ESTRATEGIAS PARA APRENDER A
DIRIGIR CONSCIENTEMENTE LA POLÍTICA
Gobernar, dirigir, gestionar y
otras contingencias
No hay
que caer el error, tantas veces cometido al tratar de dirigir tanto en el mundo
público, como el privado, de poner el énfasis en encontrar unas pautas de
actuación de validez general. No hay una manera de dirigir mejor. Dirigir bien
depende de la situación del entorno como del propio director.
En la
realidad, no hay dos puestos que exigen dirigir, ni siquiera dos días de la
misma persona, que sean iguales.
Una
institución local lleva a cabo actividades muy diferentes entre sí, que
requieren diferentes maneras de dirigir, si bien políticamente podrían medirse en
común y priorizarse, si se tiene la capacidad de apreciar el valor público que
generan para los ciudadanos. (“Qué, para quién/con qué coste”
En una
misma institución nos encontramos la necesidad de definir y priorizar las
actuaciones, de ejecutar con cierto nivel de eficiencia esas actuaciones, de
coordinar unas actuaciones con otras, de evaluar el impacto de las actuaciones.
Y todo eso no siempre se lleva a cabo ni funciona de un modo jerárquico, según
fijan las normas. De hecho, con mucha frecuencia, hay personas que ejercen un
poder autónomo en orden a lo que consideran son sus propios intereses. Y en ese
sentido, conseguir alinearlos recursos y esfuerzos disponibles alrededor de un
política puede convertirse en un proyecto de gobierno de quienes ocupan la
cúspide de la organización – el alcalde y su gobierno.
Lo único
que puede tomarse como una pauta general, es precisamente apreciar acertadamente cuál es cada situación – externa/interna – preparar cual es la práctica adecuada
para ella y evaluar cada vez si se
consigue lo que se propone, siempre que se haya propuesto.
Dirigir y no dirigir
Lo
cierto, es que podemos afirmar que proponerse dirigir no es un empeño fácil en
estas instituciones. Y que es muy natural que los políticos se sientan inclinados
más a jugar el papel de un influyente poderoso para conseguir unas cuantas
prestaciones que les interesa de la institución que a asumir el esfuerzo de
conseguir desarrollar y mantener un elevado nivel de realización de la misma.
Por
contra, hay evidencias de sobra sobre el hecho de que mantener unos resultados
políticos a medio plazo, viene acompañado, por un liderazgo político sostenible
en la comunidad y un gobierno dominante en la administración. A esto hemos
venido etiquetando como gobernanza eficaz. Y ello implica llevar acabo buenas
prácticas de dirigir para coaligar el partido con el gobierno/grupo municipal y
ambos con los líderes de opinión de los votantes; para coaligar los partidos
que forman el gobierno; para coaligar el gobierno con la administración.
Lo que obliga al entrenamiento
permanente
La
magnitud y la extensión de los cambios que se hacen necesarios deducidos
de los dos últimos ciclos electorales, permite decir que, probablemente,
nunca ha sido mayor que ahora la necesidad
de aprender para los políticos, y, en general, para todas las personas que
quieren ejercer algún tipo de autoridad. Vistos con perspectiva, la transición
democrática de los setenta/ochenta, requirió menos cambios de comportamientos
que la crisis que vivimos.
Lo que
debería quedar fuera de toda duda es que los cambios que se han producido y las
malas prácticas que pueden observarse como causas de resultados políticos
negativos, prohíben mantener esas prácticas y obligan a que los gobernantes y
los dirigentes de los partidos, se aseguren que van a contar con tiempo y
recursos para los nuevos aprendizajes. Porque practicar con cierta eficacia
comportamientos en los que no se tiene suficiente experiencia previa, requiere
aprendizajes.
Concretándonos
a entornos próximos, y sin perjuicio de un desarrollo más detallado después,
podemos considerar tres campos de aprendizaje urgentes:
La capacidad para
coaligarse, sin la que no se llega a
mayorías estables para gobernar, de lo que tenemos una buena cantidad de
ejemplos reales.
El cambio de
juego que comporta el paso de la abundancia
a la escasez.
La política como conversaciones, escuchar, preguntas,
compromisos, más que discursos, argumentarios, ponencias, aplausos.
Pero no
estaríamos acertando con el tratamiento si, antes, no ajustamos el significado
de la palabra aprendizaje con relación a
lo sucede en la práctica.
¿Qué es
lo que hace falta aprender? Cómo gobernar
y dirigir los partidos y las instituciones públicas de manera que, en unos
casos, grupos que han ganado mayorías no las vayan a perder en las siguientes
elecciones, y en otros, que grupos, “enjaulados” en sus minorías o habiendo
perdido sus mayorías, puedan mejorar su situación en esas próximas elecciones.
Estos
cómos no son sólo ideas ni conocimientos a adquirir sino sobre todo nuevos comportamientos, prácticas de
interacción entre los componentes del
capital social partidario, valores que se materializan en comportamientos y
prácticas.
Aprender
comportamientos/prácticas/valores no es una cuestión que se lleve a cabo en
aulas de corte escolar o académico. Se requiere entrenamiento sobre el terreno en que tiene lugar la acción,
preparando/ ensayando las acciones y decisiones y evaluando los resultados que
se obtienen de ellas. Esto puede empezar con la ayuda de entrenadores
singulares, con vistas a que los gobernantes y directores adquieran su
autogobierno personal. Este autogobierno personal contribuye a que cada persona
de las mencionadas sea capaz de superar prácticas burocráticas por otras emprendedoras
que les permita ser capaces de innovar autónomamente, en lo necesario, sus comportamientos/ prácticas/ valores, y
ayudar a que otros los aprendan a su vez.
Las
prácticas de dirección consciente, que fundan el liderazgo de los gobernantes y
dirigentes, no tienen que ver con habilidades de imposición, persuasión o
coacción, típicas de la dirección burocrática, basada en el control. El mejor
liderazgo procede de comprender la
situación global que se vive, descubrir anticipadamente en ella la acción que
puede resultar más satisfactoria para todos los implicados, diseñar las tareas
eficaces para ejecutar la acción y asegurar los entrenamientos para que los
actores las lleven a cabo eficientemente. En el bien entendido, que estamos
hablando de realidades que “no están quietas” y que, por consiguiente, el
liderazgo de las mismas requiere una comprensión cambiante de visiones del
pasado, presente y futuro y un permanente aprendizaje.
Ahora
bien, dirigir requiere emplear mucha energía en ello y su práctica puede
erosionar, frecuentemente, la motivación y la tensión puestas en hacerlo, y
especialmente en detectar y corregir a tiempo las desviaciones sobre lo que se
prevé inicialmente.
Cabe,
pues, pensar en abandonar los formatos formativos de corte exclusivamente
intelectual/escolar y pensar en otros más próximos a los entrenamientos
deportivos o a los ensayos de la ejecución musical.
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Leer + en ese mismo blog y en www.marcoslekuona.net/Eventos
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En la jornada PRACTICAS DE GOBERNANZA EFICAZ hay la oportunidad de reflexionar y obtener documentación sobre entren arse para dotarse de reglas y sistemas de gobierno que ayuden a dirigir la coalición gobierno/partido, la coalición de partidos que forman un gobierno y la coalición gobierno/administración.
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