Los nuevos cargos públicos
y gobiernos locales que salgan de las urnas del mes de mayo, se van a encontrar
en una buena mayoría de casos con serias deficiencias en las instituciones que
van a ocupar.
Estas deficiencias habían
quedado disimuladas, primero por las evidentes mejoras de la calidad de vida
local logradas en los primeros mandatos democráticos, y después por la bonanza
económica de la época de la burbuja.
Hoy esas deficiencias nos
encontramos que están en la raíz de muchas de las manifestaciones negativas,
como los déficits financieros difíciles de resolver, la inestabilidad de los
resultados políticos, la abstención y la desafección política.
Peligrosamente, algunas de
las deficiencias institucionales se han confundido con prácticas
pretendidamente normales. Se corre el riesgo, pues, de que los nuevos crean
encontrarse con una situación que no se puede cambiar, máxime cuando algunas de
ellas responden a prácticas también deficientes en la sociedad. Por ello, es
prudente asegurar que los nuevos cargos cuenten con el entrenamiento oportuno
para identificar y atacar estas deficiencias, antes de su toma de posesión, ya
que sin él, será muy improbable que no queden absorbidos por la cultura
dominante.
Prácticamente, podemos
agrupar para su tratamiento estas deficiencias en dos grandes ejes:
- El débil peso y utilización de los criterios de creación de valor
público/eficiencia a la hora de tomar decisiones sobre la actividad
municipal. Así no es difícil encontrarse con infraestructuras y
equipamientos infrautilizados, prestaciones demasiado caras y servicios
que nadie o muy pocos han pedido. Cuando a esto se añade una ineficiente
gestión de los ingresos – impuestos, tasas, precios públicos, subvenciones
- , se explican los déficits difíciles de resolver.
- El
exceso de personalismo y falta de reglas pactadas en la acción de los políticos – tanto
alcaldes, como concejales y altos funcionarios - ; el poco prestigio del
derecho convertido demasiadas veces en un arma de luchas internas, acaba situando
a los gobiernos y administraciones locales en entornos donde predomina la
arbitrariedad, las irregularidades administrativas, y de corrupción de
menor o mayor intensidad.
Desde esta perspectiva
hemos organizado los dos diálogos online
del los próximos martes y jueves:
- “Dotándose
de sistemas de gobierno para
controlar y alinear la institución con la política”, propone el diálogo sobre cómo aprender unas
prácticas presupuestarias que permitan definir el “que/para quién/con qué
coste”, trabaje la base
presupuestaria de un modo funcional y analítico, y la reduzca antes de
ampliarla. Todo esto pautado en una norma de eficacia y eficiencia de la
institución consensuada.
- “Aplicando
el derecho de un modo inteligente”, propone aprender a interpretar correctamente el conjunto del
sistema jurídico y no la literalidad de un precepto legal, y a elaborar
normas específicas de aplicación efectiva de la legislación en cada
institución. Y aplicar todo esto a las lagunas de legalidad y no menos de
eficacia en materias como el urbanismo, la contratación – con pliegos de
condiciones técnicas muy insuficientes
–, la función pública y la gestión económico- financiera.
Es fácil ver las
interrelaciones que existen entre ambos ejes de deficiencias.
Y como en tantas otras
cosas, es aconsejable acercarse a aquellos Ayuntamientos que no adolecen de
estas deficiencias e identificar qué tipo de prácticas han producido que no las
sufran.
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