Esta
es una cuestión que se ha venido repitiendo a lo largo de la historia de los
movimientos progresistas, como señala Gramsci en su artículo de 1.931
“Espontaneidad y dirección consciente”. En él señala la fecundidad y justeza de
la dirección que se dio al movimiento obrero torinés en los finales del siglo
XIX.
“ Esa dirección no era abstracta,
no consistía en una repetición mecánica de las fórmulas científicas o teóricas;
no confundía la política; la acción real, con la disquisición teorética; se
aplicaba a hombres reales, formados en determinadas relaciones históricas, con
determinados sentimientos, modos de concebir, fragmentos de concepción del
mundo, etc., que resultaban de las combinaciones espontáneas de un determinado ambiente de
producción material, con la casual
aglomeración de elementos sociales dispares. Este elemento de espontaneidad no se
descuidó, ni menos se despreció: fue educado, orientado, depurado de todo
elemento extraño que pudiera corromperlo, para hacerlo homogéneo, pero de un
modo vivo e históricamente eficaz, con la teoría moderna. Los mismos dirigentes
hablaban de la espontaneidad
del movimiento, y era justo que hablaran así: esa afirmación era un estimulante,
un energético, un elemento de unificación en profundidad; era ante todo la
negación de que se tratara de algo arbitrario, artificial, y no históricamente
necesario. Daba a la masa una conciencia teorética
de creadora de valores históricos e institucionales, de fundadora de Estados.
Esta unidad de la espontaneidad
y la dirección consciente,
o sea, de la disciplina,
es precisamente la acción política real de las clases subalternas en cuanto
política de masas y no simple aventura de grupos que se limitan a apelar a las
masas.”
“Descuidar -y aun más, despreciar- los movimientos llamados espontáneos, o sea,
renunciar a darles una dirección consciente, a elevarlos a un plano superior
insertándolos en la política, puede a menudo tener consecuencias serias y graves.
Ocurre casi siempre que un movimiento, espontáneo
de las clases subalternas coincide con un movimiento reaccionario de la derecha
de la clase dominante, y ambos por motivos concomitantes: por ejemplo, una
crisis económica determina descontentos en las clases subalternas y movimientos
espontáneos de masas, por una parte, y, por otra, determina complots de los grupos
reaccionarios, que se aprovechan de la debilitación objetiva del gobierno; para
intentar golpes de estado. Entre las causas eficientes de estos golpes de
estado hay que incluir la renuncia de los grupos responsables a dar una
dirección consciente a los movimientos espontáneos para convertirlos así en un
factor político positivo.”
La ausencia de una dirección consciente, sustituida por el intento
de controlar burocráticamente las organizaciones políticas, además de la
desmovilización, genera una anarquía en
los comportamientos, y un falseamiento formal de la realidad, debido a que
la complejidad de estas organizaciones hace imposible un verdadero control
burocrático, concebido para organizaciones mucho más simples.
La inclinación hacia el control burocrático puede justificarse por los desastres en que han llegado a incurrir los movimientos progresistas cuando han funcionado a golpe de espontaneidades. La alternativa estaría en que los dirigentes se impliquen en innovar las formas de liderazgo y gobierno, sustituyendo el control de que los actores se acomodan a los valores que convienen a los dirigentes, por el empoderamiento de los miembros de la organización y su desarrollo en la línea de sus propios valores.
En
los comienzos del siglo XXI, y con más fuerza a partir de la crisis financiera
y económica que vivimos, se está poniendo en causa la eficacia de las formas
burocráticas de control como base de la dirección de todo tipo de
organizaciones. De hecho el modelo de la organización/reloj, basado en la
ciencia clásica, se ha intentado reformar a lo largo del siglo XX para superar
las deficiencias que se venían sintiendo en su aplicación. A partir de finales
del siglo XX, todos los experimentos que se han llevado a cabo, han llevado a
la conclusión de que no se trata tanto de reformar como de sustituir el modelo.
Y
en este sentido, los nuevos desarrollos
de la dirección organizativa eficaz, a partir de las ciencias de la
complejidad, tienden a parecerse a los planteamientos de disciplinar la
espontaneidad por medio de una dirección consciente que la perfeccione y
mantenga su creatividad.
En
el proceso de cambios mayores que va experimentando nuestra sociedad hacia el
postcapitalismo, con un papel clave de las organizaciones y el conocimiento,
las nuevas formas de gobierno y dirección son una palanca determinante de las
transformaciones que tienen que irse produciendo.
En
este marco, parece razonable esperar que los partidos políticos se incorporen
al movimiento de innovar sus maneras de gobierno y dirección, aportando sus
propias experiencias y aprovechando las que lleven a cabo otras
organizaciones.
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Leer + en este mismo blog y en la documentación de los cursos talleres del ciclo de formación y entrenamiento sobre la MAESTRIA DE LA PRÁCTICA POLITICA Y LA GOBERNANZA.
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