Propongo una reflexión en dos ejes que pueden contribuir,
simultáneamente, a mantener/mejorar resultados electorales a corto plazo y a
afianzar la eficacia a medio plazo. Este tipo de reflexiones son las claves del
desarrollo de una dirección política consciente (Gramsci).
Ambas reflexiones se entrecruzan en la práctica y
necesitan avanzar con cierto paralelismo.
Su virtualidad en la contribución a la eficacia política radica en ambos
casos en que parten de construir organizaciones al servicio de los intereses y
necesidades de los ciudadanos. Con ellas se pretende contribuir a desarrollar un
liderazgo político local a través de
redes partidarias y una dirección
operativa de la administración diseñada de abajo arriba.
Esta entrada se limitará a enunciar las dos reflexiones,
que se desarrollarán operativamente en sendas entradas posteriores.
Hace algunos meses
escuche como un consultor político diferenciaba la campaña aérea de la campaña
terrestre. Si aceptamos hablar en estos términos habría que recordar que
ninguna guerra se ha ganado solo por sus campañas aéreas, sino que siempre requieren
una superioridad terrestre. Y sin embargo, se suele dedicar más atención y
recursos a las campañas aéreas. Lo que, por otro lado, es más sorprendente en
el caso de los partidos de izquierdas, que no cabe pensar que conseguirán superioridad
aérea.
Hay suficiente experiencia de cómo la organización de
votantes, líderes de opinión, activistas y candidatos/dirigentes en redes
partidarias activas aseguran resultados a corto y medio plazo. Y sobre cada vez
más voces autorizadas que claman por renovar la democracia, extendiendo las organizaciones
políticas coaligándose desde las bases hacia arriba en proyectos a medio plazo.
Al mismo tiempo, las instituciones públicas están diseñadas
desde procesos de arriba abajo, que con frecuencia no llegan a controlar la
ejecución de las prestaciones en el nivel de sus ejecutantes/ receptores. Como
consecuencia, es frecuente observar
equipamientos y prestaciones que no responden a las demandas de los
ciudadanos, dimensionamientos excesivos para las demandas efectivas y
despilfarros diversos con relación a las funcionalidades necesarias. Hoy es posible rediseñar las administraciones,
si se quiere ir superando la politización y los corporativismos
dominantes. Métodos de diseñar las prestaciones y servicios desde su impacto en
los beneficiarios de los mismos; de
organizar el “personal de frontera” que realice y evalúe las prestaciones; de
establecer una jerarquía de las tareas sobre la que proyectar unas jefaturas
administrativas y técnicas; de contar con procesos de evaluación y programación
de las tareas en la mejora de las prácticas presupuestarias; permiten generar
una dirección operativa que no sólo cuente con la confianza de los políticos,
sino sobre todo con su capacidad de conseguir que las políticas se lleven a la
práctica eficientemente respondiendo a las necesidades de los ciudadanos.
Avanzar en estas reflexiones y en la puesta en práctica
de sus conclusiones, requiere actores políticos y administrativos y líderes de
los votantes, dispuestos a entrar en negociaciones y coaliciones que rediseñen
sus respectivos papeles.
SIGUE
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