“Estrategia
y dirección operativa. [1]
En
las organizaciones políticas, es frecuente elaborar estrategias más o menos
planificadas, sin contar con su estructura y su funcionamiento actual. Y
también es muy frecuente que estas estrategias se queden en meras
elucubraciones porque la práctica lleva a la organización por otro camino.
En
honor a la verdad, habría que decir también que éste es un problema que aqueja
a todo tipo de organizaciones, que tengan un cierto tamaño. La división del
trabajo en vertical y en horizontal que acompaña a la dimensión de una
organización, precisamente hace difícil
integrar suficientemente el presente y la consideración del futuro, los
diferentes estilos de pensamiento y de acción, y la traducción en resultados a
lo largo del tiempo de las actuaciones actuales.
Esa
integración es un signo distintivo de
una dirección que tiene éxito en el presente y, al mismo tiempo está
asegurando ese éxito para el futuro. Esta dirección puede responderse a tres
preguntas clave separadamente e integrar en sus decisiones actuales las
respuestas a las tres:
·
¿Dónde estamos?
·
¿Dónde estaremos?
·
¿Dónde deberíamos estar?
La
dirección estratégica, en cuanto es
practicada como el específico modo de actuación de las cúpulas responsables de
una organización política, se convierte
así en la herramienta principal al
servicio de éxito actual y su supervivencia y éxito futuro.
Esta
dirección utilizará estudios para conocer mejor posibles escenarios futuros,
pero su contenido fundamental son
decisiones que ha de tomar ahora teniendo en cuenta esos escenarios y la
estimación del plazo de respuesta de los resultados a esas decisiones. Lo que
importa son, pues, las decisiones y las
acciones que generen, bastante más que los estudios que se utilicen en
ello.
Por
otra parte, no es posible tomar esas decisiones con racionalidad si el trabajo que actualmente hace la
organización no está sometido a control, tanto de plazos como de
resultados, de modo que la dirección tenga conciencia de ello y lo tenga en
cuenta en sus decisiones sucesivas.
Esto
hace imprescindible para una buena dirección estratégica, la existencia de una dirección operativa que,
ü
consiga
que el trabajo actual se haga
sistemáticamente en orden a alcanzar los objetivos propuestos en términos
de los resultados de la organización;
ü
proponga
abandonar las actividades organizativas
que la experiencia muestra como poco útiles para el logro de esos
resultados, al mismo tiempo que asignar
más recursos a las que, por el contrario, muestran una buena contribución a la eficacia y la eficiencia de la
organización;
ü
contribuya
a encontrar formas nuevas y diferentes
de alcanzar los objetivos, logrando que los niveles intermedios y de
ejecución no crean que basta con “hacer más de lo mismo” ;
ü
y
contribuya, igualmente, a estimar cuándo
hay que empezar a trabajar para conseguir los resultados cuando se
necesitan.
Aunque
la dirección superior de las operaciones de la organización política, deberá
estar integrada en la cúspide de gobierno de la coalición estratégica, la mayor
parte del trabajo será el cometido principal de los niveles intermedios
regionales, comarcales y locales.
Los
resultados que pone bajo control la dirección operativa son los ya mencionados
de votos, fondos y voluntarios.”
[1] Este texto corresponde al
Cuaderno de Trabajo para Cuadros Políticos titulado LA DIRECCIÓN DE ORGANIZACIONES
POLÍTICAS, PÁG 19/21.,que puede consultarse en la biblioteca de la Fundació Josep Irla, de Barcelona.
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