¿Coaligarse?
La
capacidad de formar y mantener coaliciones se manifiesta de un modo contundente
en la cantidad de poder institucional – cargos electos – que un partido logra
en las elecciones. Pero el dramatismo de esta manifestación no debe hacer
perder de vista que para llevar adelante muchos cambios y para conseguir
mantenerse en el poder institucional, la organización política necesita
conseguir y mantener un apoyo social activo de sus votantes – donantes, voluntarios.
Para
coaligarse con los votantes, hay que partir de comprender y conocer cómo toman
sus decisiones los diferentes electores. Distinguiremos entre dos decisiones:
la de adoptar una actitud favorable hacia un partido/candidato y la decisión de
ir a votar.
En ambos casos, la mayoría de los electores no presta gran
atención a la vida política, ni se preocupa por conseguir toda la información
que requeriría la complejidad de las decisiones. Tienden a tomar en
consideración las opiniones de unas personas próximas, en las que confían por
coincidencia de valores y por creer que son personas bien informadas y con
criterio. Estos son los influyentes o líderes de opinión. Coaligarse con estos
influyentes repercute de modo definitivo en las decisiones de los votantes.
Identificar y
coaligarse con los influyentes constituye, pues, una tarea principal de una organización
política, no solo en la campaña electoral, sino más bien de un modo permanente.
Por su propia naturaleza, estos influyentes (uno de cada
diez votantes) actúan en cada barrio. La dialéctica “el barrio que vivimos”/”el
barrio que queremos” y los proyectos de desarrollo de barrio pueden ser
soportes privilegiados de esta coalición. Pero no olvidando que es la acción en
común la que proporciona la más fuerte evidencia de que se puede “crecer
juntos” y que habrá que encontrar esas causas que den lugar a que los líderes
sociales y los líderes políticos trabajen juntos.
Salvo, en municipios pequeños esta tarea de coaligarse con
los influyentes, requiere un número de activistas (un 2% del número de
votantes) entrenados para hacerlo.
Contar con este dispositivo viene condicionado por el
grado de coalición/conflicto existente que exista entre el grupo municipal y la
ejecutiva de la agrupación local y entre los activistas y su dirección.
Los modos burocráticos de dirección generan activistas, y
cuando estos existen espontáneamente, tienden más a marginarlos o expulsarlos. De
ahí viene la caída de resultados. Una dirección/candidato que quiera contar con
suficientes activistas para coaligarse con lo influyentes de los votantes tiene
que hacer, al menos: acabar con las “misas conventuales” en que se han
convertido las reuniones estatutarias, sustituyéndolas por reuniones de debate
y decisión política, en las que puedan influir los activistas; convertir a los
activistas que saben hacerlo en entrenadores sobre el terreno de los que no han
tenido experiencia. Esta es su coalición con los activistas.
SIGUE
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Vamos a dialogar sobre estascuestiones en la sesión online del día 9 de abril, de 19,00 a 20,30 horas. Ver programa y modo de participación en este mismo blog y/o en los eventos de Facebook
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