Vivimos en una fuerte
crisis de las organizaciones que regulan el funcionamiento de la vida
colectiva e individual y de los modos de
gobernarlas/dirigirlas. Una visión impresionista de esta situación puede
leerse con provecho, por ejemplo, en EL FIN DEL PODER (2.013) Moises Naim, editado por Random House-
Mondadori,S.A. Barcelona.
Esta crisis tiene lugar, y en parte está producido, por
la transición que vivimos en uno de esos grandes cambios como los que han
tenido lugar anteriormente cada doscientos años.
Observado todo esto desde las organizaciones, se va
poniendo de manifiesto que la mentalidad, las estructuras y las prácticas de
gobierno/dirección burocráticas, están perdiendo el control de la situación, a
pesar de sus intentos de control central desde arriba.
Los partidos políticos, como organizaciones,
experimentan esa crisis de un manera especialmente aguda.
Burocracia/democracia
En general, se habla de ir superando la jerarquía
burocrática de las organizaciones por una jerarquía democrática.
En la jerarquía
burocrática, los dirigentes juegan a la cucaña de su avance por la
jerarquía, utilizan su poder sobre todo en interés propio, ven su papel como de
imposición de un camino a la organización y sus miembros, tienden a lucir como
“líderes heroicos”/candidato excepcional que no/dirigen a sus seguidores, sino
se limitan a responder sus preguntas sobre lo que hay que hacer, o fijan
objetivos sin implicarse en el cómo se alcanzarán, o, cuando no pueden
imponerse, acomodan sus objetivos a lo que sus seguidores están en disposición
de alcanzar sin mejora.
En la jerarquía
democrática, los dirigentes equilibran sus intereses propios con el logro
de unos resultados sostenidos de la organización en su entorno, conciben su
papel como de empoderarse empoderando a los otros, utilizando su poder para
coaligar el mayor número posible de otros líderes, seguidores y recursos; como
candidatos dan un papel prioritario a las redes partidarias.
Adoctrinamiento/maestría
Toda organización, con jerarquía burocrática o
democrática, necesita influir en los comportamientos de sus miembros, si bien
en la segunda, el mayor papel que asigna a más personas con el propósito de
empoderarlas, le da un papel más importante a la formación y entrenamiento de
los miembros de la organización, tanto cuantitativo como cualitativo.
La jerarquía burocrática se preocupa por adoctrinar a
sus seguidores, sobre todo en ideas, con la aplicación de técnicas previas,
utilizando para ello profesores con dominio de las técnicas, sin importar
demasiado si tienen o no experiencia de la práctica
La jerarquía democrática pretende que los miembros de
la misma lleven a cabo “una conversación reflexiva con la situación” como
fuente de sus prácticas, con la ayuda de “buenos prácticos reflexivos”, que
quieran y se preparen como entrenadores sobre el terreno, más al estilo de los
entrenadores deportivos que de los profesores de escuelas o universidades.
En este sentido, la maestría de las prácticas políticas,
no es una traducción al castellano de los masters universitarios – que sólo muy
pocos tratan de prácticas, sino más bien de profundizar en ideas, teorías o técnicas.
El curiculum formador se organiza alrededor de unos pocos ejes de acción, y no
tiene mucho que ver con los grandes tomos de determinaciones de las
conferencias o congresos.
Ni la jerarquía
democrática, ni la maestría de la práctica política, puede concebirse hoy a niveles
muy altos de una organización política. Pueden originarse en niveles locales o
comarcales en líderes y grupos empeñados en coaligarse para ganar poder
institucional en servicio de los intereses propios de sus comunidades de
votantes, como mayoritarios de sus respectivas comunidades locales.
Leer + en otras entradas de este mismo blog.
PROXIMA CONVOCATORIA :Maestria de la Práctica Política.
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