CONSIGUIENDO LA “REALIDAD”: POR QUÉ LOS LÍDERES
POLÍTICOS QUIEREN CONNECTAR CON LA GENTE CORRIENTE
Por Carolyn M. Hendriks y Jennifer Lees-Marshment (13/09/2018)
El reclamo para los políticos a “conseguir la
realidad” e “ir al público” es más que por ganar elecciones. Los cargos
públicos pueden diseñar espacios de
compromiso para seguir mejor estas necesidades.
Esta semana el Deputy NSW
Premier John Barilaro advertía que los políticos necesitan abandonar sus
elegantes ropas, ponerse sus vaqueros y conectar con la gente corriente.
Normalmente, tal consejo no solicitado y que cruza la línea partidaria suele
quedar en el aire, pero la NWS Premier, Gladys Berejikian parece estar de acuerdo.
Saliendo de la burbuja
política y conectando con la gente corriente,
este cambio de ropa, no es solo por sobrevivir en las batallas electorales,
ayuda a nuestros líderes a tomar mejores decisiones colectivas, de acuerdo con
la investigación que hemos llevado a cabo con 51 políticos seniors con
experiencia ministerial en Australia, UK, NZ Canadá y USA.
Muchos de nosotros nos
reiríamos ante la idea de que nuestros políticos están genuinamente interesados
en interaccionar y escuchar a los ciudadanos corrientes. Haríamos broma de la
idea de que los políticos pudieran encontrar nuestros puntos de vista perspicaces,
incluso útiles para su toma de decisiones. Y en la idea de que los políticos quieren más(o
menos) oportunidades para encontrarse con los ciudadanos, podríamos decir, “¿A
ver…realmente?
Pero estos son exactamente
los sorprendentes resultados que surgen de un proyecto de investigación
cualitativa en que 51 ministros de gobierno seniors de UK, Australia, Nueva Zelanda y Canadá y
USA fueron entrevistados acerca de sus puntos de vista sobre el compromiso
público.
El compromiso público sería mejor servido si se diseña
en espacios de diálogo informales donde los ciudadanos y los decisores puedan
interaccionar constructivamente.
Más específicamente, los
líderes políticos fueron preguntados si y como valoran el aporte del público
cuando estaban gobernando, como consideran un proceso participativo “ideal”,
que retos les plantea en la práctica el compromiso público y cómo ellos
trabajan alrededor de estos retos. Estos
datos se recogieron como parte de un proyecto de investigación más amplio que
explora el papel de la aportación del público en el liderazgo político contemporáneo.
Antes de este estudio, muy
poco se conocía sobre los que los líderes políticos piensan acerca del
compromiso público. Los optimistas han asumido típicamente que los líderes
valoran cualquier tipo de aportación del público porque aumentan su capacidad
de trabajar eficazmente como parlamentarios. Pero puede decirse de los
ministros que tienen que tomar decisiones para electores (“constituency”) más
allá de sus propios votantes? Los cínicos, por otro lado, han visto siempre
cualquier intento de los líderes de implicarse con el público como meros medios
de ganar más votos.
Nuestra investigación pinta
una imagen más matizada sobre las visiones de los líderes políticos sobre el
compromiso público.
Encontramos que los líderes políticos contemporáneos
dan un gran valor a las aportaciones del público cuando toman decisiones
colectivas. La aportación del público, tal y como escuchamos, informa su juicio, les
ayuda a encontrar nuevas ideas y sobre todo les hace capaces de obtener una
mejor comprensión o apreciación de los problemas. Como un ministro explicaba:
“Tienes que ser capaz de trabajar con la gente, de
hablar con la gente. Este es tu mayor activo político, significa que tú puedes
conseguir noticia avanzada de un problema,. Esta es la primera ventaja. Pero
también significa que estás mejor informado cuando los intentos de alguno de
contarte sandeces. Yo he dicho “espera
un minuto, que no tiene sentido”. Ello informa las preguntas que tú haces. Y la
calidad de tu trabajo con frecuencia depende de las preguntas que tú has
planteado”.
Cuando los líderes consiguen
salir de la burbuja, están mejor situados para acceder a las historias
personales de la gente que vive las realidades de las políticas públicas. Como
otro líder plantea:
“Con frecuencia cuando estás
diseñando una política, particularmente como una ministro, habrá una enorme
cantidad de gente que será afectada. Y ser capaz de comprender estas partes
prácticas de la política y como pueden afectar a la gente y cómo deberías
pellizcarles, es por lo que pienso que con frecuencia estas historias
personales son muy importantes.
Mientras los líderes pueden celebrar la aportación
pública en abstracto, nuestra investigación descubría cómo procesos de consulta
formal, tales como las reuniones públicas, son inútiles para los políticos. Muchos de los líderes
políticos que entrevistamos se lamentaban cómo, frecuentemente, procesos de
compromiso público son demasiado pautados, sobre estructurados y formales. En
su experiencia tales eventos no producen aportación pública que sea útil para
la toma de decisiones porque son espacios de desahogo y antagonismo más que de
diálogo constructivo.
Los líderes orillan las limitaciones de los procesos
convencionales de compromiso público buscando modos más informales y personales
de interaccionar con el público. Los líderes explican que cuando la aportación del público es más cara a
cara, conversacional, directa o uno a uno, pueden profundizar más en las
cuestiones y acceder “a perspectivas de base”.
De acuerdo con un número de los líderes políticos que entrevistamos, a veces es la espontaneidad de
estos encuentros públicos informales lo que puede ser más persuasivo de todo.
¿Cuáles son las implicaciones democráticas de la
preferencia de los líderes por interacciones con el público más informales y
personalizadas? Alguno puede preocuparse porque las interacciones informales entre los
decisores y los ciudadanos individuales ocurren fuera de la vista pública, es
muy verosímil que privilegien los intereses privados sobre las razones
públicas. Otros pueden preguntar correctamente acerca de la inclusividad de
estas interacciones elite-ciudadanos y preocuparse por que los ciudadanos más
privilegiados tendrán mayor capacidad para acceder a los líderes que los
marginados,.
Aun reconociendo estos peligros
democráticos, sugerimos que hay razones para ser más optimistas acerca del
potencial democrático de interacciones informales entre los líderes políticos y
el público. Nuestra investigación encuentra que los líderes disciernen
particularmente acerca de quiénes son los que ellos eligen para escuchar en el
proceso de recibir y digerir la aportación pública.
En conjunto, los líderes
valoran las interacciones informales con los ciudadanos precisamente porque
quieren ir más allá de las demandas de los individuos demasiado interesados y
los grupos organizados en orden a escuchar las perspectivas y el conocimiento
experiencial de la gente corriente. Los líderes políticos celebran particularmente la oportunidad de ir
más allá de su asesores políticos y los confines de la toma de decisión tecnocrática
para escuchar ideas frescas.
Para ser claros no estamos pidiendo que los políticos
siempre escuchen o sigan los puntos de
vista del público. Ellos tienen sus preferencias políticas y escuchan otras fuentes de
aportación de empleados públicos, asesores, grupos de interés y su partido. Sin
embargo, nuestra investigación pone en claro que muchos líderes políticos en el
más alto nivel de gobierno desean conectar e interaccionar con ciudadanos individuales.
Su apoyo al gobierno
participativo es, sin embargo, cualificado; en su experiencia los procesos de
consulta formal como las reuniones públicas no producen el tipo de aportación
pública constructiva y usable que ellos necesitan para informar sus juicios
colectivos. Para este tipo de aportación pública ellos confían en interacciones
informales, espontáneas con los ciudadanos individuales.
La práctica del compromiso
público estaría mejor servida si se diseñara en el interior de espacios
informales de diálogo donde los ciudadanos y los decisores puedan interaccionar
constructivamente.
Crear espacios
participativos donde los decisores se impliquen informal y productivamente con
los ciudadanos podría ser un largo camino para dirigir el mensaje central de este
estudio, que los líderes políticos contemporáneos desean conversaciones
constructivas con los ciudadanos, no escenificaciones pautadas.
Este fragmento se basa en un articulo recientemente publicado en la revuista internacional ,
Political Studies, Hendrik, Carolyn y Jennifer
Lees-Marshment. “Political
Leaders and Public Engagement. The HIdden World of Informal Elite-Citizen
Interaction”
Getting ‘real’: why political
leaders want to connect informally with everyday people
The call for politicians to ‘get real’ and ‘go
public’ is more than just about winning elections. Officials can design
engagement spaces to better suit those needs.
This week, the Deputy NSW Premier John Barilaro
warned that politicians need to ditch their fancy suits, put their jeans on and
connect with everyday people. Normally, such unsolicited cross-party fashion
advice would have ruffled feathers but the NSW Premier, Gladys Berejiklian
(pictured above), appears to agree.
Getting out of the political bubble and
connecting to everyday people, it turns out, is not just about surviving
election battles. It helps our leaders make better collective decisions,
according to research we conducted with 51 senior politicians with ministerial
experience in the Australia, UK, NZ, Canada and the US.
Most of us would laugh out loud at the idea that
our political leaders are genuinely interested in interacting and listening to
everyday citizens. We would scoff at the idea that politicians might find our
views insightful, even useful for their decision-making. And on the idea that
politicians want more (not less) opportunities to meet with citizens, we would
say, ‘Come on … really?’
But these are exactly the surprising results
that have emerged from a qualitative research project in which 51 senior government
ministers from the United Kingdom, Australia, New
Zealand and Canada and the United States were interviewed about their views on
public engagement.
“Public engagement would be better served if it
‘designed in’ informal dialogical spaces where citizens and decision-makers
can interact, constructively.”
More specifically, political leaders were asked
if and how they value public input when governing, how they envisage an ‘ideal’
participatory process, what challenges public engagement poses to them in
practice, and how they work around these challenges. This data was collected as
part of a larger research project exploring the role of public input in contemporary political leadership.
Before this study, remarkably little was known
about what political leaders think about public engagement. Optimists have
typically assumed that leaders value any kind of public input because it boosts
their capacity to work as effective MPs. But can this really be said of
ministers who have to make decisions for constituencies well-beyond their own
electorates? Cynics, on the other hand, have always viewed any attempt by
leaders to engage with the public as a mere means to win more votes.
Our research paints a more nuanced picture of
how political leaders view public engagement.
We find that contemporary political leaders
place a high value on inputs from the public when making collective decisions. Public input, we heard, informs their
judgement, helps them source new ideas and above all it enables them to be able
to gain a deeper understanding or appreciation of issues: As one minister
explained:
‘’You have to be able to work off people, to talk to people. That’s your
greatest … political asset…It means that you can get advanced notice of a
problem. That’s the first advantage. But it also means that you are better
informed when someone’s trying to bullshit you. I’d say “hang on a minute, that
doesn’t make sense.” It informs the questions that you ask. And the quality of
your work is often dependent upon the questions that you’ve asked.’’
When leaders get outside ‘the bubble’, they are
better placed to access the personal stories of people living the realities of
public policies. As another leader put it:
”So often when you’re designing a policy, particularly as a minister,
there’ll be a huge number of people that will be affected. And to be able
to…really understand those practical parts of the policy and how they might
affect people and how you might need to tweak it [is] why I think often those
personal stories are very important.’’
While leaders might celebrate public input in
the abstract, our research uncovered how futile formal consultation processes,
such as public meetings, are for political leaders. Many political leaders we interviewed lamented
how often public engagement processes are too staged, over-structured, and
formal. In their experience, such events do not produce public input that is
useful for decision-making because they are spaces of venting and antagonism
rather than constructive dialogue.
Leaders step around the limitations of
conventional public engagement processes by seeking out more informal and
personal ways of interacting with the public. Leaders explained that when public input is more face-to-face,
conversational, direct or one-to-one, they can probe deeper into issues and
access ‘on the ground’ perspectives. According to a number of political leaders
we interviewed, sometimes it is the spontaneity of these informal public
encounters that can be the most persuasive of all.
What are the democratic implications of leaders
preferences for more informal and personalised interactions with the public? Some may be concerned that because
informal interactions between decision-makers and individual citizens occur
outside the public spotlight, they are more likely to privilege private
interests over public reasons. Others may rightly ask about the inclusivity of
these informal elite-citizen interactions and worry that more privileged
citizens will have greater capacity to access leaders than the marginalised.
While acknowledging these democratic dangers, we
suggest there are reasons to be more optimistic about the democratic potential
of more informal interactions between political leaders and the public. Our
research finds that leaders are particularly discerning about who they choose
to listen to in the process of receiving and digesting public input.
On the whole, leaders value informal
interactions with citizens precisely because they want to get beyond the
demands of zealous individuals and organised groups in order to hear the
perspectives and experiential knowledge of everyday people. Political leaders
particularly welcome the opportunity to get beyond their policy advisers and
the confines of technocratic-policy making to hear fresh ideas.
To be clear we are not claiming that politicians
always listen to or follow public views: they have their own policy preferences and listen to other sources of
input from civil servants, advisors, stakeholders and their party.
Nevertheless, our research makes clear that many political leaders at the top
level of government want to connect and interact with the public.
Their support for participatory governing is,
however, qualified; in their experience formal consultation processes such as
public meetings do not produce the kind of constructive and usable public input
they need to inform their collective judgements. For this kind of public input
they rely on informal, spontaneous interactions with individual citizens.
The practice of public engagement would
therefore be better served if it ‘designed in’ informal dialogical spaces where
citizens and decision-makers can interact,
constructively.
Creating participatory spaces where
decision-makers engage informally and productively with citizens would go a
long way to addressing the central message of this study: that contemporary
political leaders want constructive conversations with citizens, not staged
participatory performances.
This piece is based on a recently published
article in the international journal, Political Studies. Hendriks, Carolyn M
and Jennifer Lees-Marshment (2018) ‘Political Leaders and Public Engagement:
The Hidden World of Informal Elite–Citizen Interaction.’ Political
Studies. Available online (early view).
Carolyn M. Hendriks is an Associate Professor at the Crawford
School of Public Policy at the Australian National University (ANU). Her work
examines democratic aspects of contemporary governance, including
participation, deliberation, inclusion and representation. She has taught and
published widely on the application and politics of inclusive and deliberative
forms of citizen engagement. She is the author of over 40 published works, some
of which have won awards including the Mayer Journal Prize for best
paper in published in 2017 in the Australian Journal of Political
Science. @CarolynHendriks
Jennifer Lees-Marshment is an Associate Professor in political
science at The University of Auckland in New Zealand. Author/editor of
14 books, Jennifer is a world expert in political marketing with
additional research interests in public input, leadership, and governance. Her
most recent work The Ministry of Public Input (Palgrave 2015) won the IAP2
Australasia Research Award. Jennifer was academic advisor to TVNZ’s Vote
Compass in the 2014 New Zealand election and Chair of the Magna Carta 800
committee for NZ in 2015. @jleesmarshment
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