencia” política.
Los
militantes reciben sus tareas y en entrenamiento adecuado para realizarlas
eficazmente a través de su encuadramiento
en dos tipos de unidades organizativas.
Los
votos están registrados en las correspondientes secciones electorales;
igualmente, los votantes, posibles donantes y posibles voluntarios. Así que la
unidad organizativa más próxima a los objetivos políticos es el grupo de sección electoral, con el
nombre que se le quiera dar. Cada militante, incluidos los ejecutivos,
concejales, diputados, consejeros, asesores, forman parte naturalmente de un
grupo de sección electoral, que deberá tener fijados unos objetivos de votos, y
de fondos y voluntarios, según los planes respectivos. En el interior de cada
grupo puede organizarse el trabajo siguiendo a grupos específicos de votantes,
o por la prestación de distintos servicios políticos.
El
otro tipo de unidad organizativa es el grupo
de proyecto. Pueden organizarse grupos de proyecto para el diseño y puesta a punto de distintos
servicios políticos. Así un militante puede participar en grupo de:
- Constitución y
mantenimiento de la página Web, y actuar como “corresponsal” o animador de
corresponsales para el periódico digital, o para animar foros o chats, o
escribir artículos de opinión, o llevar acabo la revisión de la historia
de la ciudad.
- Organizar y llevar a cabo
programas de actos de difusión de la cultura nacionalista de izquierdas.
- Defensa de intereses de
grupos de votantes, a través de su movilización y manifestación.
- Organizar reuniones
periódicas para tratar la actualidad política.
- Tener a punto pautas de
conversación sobre la política local del partido y las actuaciones de los
representantes del partido en otras instituciones.
Especial
importancia tienen los grupos de
proyecto estratégico que tienen que ver con la elaboración de políticas
cuando las soluciones a problemas contienen un grado alto de incertidumbres y/o
conflictos.
En
los grupos de proyecto hay que organizar
su funcionamiento, en cuanto al trabajo interno entre los participantes del
partido y sus asesores; y el trabajo de identificación y priorización de
necesidades, y de negociación y búsqueda de consensos sobre alternativas,
llevado a cabo con el concurso de líderes de opinión de los votantes actuales y
potenciales.
La
motivación de estos voluntarios,
dependerá sobre todo de que la política del partido se establezca más de
abajo/arriba que hasta ahora. En los medios profesionales del marketing y la
organización política se habla de mejorar la democracia interna de los
partidos. En el péndulo burocratismo/ asamblearismo se apunta la organización
racional democrática como tipo ideal de organización política. Sin perjuicio de
estudiar este tipo más adelante, aquí podemos señalar que este tipo requiere,
al menos: fijar objetivos y clarificar tareas, asegurar el entrenamiento de los
militantes tanto en la tarea de identificación/ acompañamiento de los votantes
actuales y potenciales, como en la elaboración de políticas y en el ejercicio
de la dirección política de las instituciones públicas que sea capaz de esta
coalición con un partido “empoderado”.
Estas
prácticas también aseguran que se atraen al partido personas que les interesan
precisamente llevarlas a cabo y no personas no interesadas que son imposibles
de motivar para trabajar.
Los
cuadros
Al
cuidado de los voluntarios (militantes y simpatizantes) será necesario un
conjunto de cuadros medios (locales,
territoriales).
Sus
funciones serán;
·
asegurar
la interacción en dos sentidos militantes/votantes, entrenando para ello a los
militantes, ejecutivos y concejales,
·
apoyar
la constitución de grupos de sección electoral priorizados en el encuadramiento
de militantes y los niveles de coordinación por barrios en los municipios del
tamaño correspondiente,
·
mantener
y desarrollar el número de voluntarios, según la regla del 2%, interesados por
clarificar sus valores, tratar problemas colectivos con los interesados y
liderar proyectos cívicos, de modo que no haya que depender demasiado de
personas “buscadoras de cargo” ni que no tienen interés en la acción política,
·
empoderar
a estos para la realización de sus tareas,
·
prestar
atención especial a los líderes de opinión de los votantes actuales y
potenciales,
·
seguir
los procesos de segmentación y diferenciación de la estructura social de los
municipios, para orientar el reclutamiento de nuevos militantes y la selección
de candidatos,
·
ayudar
a los alcaldes y ejecutivos locales en el diseño y conducción de procesos de sucesión,
·
tomar
y apoyar iniciativas de elaborar políticas locales y comarcales, organizando
grupos de proyectos estratégicos y ligando con los iniciados en otros niveles
del partido o de las instituciones.
Los
cuadros deberían tener como tarea
primordial, pues, evitar que las organizaciones locales del partido sea un
conjunto de personas que no saben qué hacer, o en la que sólo algunos se
inventan su tarea, según sus ocurrencias personales. Consiste en definir la tarea de las bases,
- concretando
objetivos en el tiempo,
a partir de los análisis de resultados y previsiones, los trabajos de
campo y las investigaciones ad-hoc;
- eligiendo y
definiendo trabajos a realizar para
alcanzar los objetivos, recogiendo las buenas prácticas conocidas y
proporcionando oportunidades de mejora, a través de la puesta en común de
experiencias y el entrenamiento en nuevas prácticas;
- aportando controles sobre resultados
obtenidos y acciones ejecutadas, incorporados a programas y campañas, para
tener elementos de juicio para buscar mejores maneras de alcanzar los
objetivos, o para modificarlos sobre la marcha.
Estos
cuadros necesitarán contar con apoyos técnicos en materia de análisis de resultados electorales, de
identificación y priorización de necesidades, de entrenamiento de militantes,
de diseño y conducción del trabajo por proyectos y de elaboración y evaluación
de políticas.
La
dirección
La
dirección asume la dirección
estratégica/gobierno del partido, asegurando que el partido y sus
presencias institucionales son capaces de representar a sus votantes actuales y
potenciales, de los que intercambia por votos/fondos/voluntarios que necesita
por políticas que responden a las preferencias de esos votantes, candidatos y
gobernantes con los que se identifiquen los votantes, comportamientos del
partido que les prestan servicios políticos y la seguridad de que se mantendrá
una comunicación en los dos sentidos.
La
dirección necesita estar dotada de recursos para definir la política del partido con
la que se concurre a las elecciones y se comprometen a ejecutar los
representantes del partido en los gobiernos de las instituciones. Esta política
se elabora en coordinación de los diferentes actores del partido – parlamentos,
gobiernos GEN, provinciales, comarcales y locales, y ejecutivas del partido,
por medio de una disciplina de proyectos estratégicos, que forman la dirección
estratégica por proyectos.
Al
mismo tiempo, necesita aportar a las
organizaciones territoriales recursos para el análisis político y el
encuadramiento y entrenamiento de los militantes. Un punto clave de este apoyo
radicará en el adecuado entrenamiento de los cuadros locales y territoriales
para que lleven a cabo eficazmente la tarea primordial señalada más arriba.
Un
punto clave para el desarrollo de estas funciones de la dirección radica en conseguir una financiación basada en los
votantes (otra innovación política que aleja sospechas de corrupción y
acerca a los votantes al partido), que permita mantener una estructura
organizativa independiente de los recursos de las instituciones.
La
estructura que hay que lograr debería contar con asesores y técnicos para:
·
Elaborar
la política del partido en las elecciones y las instituciones.
·
Contar
con un centro de inteligencia de marketing político.
·
Gestionar
los recursos humanos políticos (reclutamiento, formación, motivación)
·
Obtener
los ingresos necesarios para financiar los presupuestos del partido.
·
Controlar
las actuaciones que pudieran derivar en corrupción.
La
dirección debería prestar una atención
especial a todos aquellos municipios en que el partido consigue participaciones
mayoritarias en los votos, entendiendo que en ellos se están produciendo
comportamientos políticos socialistas que habría que codificar y generalizar.
De
hecho en los pequeños municipios en que actualmente se dan estas circunstancias
se está practicando una política como la que aquí se propone, con los matices
peculiares de cada lugar. Por debajo de cierto tamaño, es interesante pensar en
la utilidad de una red de partidarios en lugar de constituir formalmente el
partido. En la medida que consideramos municipios mayores, con más de una
sección electoral, para conseguir un cultivo de los votantes similar al que se
consigue en el municipio base de no más de 1.000/2.000 habitantes, habría que
calcular el múltiplo de población de que se trata y multiplicar asimismo el
número de militantes/voluntarios que e requieren para obtener resultados
electorales similares. En cuanto, nos encontramos con varias decenas o alguna
centena de militantes, habrá que empezar a practicar algún tipo de dirección
consciente para que el número lleve aparejado la eficacia.
Etapas/Situaciones
en el desarrollo de los militantes y cuadros. Organización.
Los políticos de izquierdas, para cumplir su misión
transformadora necesitan aprender colectivamente a organizar los partidos como
redes sociales y no como jerarquías, diseñar y dirigir unos ejercicios
políticos para el empoderamiento de militantes y votantes que transformarán con
su liderazgo suficiente y comprometedor, primero a los propios partidos
burocratizados y después a las organizaciones públicas y privadas, y a todo el sistema social organizativo.
Un buen punto de partida se puede encontrar en
sustituir las actividades de formación basadas en ideas o habilidades por
entrenamientos sobre buenas prácticas,
basados en el acompañamiento por buenos prácticos reflexivos, en situaciones
reales que estimulan el aprendizaje.
El conocimiento práctico en
una organización surge en las interacciones entre las personas que lo forman y
no puede reificarse en forma de un libro explícito o de prácticas implícitas en
los comportamientos de los que consiguen resultados. Los adultos nos prestamos
a aprender como resultado de la negociación personal continua entre las
intenciones y expectativas de cada persona.
Sin perjuicio de otras
situaciones que pueden surgir en concreto, las siguientes son situaciones de
aprendizaje que pueden dar lugar a
aprendizajes para miembros de un partido político:
·
Al incorporarse
como militante.
·
Siempre, cuando
una persona se va a presentar como miembro de una candidatura.
·
También siempre
cuando esa misma persona va a ocupar un puesto de concejal en un municipio, o
de miembro de una ejecutiva, de responsable de barrio o de sección electoral.
·
De un modo
especial, cuando el concejal va a ocupar responsabilidades de gobierno y aun
más especial cuando ese gobierno va a ser fruto de una coalición.
·
Al realizar la
evaluación política después de cada convocatoria electoral, y elaborar el plan
de mejora correspondiente.
·
Cuando se trate
de diseñar e implantar políticas nuevas, como el presupuesto transparente o el
urbanismo de crecimiento inteligente.
·
En la definición y organización de grupos de
proyecto estratégico, tanto locales como de colaboración con otros comarcales o
nacionales.
·
Cuando se trata
de diseñar el relevo de ejecutivos o cargos públicos, especialmente los
secretarios generales y alcaldes.
Estas situaciones pueden
dar lugar a entrenamientos que unas veces pueden ser preventivos – para evitar
que una nueva posición de la persona le enfrente a problemas que no sabe
solucionar -y otras correctivos cuando el problema no ha podido ser resuelto.
Las secretarías de
formación deberían llevar a cabo una apreciación del nivel de desarrollo de
cada militante, proponiéndose un itinerario para cada uno con respecto a las
tareas que se prevé ejecutar.
Por otro lado, se hace
necesario que aprecien también cuáles son los temas sobre los que, en cada
momento, los militantes han de ser capaces de conversar eficazmente, en su
inserción socia, a fin de contribuir al desarrollo del sistema de liderazgo votantes/militantes.
El aprendizaje, se llevará
a cabo, por medio de conversaciones
permanentes alrededor de textos breves, adaptados a los diferentes niveles de
militantes/votantes, animadas por entrenadores, entrenados ad-hoc – escucha,
preguntas, narraciones - obtención y “darles sentido”- diálogo, debate, consensos.
Estos entrenadores deberían
recibir a su vez un entrenamiento permanente, ligado a la determinación de
temas a introducir en las conversaciones a partir de las experiencias que se
van viviendo, y a la elaboración de los textos – soporte, bibliografías útiles
para profundizar en temas, y relatos escritos de interés sobre las sesiones.
Las sesiones de
conversación podrán tener lugar en todas las agrupaciones, abriendo
específicamente un día para ello.
[1] MARKETING POLITICO: LA CAMPAÑA PERMANENTE ,
Cuaderno Nº 11, pág. 106
[2] Un tratamiento muy completo de este
fenómeno se encuentra en el libro “The Influentials.One American in ten tells
the other nine how to vote, where to eat and what to buy”(2.003), de E. Keller
y J. Berry, publicado por The Free Press, New York, NY. Sería muy
conveniente que en nuestro país se lleven a cabo investigaciones en diferentes
municipios y comunidades, para verificar la experiencia personal de muchos
actores políticos, en la virtualidad de estas influencias
[3]
Pág. 47 de “Puntos de reflexión. Manual del progresista” (2.008), de G. Lakoff
[4]
“Del marketing político a la gobernanza eficaz” (2.008), de J. I. Marcos
Lekuona. Cuadernos de Trabajo para Cargos Electos y sus asesores. Aunque el texto se refiere directamente a los
gobiernos, todas estas observaciones pueden ser tenidas en cuenta por sus partidos.
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