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jueves, 10 de enero de 2013

HABLANDO SOBRE VALORES


Cuando oí por primera vez hablar de que había un premio sobre valores, tuve la misma sensación de sorpresa y alegría, de quien encuentra una flor exótica en medio de un desierto. (1)

Efectivamente, es muy poco frecuente oír hablar de valores. Y cuando se hace, suele ser invocándolos como entes abstractos normativos que casi nadie se preocupa de verificar si y cómo tienen lugar en la realidad. De hecho, el predominio de la mentalidad y las prácticas burocráticas de dirección en las organizaciones públicas y privadas, ha confinado estas realidades en el terreno de las declaraciones abstractas – como pueden leerse en documentos programáticos de grandes organizaciones. En estas declaraciones pueden verse proclamados los valores más progresistas, sin riesgo de que nadie pueda exigir su congruencia con las prácticas. Y de todo ello, no se habla.

Sin embargo, un diagnóstico bastante aproximado de casi todas las crisis que sufrimos radica en estas incongruencias entre los comportamientos prácticos y los valores que se predican por sus actores.



Avanzar sobre esta situación, requiere empezar por hablar sobre valores. Para mucha gente esta es una palabra vacía, que no saben encontrar en las realidades que viven. Esto dificulta convocarlas o pedirles que convoquen a otros a una reunión donde se premian unas entidades/personas en función de unos valores. Hace falta mucha pedagogía  desde una congruencia mayor que la habitual.

En este sentido, un evento como el de premiar por valores es una buena oportunidad para inaugurar un proceso de cambio en una organización. Y esto, a condición de que el acto de configure como un hito de un proceso de diálogo, clarificación y traducción en prácticas habituales de los valores que se decide que configuren el funcionamiento de la organización. 

En las organizaciones políticas, la cada vez mayor visibilidad de los comportamientos políticos, va indicando que la clave de la sostenibilidad de los resultados políticos radica en “ejemplificar los valores que se predican” y que, a sensu contrario, la desafección viene generada por la incongruencia entre las prácticas políticas y los valores que se predican.

La revitalización de la organización socialista tiene que venir apoyada en el aprendizaje (o reaprendizaje, según se mire) de unas prácticas de interacción entre los actores políticos del tipo de construir consensos, formar militantes y votantes para el autogobierno y no la sumisión (“empoderar”) empezando por clarificar y priorizar los propio valores, elaborar/comunicar la política de abajo arriba, y algunos más.

A esto obedecen iniciativas como un enriquecimiento de la estructura del partido que con equipos de barrio y sección electoral reconstruyan las redes de la comunidad socialista, identificando y acompañando con servicios políticos a los votantes actuales y potenciales y a sus líderes de opinión, y como el desarrollo de la autonomía de los votantes en la clarificación de sus valores, a través de “el barrio/municipio que vivimos” y su contraste con “el barrio/municipio que queremos” basándose en las propias vivencias sobre la mejora/desmejora de su calidad de vida.
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(1) Me refiero a la convocatoria de los 17 Premios "La Ciutat del Valors.El Valors de la Ciutat, por los socialistas de la ciudad de Valencia, el próximo jueves 17 de enero, en el Palau de la Musica.      

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