Los
ciudadanos tienen derecho a esperar de sus gobernantes y dirigentes de partido
unos comportamientos que trasmitan la sensación de que no están a la intemperie
en un mundo dislocado, sino que algunas personas y equipos, a quienes pueden
dar el poder democrático, hacen algo por evitar o paliar tal situación.
Los
gobernantes y dirigentes de partido adoptan diversos comportamientos en la
asunción de su función pública, muchas veces sin más reflexión que acomodar sus
inclinaciones y habilidades personales a las presiones que reciben de sus
entornos significativos.
Mejor
sería añadir a esta escasa reflexión dos factores más:
- La
naturaleza de la tarea que le ha tocado afrontar.
- Las
posibilidades de aprender nuevos comportamientos más eficaces,
incorporando una reflexión sobre la práctica de los comportamientos que
ejecuta y una evaluación de los resultados de los mismos a tenor de sus
propios valores y de las reacciones de los ciudadanos a los mismos.
TAREAS
PÚBLICAS
Las
tareas públicas pueden caracterizarse por el grado de certeza de las metas que
deben alcanzar y de las tecnologías que se emplean para obtenerlas.
Un
alto grado de certeza sólo se da en la ejecución técnico-administrativa. Las
tareas que asumen los políticos tienen más o menos componentes de
conflictos/incertidumbres.
Cuando
ese componente no es muy grande, el político puede evaluar y ser evaluado por
los resultados visibles de sus acciones.
En
el otro extremo, se encuentran campos formados por situaciones problemáticas,
con tal cantidad de conflictos e incertidumbres, que los resultados visibles
tienen un valor secundario y muy temporal. Las tareas que tienen que ver con
los servicios, la asistencia y el desarrollo social forman unos de estos
campos. Esto viene a estar reconocido en todos los países occidentales.
Existe
en este campo una diversidad y conflictos de valores, sostenidos por una buena
cantidad de grupos de interés. Los logros que se van obteniendo quedan pronto
sobrepasados. Los métodos para alcanzar las metas, no pasan de ser hipótesis
experimentales en muchos casos. Las gentes reciben las ayudas y servicios con
naturalidad, y pronto los dan como derechos adquiridos. Unos cambios
significativos necesitan mucho tiempo, que suele exceder los mandatos
políticos.
No
parece que este campo sea propicio a conseguir una buena valoración presentando
realizaciones brillantes, o prometiendo soluciones contundentes. Esto es
posible en algunos otros campos públicos. Aquí, con frecuencia, el que lo hace
puede llevarse un chasco.
¿Cuál
sería, pues, la estrategia pública de un político que asume responsabilidades
en estos campos?
·
Declarar
e insistir en dejar claro los valores que deben orientar las metas de las
acciones públicas. Esta clarificación debería encarnarse en ejemplos del antes
y después.
·
Proponer
metas a largo plazo enmarquen las situaciones problemáticas en futuros ideales,
como las situaciones en otros países con una renta próxima, o la media europea,
o referencias similares.
·
Afrontar
los problemas que van surgiendo,
generando soportes sociales para diagnosticarlos e ir encontrando
soluciones. Muy especialmente, reunir a
los afectados por los problemas, a los grupos con diferencias de valores, a las
administraciones y otras organizaciones que están adoptando posiciones
parciales.
·
Ser
humilde en la presentación de los logros que se van produciendo, sin perjuicio
de explicar bien de donde se partía, reconocer el buen trabajo de los
profesionales, y aceptar todo lo que queda por andar.
·
Prestar
un apoyo decidido y potente a los grupos que afrontan estas situaciones
problemáticas con valores similares, en espera de que ellos defiendan los pasos
dados y difundan, por su cuenta, la buena imagen del político.
Importan los valores
y los procesos que van cubriendo hitos, unas veces de resultados intermedios y
otras de poner a trabajar juntos a grupos que antes no lo hacían, permitiendo
así nuevos diagnósticos, más recursos y nuevas soluciones. Estos hitos de
mejora del capital social, son los que hacen a una sociedad más capaz de ir
disolviendo las situaciones sociales problemáticas.
Los ciudadanos
sensatos, reconocen cómo alguien está a cargo cuando perciben a un político que
habla claro y trabaja en animar los procesos. Los resultados intermedios son
importantes para sus beneficiarios a corto plazo, y sirven de evidencias
secundarias de que los procesos andan.
APRENDER
NUEVOS COMPORTAMIENTOS
Un(a)
polític@ que no se sienta seguro en
la animación de los procesos y en la proyección de los mismos sobre la
sociedad, debería ir experimentando estos comportamientos, midiendo su impacto
a través de los feedbacks necesarios y ensayando nuevas formas de llevarlos a
la práctica.
Un
entrenamiento permanente sobre sus prácticas,
puede irle proporcionando el grado de seguridad que cimiente su eficacia.
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