La comunicación política es, con frecuencia, ineficaz porque el lenguaje que se emplea no refleja los valores de las personas implicadas. Generalmente, oscila entre una descripción abstracta de valores que se persiguen sin referencia a cómo estos valores se traducen en la vida diaria de la persona, y una descripción técnico burocrática de las prestaciones públicas igualmente poco traducidos a la vida diaria de la persona.
El lenguaje ideológico y el lenguaje técnico-burocrático apoyan la política de arriba abajo de las prácticas burocráticas de dirección. Y están entrando en crisis junto a las mismas prácticas. Estos lenguajes contribuyen al descontrol que la dirección burocrática genera, en su ilusión de controlar grandes organizaciones desde arriba.
A mismo tiempo, las ciencias sociales están evolucionando de un análisis conceptual basado en sustantivos y adjetivos a un análisis narrativo basado en sujetos, verbos y complementos.
El intercambio interno
se refiere al que tiene lugar entre los líderes y los cuadros, militantes,
simpatizantes, personal municipal. El intercambio externo se refiere al que se
establece entre un gobierno/candidatura y los militantes del partido, y sus
votantes actuales y potenciales y sus líderes de opinión. En ambos casos, el intercambio tiene por objeto la
satisfacción mutua de determinados valores, no siempre fáciles de
conceptualizar e identificar.
Escuchar historias
permite comprender mejor situaciones complejas, dando cuentas de lo que está
realmente ocurriendo en una organización y su entorno, descubriendo los puntos
de toque donde pequeños cambios pueden transformar el comportamiento y la
moral. Completa la información obtenida por entrevistas y análisis de datos,
descubriendo aquellas zonas “grises” de la realidad que las personas no saben
conceptualizar adecuadamente.
Las técnicas
narrativas se emplean en descubrir las historias, darles sentido e intervenir
para modificar la situación.
No se trata
precisamente de una habilidad comunicativa más, en la búsqueda de mensajes más
fáciles de “colar” a sus destinatarios. Por eso hablamos antes de escuchar
historias, las historias de la gente que tiene los problemas, para entenderlos
en la línea de sus valores y sus percepciones. Las historias a contar después
son historias que interesan a sus destinatarios porque hablan de cómo y quién
se hace cargo de mejorar su calidad de vida, tratando los problemas. Contar
historias sin escuchar historias corre el riesgo de contar algo que no interesa
a los destinatarios, o que no es creíble para ellos.
En el pasado, a los activistas políticos y a los líderes se les entrenaba en oratoria. Ahora, va a ser mas útil que se entrenen en escuchar y contar historias. De este modo, partiendo de las historias que cuentan cómo vive la gente y aprecia su calidad de vida, los políticos podrán captar con más precisión lo que quieren y priorizan los ciudadanos y podrán comunicarles mejor que´sentido tienen sus políticas.
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Leer + en la entrada de este mismo blog de 22 de abril de 2.012, "Un ejemplo de aplicación del método narrativo a la elaboración de una política de abajo arriba desde los barrios de un municipio".
SEMINARIOS: Escuchar y contar historias: un instrumento de la dirección política consciente ; Conversando para coaligarse; Prácticas de Gobernanza Eficaz; Claves de eficacia de una campaña electoral.
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