Orientarse
a los resultados
La gran cantidad de incertidumbres y conflictos que se
encuentran en la vida política, producen que en este mundo se lleven a cabo
muchas actividades sin tener en cuenta el efecto que van a producir en los
resultados políticos.
Orientarse hacia los resultados no es una actitud
normal entre el personal político. Muchas veces ni siquiera existe un acuerdo
sobre cuáles son esos resultados políticos, y si son los deseables para algunos
de sus miembros.
Llegar a acuerdos sobre ellos y aceptar orientar los
esfuerzos para conseguirlos, puede conseguirse como consecuencia de mantener
unos procesos verticales de interacción en que se intercambien compromisos de contribuir a los resultados acordados con las ayudas que pueden contribuir a
los objetivos personales del comprometido y a conseguir cumplir con sus
compromisos.
Estos procesos pueden ser
entrevistas personales, y también reuniones de grupo. En este sentido, cabe
decir que los órdenes del día de las actividades colectivas –asambleas,
ejecutivas, grupos de trabajo, conferencias, congresos – deberían tener siempre
espacio para establecer objetivos de resultados, acordar proyectos para
lograrlos y evaluar ejecución de los
mismos, junto con la aproximación a los resultados pretendidos.
Y al mismo tiempo, dialogar sobre la relación existente
entre las prácticas reales y los valores que se acuerda declarar y cómo mejorar
su cumplimiento.
No
tener que lamentar un gobierno de coalición de partidos
Lo más probable es que lo próximos gobiernos sean
gobiernos de coalición de partidos. Y muchas de las prácticas que se llevan a
cabo son contradictorias con conseguir una coalición madura y dominante. Muchos
gobiernos de coalición han perdido poder interno en sus instituciones. Y quedan
muchas incógnitas sobre si van a conservar a sus votantes anteriores.
Estas coaliciones poco maduras- con
pocas metas comunes y alto gasto de energía en conflictos internos que no se
resuelven – pueden darse, y de hecho, se han dado en gobiernos de un solo
partido con mayoría absoluta. Y se están dando en los gobiernos de coalición de
partidos y en los gobiernos minoritarios consecuencias de las elecciones de
2.015.
Algunas de las líneas de análisis para
comprender estas situaciones pueden ser
· Se coaligan las personas, antes que los grupos o los
partidos.
· Coaligarse es una práctica contradictoria con la
imposición/mando que es la práctica más extendida.
· Las negociaciones que pueden llevar a una coalición
madura, requieren mucho más tiempo para su constitución y mantenimiento
que los que habitualmente se les dedica.
· En la medida que los partidos que se coaligan no
visualicen ni compartan la realidad político-electoral del municipio, lo más
habitual es que cada uno esté pensando en “robarle la cartera” a algún socio.
· Operativamente, faltan reglas sobre cómo tratar los
desacuerdos, cómo tomar decisiones sobre asuntos globales, como presupuestos,
nombramientos, protagonismos o comunicación.
· La estructura política por concejalías funcionales
balkanizadas contribuye a hacer más difícil la madurez de las coaliciones.
· Muchos de los votantes de cada partido no entienden
bien lo que significa un gobierno en coalición o minoritario y se hace poco por
educarles en ello.
En
esta agenda política, habrá que incluir actividades que vayan corrigiendo estas
deficiencias. Esto podrá irse haciendo en la medida que un grupo o una persona
-¿alcalde? – vaya logrando el liderazgo sobre la base de proporcionar a los
concejales respuesta cumplida a sus dos grandes incertidumbres: cómo llevar a
cabo bien su tarea de concejal y cómo asegurar que se ganan –o al menos no se
pierden votantes. No es fácil hacer esto – y hasta puede que, en ciertos casos
esto sea imposible – pero hay ejemplos de haberlo conseguido. Y a ellos nos
remitiremos en el proyecto de actuaciones.
Irse dotando de una dirección
profesional de la administración para liberar tiempo de los cargos públicos.
Hoy,
una mayoría de cargos públicos tienden a ejercer personalmente la gestión, o a
través de personal de confianza no profesional, desperdiciando el potencial de unos funcionarios superiores que,
normalmente, deciden por debajo de su capacidad, y en los que podrían estimularse capacidades de dirección.
La
estructura política por áreas
funcionales, no facilita la coordinación en cuestiones transversales. Y se
prefiere el poder personal y la arbitrariedad a pautar los comportamientos políticos con reglas y sistemas consensuados
que faciliten un funcionamiento eficaz y eficiente. En este sentido, es notable
el despìlfarro que supone no utilizar el sistema
presupuestario público – homologable potencialmente con los de cualquier
democracia occidental -como un sistemas de gobierno y dirección.
o.o.o.o.o
Estas simples definiciones de los ítems de la agenda
política 2.017/2.019, tendrán una traducción detallada de las actuaciones que
deberían ser ejecutadas en los 5 cuatrimestres que restan hasta las elecciones,
en unos programas clasificados por ejes de proyecto.
Parece preferible invertir tiempo en diseñar bien los
cómos que en enfrascarse en razonar y describir los qués.
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