CONVERSAR PARA COALIGARSE
La
herramienta básica para coaligarse es conversar. Como tal entendemos una
interacción entre dos personas que tiene lugar en las dos direcciones. La mayor
parte de las comunicaciones e interacciones que tienen lugar en la política, no
responden a esta pauta y tienden a ser más bien unidireccionales.
Los siguientes aspectos sirven para enmarcar el tipo de conversación que es útil para
coaligarse.
“Inside/out”
Los políticos pueden ser vistos como que están fuera de
los ciudadanos o que están dentro. A un político que sea visto como fuera, es
posible que ni siquiera se le escuche lo que dice.
Hay que tener en cuenta que el votante suele tener en su
entorno personas en cuya opinión confía
y a los que suele oír de modo más o menos formal o informal antes de
tomar sus decisiones políticas. Es poniéndose de acuerdo con estas personas,
los líderes de opinión de sus
votantes actuales y potenciales, como un político y su grupo pueden llegar a
ser considerados que están dentro del círculo donde se forman las decisiones
políticas de sus votantes. Y esto puede hacerse en los barrios donde viven esos
votantes y sus líderes de opinión, en contactos directos y conversaciones
personales.
El activista/líder político tiene una buena oportunidad de
ejercer un rol que le haga hacerse apreciar por los votantes y sus líderes de
opinión, en la medida que contribuya a su educación
social y política. Al ayudarles a entender realmente la situación, a
trabajar colectivamente sobre los problemas, a aprender priorizar entre ellos, a potenciar sus
propios liderazgos, a resolver por su propia acción sus problemas, el activista
es reconocido como líder político.
Por el camino de favorecer encuentros entre ellos, pueden
llegarse a formar comunidades de
votantes en cuyo seno se forme la voluntad política de sus miembros
Arriba/abajo
Ahora muchos votantes no aceptan que los políticos están
arriba, pero algunos políticos no se han dado cuenta de ello. Y continúan
hablando desde arriba como cuando eran “los reyes magos” y “sabían todo lo que
hay que hacer”.
Ahora hay que escuchar desde abajo, “humildemente”, antes
de afirmar. Las decisiones de los votantes, donantes y voluntarios, no es
seguro que sean favorables. Hace falta indagar humildemente para saber cómo
podrían volverse favorables.
Y no se trata tanto de lo que hacen todos los partidos,
que es introducir una fase de escucha en su actuación, que prácticamente esté
predefinida de antemano. Y tampoco conformarse con unas manifestaciones breves
y poco reflexionadas de los votantes obtenidas de modo más o menos formal, en
poco tiempo.
Se trata más de crear procesos de escucha/respuesta,
permanentes, que conduzcan a una “coproducción” de la política por la coalición estratégica
local – gobierno/grupo municipal; partido y sus activistas; líderes de opinión
de los votantes.
Las
organizaciones políticas actuales adolecen de una gran deficiencia en cuanto a
escuchar. Como organizaciones burocratizadas han puesto el énfasis en “decir” y
prestan poca atención a “escuchar”.
Si queremos comprender
cómo van a tomar sus decisiones nuestros votantes actuales y potenciales y lograr que nos dejen acompañarles en el
proceso de decidir, tenemos muchas incógnitas que despejar.
Las
incógnitas las iremos despejando escuchándoles
hablar sobre sus problemas y necesidades, sobre lo que piensan y saben de
la realidad política, sobre las personas con quienes hablan de políticas y en
quiénes confían a la hora tomar sus decisiones políticas. Y en la mayoría de
los casos, no nos bastará con sus primeras manifestaciones sino que necesitaremos que sigan hablando para
comprender bien el sentido de lo que dicen, los sentimientos que, a veces,
distorsionan sus palabras, lo valores que animan sus manifestaciones.
Nuestros
votantes concederán liderazgo a
personas que creen que quieren dedicar
tiempo a escucharles y que son capaces
de entenderles. Y esto en grado mayor, si, además, les han ayudado a que ellos mismos comprendan mejor sus necesidades
y las de otros. Y ese liderazgo, nos admitirá en el círculo de los influyentes.
Lenguaje
“objetivo”/lenguaje de valores de los votantes.
Mucha de la comunicación política está expresada en un
lenguaje de difícil asimilación, incluso muchas veces para los propios
políticos. Es un lenguaje demasiado dominado por la jerga administrativa y
técnica – el lenguaje de las normas, de los presupuestos, de los planes y
decisiones urbanísticas, de los planes integrales y estratégicos. Por ello, una
parte importante del esfuerzo grande que hacen las instituciones y los partidos
para comunicarse con los ciudadanos, “no comunica”.
Hace falta rehacer el lenguaje de la política, basándolo
en los valores de los votantes, si queremos “comunicar” con ellos. Y para
conocer cuáles son esos valores, que, con frecuencia no están claros ni para
ellos, tendremos que hablar con ellos para que nos “cuenten sus historias”.
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