Más de un puesto de concejal y hasta alguna alcaldía se
han perdido por uno o por muy pocos votos. Y es fácil que hasta un 8/10% de los votantes favorables no acudan a la urnas el
día D, por muchas razones que casi todos conocemos.
El último mes de la campaña debe incorporar
actividades que tengan en cuenta la diferencia
entre conseguir una actitud favorable hacia unos planteamientos/ candidatos y
la decisión de acudir a votar.
Estas
actividades persiguen aumentar el número de personas que acudirán a los
colegios electorales a depositar su voto en la urna. Pero a ningún partido le
interesa aumentar indiscriminadamente esta participación. Se trata de conseguir que vayan a votar, las personas
que pueden considerarse favorables.
Esto
debería implicar que a estas alturas de la campaña, habría que contar con una buena identificación de los
votantes en las secciones electorales priorizadas. Es decir, que se cuenta
con una distinción entre los votantes favorables (seguros y probables), los
indecisos y los que no son favorables (seguros y probables). Si este trabajo no
está suficientemente completado, habría que considerar si es posible completarlo
en los días inmediatos, al menos en las secciones electorales que se consideren
más importantes.
A la hora
de diseñar las actuaciones que pretenden asegurar que los votantes favorables
acudirán a las urnas, habrá que tomar en cuenta la gran diferencia de impacto que van a tener los contactos personales
con esos votantes con respecto a los contactos impersonales de la comunicación
unidireccional. A pesar de lo que es muy frecuente gastar una gran cantidad
de dinero en acciones publicitarias y mítines que no tienen ningún efecto claro
en “sacar el voto”
En el
último mes/mes y medio de campaña, conviene, pues,
·
Identificar
a los favorables, indecisos y no favorables como tarea de los
activistas/líderes políticos, utilizando, en su caso, el contacto telefónico.
·
Adelantar
el voto por correo.
·
Poner
en marcha campañas negativas para votantes no favorables.
·
Organizar
por barrios los contactos personales – visitas domiciliarias, contactos
telefónicos, encuentros de votantes, encuentros de la dirección. Asegurar y
fomentar la capacidad de conversar para coaligarse.
·
Apoyar
el contacto personal con los contactos impersonales posibles – publicidad
directa, flyers para imprimir, debates en la red y en los medios, renovación de
la publicidad exterior, las redes virtuales, noticias/declaraciones en los
medios, mítines/fiestas.
En esta
comunicación, los soportes utilizados deben prestar atención especial a recordar
la importancia de votar, la comparación de programas y manifiestos entre
opciones, el contraste del “barrio/ municipio que queremos” con el
“barrio/municipio que vivimos” y las evidencias de la congruencia de las
prácticas con los valores declarados
Tanto
para rematar eficazmente esta campaña, como para ir preparando las próximas,
habría que ir asignando un nuevo (¿?) papel político a los interventores de las
mesas.
Debería
añadir a la función administrativa de registro vigilancia de las votaciones,
tareas de presencia y animación de los colegios, registro de signos favorables
en votantes que permita intuir un voto favorable, y en general, sus
aportaciones a la inteligencia política como un observador participante.
El día D,
la organización de la campaña debe prever medios para ayudar a acudir y a votar
a los favorables, el seguimiento de voto efectivo de los favorables, y el
recordatorio a los que no hayan acudido a hacerlo a las 14 horas.
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Próximamente, diálogo online, SACANDO EL VOTO DE LOS VOTANTES FAVORABLES
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