1.- Conseguir que un conjunto de personas actúen
de modo que obtengan un resultado/objetivo común, no es algo que tiene lugar
sin un esfuerzo de dirigir. Este
esfuerzo será mayor o menor, según que
la organización que se intenta lograr sea mayor o menor, más compleja o menos
compleja.
Los hábitos de cooperación/superación de
conflictos y de dominio de la realidad,
que hacen a una organización eficaz los adquiere ese conjunto de personas como
fruto de la aplicación también habitual de unas prácticas de dirigir por parte
de algunas personas de la organización, cuantas más mejor, si están bien
coaligadas entre sí. Esta difusión de las prácticas de dirigir, es la que llega
a producir organizaciones altamente
eficaces.
2.- La crisis de los sistemas de
gobierno y dirección en las
organizaciones: hacia la organización de la complejidad.
La incertidumbre y la falta de dominio de la situación que muestran los
líderes y dirigentes, está haciendo patente de un modo dramático algo que se
venía sospechando y comentando hace bastante tiempo:
No funcionan los actuales sistemas de dirección
basados en el control desde arriba.
La mayoría
de estos controles hoy son un teatro sin
eficacia.
Y cuando se
hace necesario cambiar son completamente
inútiles cuando no contraproducentes.
Desde la mitad del siglo veinte, al menos, se han venido sintiendo los síntomas de inadecuación de este modelo
organizativo a las necesidades de la realidad. Todo ese período está
cuajado de aparición de nuevas teorías
para mejorar el funcionamiento de las organizaciones y de innumerables
iniciativas por parte de las propias organizaciones para modificar sus
estructuras y mejorar su funcionamiento.
Todos estos intentos de reforma se van demostrando como insuficientes porque lo que falla es el
modelo de base: las organizaciones no deben ser como un reloj o una
máquina, y el diseño jerárquico funcional no es la mejor manera de conseguir
eficacia y eficiencia.
Lo que ahora se ve con más claridad, a posteriori, es que deben
emprenderse cambios más radicales, abandonando
casi todas las ideas que hasta ahora se mantenían como que eran la clave de las
organizaciones eficaces, derivadas de la ciencia clásica con base mecánica.
“…la dirección basada en crear visiones
compartidas de la realidad, acuerdo sobre objetivos a alcanzar y entrenamiento
de las personas…”
Hay que abandonar la idea de que la dirección se
basa en el control, por la dirección basada en crear visiones compartidas
de la realidad, acuerdo sobre objetivos a alcanzar y entrenamiento de las
personas para que sean eficaces en la realización de las tareas que permiten
que alcancen los objetivos. El control
así se substituye con ventaja por la auto
organización
3.- Mantenerse en forma para dirigir, requiere una capacidad de leer
lo que pasa dentro y fuera de la organización y de interaccionar con los
correspondientes actores, que tiene que ser consecuencia de un cierto entrenamiento permanente, al estilo de
lo que se tiene como normal en los deportes o en la ejecución musical.
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