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sábado, 19 de septiembre de 2020

APUNTES DE LOS ENTRENAMIENTOS EN PRÁCTICA POLÍTICA



Un primer ensayo de un marco conceptual introductorio


Estamos empezando a constituir un grupo de entrenamiento alrededor del arte del activista/líder político, a partir de un grupo de Facebook que venimos titulando “Nuevos liderazgos activistas para la democracia”. Es un intento de, a la vez, diseñar y entrenar en un liderazgo político no burocrático a personas insatisfechas de la propuesta actual de los partidos políticos e instituciones académicas, y deseosas de autogobernarse en la línea de sus valores.


En la primera semana de funcionamiento de este grupo, hemos encontrado tres esquemas conceptuales que sirven para cubrir sendos vacíos de la formación burocrática: la política como fenómeno social universal y como empleo del poder; los problemas públicos, como sentimientos de privación de algún valor por parte de las personas en lugar de “reificarlos”; la organización de grupos como actores de la política.


Efectivamente, la política y el empleo del poder que ella comporta, no deben ser vistos como actividades especializadas. Se pueden producir en todos los ámbitos sociales y los aspirantes a líderes políticos pueden aprender en todos ellos a apreciar lo que valoran las personas con que se relacionan. No debe el líder intentar actuar más allá del poder que pueda ejercer, y sí encaminar sus actuaciones a la consecución, mantenimiento y desarrollo de su poder, en términos de los valores de quienes pretende liderar.


No es difícil desde aquí pasar al segundo esquema que proponíamos. Los problemas públicos no son “cosas”, sino la suma de insatisfacciones de personas. La política burocrática de arriba abajo tiende a sustituir las insatisfacciones personales por abstracciones sustantivas y con frecuencia no responde bien a los valores en presencia. El liderazgo activista, en la medida que no pierde el contacto con sus votantes, puede desarrollar políticas de abajo arribamás satisfactorias para ellos.


No esperábamos que saliera tan pronto esta cuestión de la constitución y el funcionamiento del grupo de activistas; pero, efectivamente, ha surgido en los relatos y conversaciones en esta primera semana. Si el trabajo político ha de hacerse necesariamente en grupo, la constitución y funcionamiento de estos grupos va a ser un factor importante de la eficacia de los mismos. No será prudente que un líder piense que puede constituir un grupo eficaz con cualesquiera miembros. No se trata solo de pensar en sus competencias, sino ante todo en sus valores. Sin perjuicio de profundizar más en el tratamiento de esta cuestión más adelante, parece oportuno llamar la atención desde este principio en la necesidad de acordar valores como clave de la eficacia del trabajo en grupo.


De estos esquemas conceptuales estamos proponiendo ejercicios y serán también tenidos en cuenta en ejercicios de semanas sucesivas.


(Ver + en “Nuevos Liderazgos Activistas para la Democracia”/ Facebook)

miércoles, 9 de septiembre de 2020

EL ARTE DEL BUEN POLÍTICO CAPAZ. FORMANDO Y MANTENIENDO COALICIONES (II)

Ya publicado en mayor de 2.018




Los burócratas controladores desde arriba y los “soldaditos burocráticos” que todo lo esperan de lo que venga de arriba deben  transformarse o serreemplazados por activistas/líderes políticos, autogobernados en la línea de sus valores, y capaces de coaligarse con los líderes de los votantes, con otros activistas y con los dirigentes de sus partidos.

Esta transformación o reemplazo requiere una inversión de atención y recursos, a dos prácticas de dirección que los partidos y organizaciones políticas han trabajado poco y mal: por una parte, la organización de los efectivos de militantes y, por otra, su entrenamiento en las prácticas de interacción, y el de los dirigentes en la dirección consciente.

La organización política debe basarse en una arquitectura social que parta de la formación y animación de barrios (unos 10.000 electores=10 secciones electorales), que diferencie el papel de los líderes de opinión de los votantes, del de los líderes políticos/activistas. Y éstos llevar a cabo interacciones desde dentro (“inside”) y no viniendo desde fuera; no desde arriba; y en un lenguaje de valores y no solamente técnico burocrático.

Los activistas/líderes políticos han de coaligarse por medio de dos suertes de interacciones entrelazadas:

·        Conversando para coaligarse, en conversaciones de invitación, posibilidad, propiedad, dudas, compromiso y reconocimiento, formando comunidades de votantes
·        Actuando para coaligarse, escuchando y haciendo escuchar a los miembros de la comunidad entre sí; empoderando a los líderes sociales y ejemplificando en sus prácticas los valores que propugnan.

En el entrenamiento para llevar a cabo estas prácticas, conviene desarrollar habilidades,

·        conceptuales – la política, la organización, el poder, las interacciones/prácticas, mecanismos de la política;
·  de autocomprensión – motivos euilibrados, actitud hacia la racionalidad burocrática;
·        consciencia – los que tienen el poder, el entorno social;
·        interpersonales – interacciones, presentación persuasiva, reto productivo, lectura ajustada de otros.






El entrenamiento en prácticas políticas, como el deportivo, se requiere permanente y esto no se podrá hacer si la organización no es capaz de generar sus propios entrenadores. Estos entrenadores deben ser entrenados a su vez, para pasar de jugadores a entrenadores, a partir de “buenos prácticos”, o jugadores. El pase de jugador  entrenador eficaz pasa por adquirir la capacidad de reflexionar desde y sobre la práctica, y los modos de aprendizaje.

Le eficacia a largo plazo de un partido, está ligada a que sea capaz de aprender así de su propia buena experiencia.


La arquitectura social de la organización del partido puede enriquecerse notablemente con la constitución de equipos de aprendizaje de buenas prácticas alrededor de objetivos de resultados políticos, por barrios y secciones electorales.


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EL ARTE DEL BUEN POLITICO CAPAZ. fORMANDO Y MANTENIENDO CO9ALICIONES (i)


Esta entrada se publicó ya en mayo del 2.018










Casi todos los problemas que hoy aquejan a nuestra democracia tienen sus raíces en la falta de comprensión que sus actores tienen de lo que es – o debiera ser- la política democrática. Partiendo de una experiencia anterior – la de una dictadura carismática y burocrática – la nueva democracia ha venido improvisando una práctica política mezclando las experiencias de una resistencia clandestina, los modos de hacer de las administraciones públicas y privadas, las influencias de técnicos y expertos de variada trayectoria, las demandas y maneras de intereses más o menos organizados, los impulsos simplificadores de los medios de comunicación masiva. Los partidos políticos, desbordados por la enorme tarea de hacer funcionar el nuevo régimen, no han tenido ni la capacidad doctrinal, ni la capacidad directiva de “inventar” las maneras democráticas de dirigir. Así, y con la excepción de algunos municipios e instituciones que pueden considerarse “casos desviados”, la política, a diferencia de los primeros años de la transición democrática, se encuentra sometida a crítica profunda y desafección.

Esta situación tiene sus raíces en la mentalidad y las prácticas autoritario-burocráticas que finalmente – y con las excepciones apuntadas – domina nuestra vida pública, política y no política. Y en ese contexto, los actores de la política, los partidos, están poblados de burócratas “controladores desde arriba” y “soldaditos burocráticos” – que todo esperan que les venga de arriba. Los partidos políticos han expulsado a casi todos los miembros que no quieren ser ninguna de las dos cosas, y junto a ello han arrastrado la abstención y provocado la desafección.








La política es una actividad social que pretende alcanzar objetivos colectivos con el uso del poder.Todos conocemos que hay una línea muy fina entre el uso y el abuso del poder, y todos los que dirigen están familiarizados con los peligros de desenganchar el poder y la política de un marco de referencia ético.

Y la experiencia va mostrando que los mejores resultados en cualquier empeño colectivo se consiguen cuando sus participantes reconocen que en él satisfacen sus intereses personales. Y como en cualquier situación social suele haber intereses diferentes y hasta en conflicto, y los participantes forman grupos para intentar llevar adelante sus intereses, una buena política será aquella que es capaz de llevar adelante un proyecto que más satisfaga los intereses en competencia, coaligando políticamente a los grupos de interés en presencia.

La buena política, la que es capaz de coaligar el máximo de fuerzas en presencia, es producto de las prácticas de lo que vamos a llamar “buenos políticos capaces”.

En una próxima entrada, vamos a ver cómo transformar en esos “buenos políticos capaces” a los políticos actuales y a los aspirantes a serlo, contando conque planea sobre ellos la mentalidad y las prácticas autoritario-burocráticas, de las que habría que escapar.

SIGUE

lunes, 7 de septiembre de 2020

APUNTES PARA LOS ENTRENAMIENTOS INICIALES DE UNA INTRODUCCIÓN A LA PRÁCTICA POLÍTICA PARA LIDERES


Estos entrenamientos derivan del trabajo realizado por el grupo de Facebook "Nuevos Liderazgos Activistas para la Democracia" y se recogen bajo el título Introducción al arte del Activista/Líder político




I

La práctica política tiene que ver con el empleo del poder para conseguir bienes colectivos. A diferencia de las personas corrientes, los líderes tienen que comprender el juego del poder en la sociedad, cómo se genera, se adquiere, se mantiene y se pierde.

La práctica política es un conjunto de maneras de hacer – de interaccionar con personas y grupos que influyen en los resultados – que sólo la experiencia ha podido demostrar que son buenas. No están escritas en ninguna parte y los que las han experimentado, la mayoría de las veces no tienen constancia clara de la causalidad entre las prácticas y los resultados. Se trata de comportamientos que tienen la lógica del “caso singular”, en cuya realización influyen muchas variables interrelacionadas que solo pueden ser captadas por un aprendizaje que produzca la reflexión sobre la misma situación práctica. La capacitación en práctica política no tiene mucho que ver con la formación académica en ciencias políticas, como suelen comprobar sus licenciados.
Esas maneras de hacer las han experimentado aquellos políticos que han conseguido la confianza mayoritaria de sus electores, aquellos que, en sucesivas elecciones, consiguen renovar su capacidad de representar satisfactoriamente los intereses de sus votantes, y los que , al frente de las instituciones democráticas saben responder a esos intereses también satisfactoriamente. Cuando se consiguen estos resultados el protagonista y, por consiguiente, quien puede acumular estas experiencia suelen ser grupos de personas que junto a un líder nominal – presidente, alcalde – ocupan posiciones de concejales, directores, cuadros de partido asesores que han apoyado a los cargos públicos aportándoles políticas, entrenamientos y dirección de campañas.



II

El poder es la capacidad de afectar la conducta de los individuos a través del uso real, o su amenaza, de recompensas o castigos. El poder se ejerce sobre individuos o grupos por la oferta de algunas cosas que valoran o por la amenaza de privarlos de estas cosas. Estos valores son la base del poder”.

En cualquier situación social esto puede suceder. La política como consecuencia de juegos de poder, pues, se puede encontrar en todo entorno social, públicos y privados - y no se reduce a su presencia en entornos públicos especializados, que entendemos como políticos. Es especialmente relevante tenerlo en cuenta por parte de los líderes, porque así pueden desarrollar su capacidad para identificar el poder de formas variadas, y estar más atento a las maneras de como se gana o de pierde.
El poder es una relación entre individuos, grupos e instituciones en nuestra sociedad. El poder realmente no es una “cosa” que un individuo posee. Más bien, el poder es una relación en el que algunos individuos o grupos tienen el control sobre ciertos recursos” que son valiosos para otros.
Todo entorno que sea una manifestación de vida social puede ser útil para desarrollar las capacidades de identificar los valores y las conductas que pueden satisfacerlos/no – las buenas y malas prácticas.


III



El buen aprendizaje de buenas prácticas para que se mantenga requiere ejercitarse sobre un entorno suficientemente acotado como para registrar y evaluar sus resultados de modo suficientemente preciso. El contacto directo personal activista/votante sería, pues, el marco adecuado para estos registros y evaluaciones. Dado, por otra parte, que la traducción de los resultados políticos a poder institucional dependen de números relativamente importantes de ciudadanos, será muy relevante para ellos la capacidad de coaligar números de activistas con fines comunes. De ahí que el activista/líder político habrá que entrenar sus prácticas para constituir grupos con otros activistas que tengan valores similares. Estos grupos pueden constituirse en el seno de secciones electorales, barrios, distritos, municipios, como unidades de las que se mantienen registros de resultados.

El activista/líder político necesita tener claro cuál es su papel con relación a posible líderes sociales que conducen actuaciones de ciudadanos alrededor de problemas o necesidades comunes. Una buena arquitectura política se logra cuando el líder político interviene en armonizar los diferentes intereses de grupos de ciudadanos, estimulando y apoyando el surgimiento de líderes sociales particulares a los que se apoya acerca de las instituciones. Ambos tipos de líderes – el social y el político – tienen que coaligarse no tanto en palabras cuanto en un trabajo en común sobre proyectos específicos que mejoran la calidad de vida de grupos de votantes.



IV

En otras entradas de este mismo blog y en algunas del grupo de Facebook “Nuevos Liderazgos Activistas para la Democracia”, se ha dedicado atención de dos grandes colecciones de prácticas como son escuchar antes de hablar e identificar votantes actuales y potenciales y sus líderes de opinión en el camino de constituir comunidades de votantes.
Esta es la razón, por la que aquí nos vamos a limitar a dejar constancia de ellas, y remitir a las fuentes citadas.





V

De este modo, en un ámbito local se produce al presencia de variados tipos de personas interesadas por la política activa, normalmente sin una coincidencia de esos intereses.

El activista/líder político que prefiere autogobernarse con sus valores y al servicio de sus votantes, más que depender subordinadamente de una disciplina de partido. Puede negociar y pactar colaboraciones con partidos/ candidatos con valores similares.
La agrupación de activistas que hemos señalado más arriba puede tener también un papel interesante en los entrenamientos de prácticas si así se lo proponen.
Y los buenos prácticos veteranos, sea cual sea su situación con respecto a su partido de origen , podrían ocupar un papel central en la organización de entrenamientos,siempre que estén dispuestos a aprender a convertirse en entrenadores.
Grupos de coalición activistas/entrenadores puede ser un elemento de revitalización de fuerzas progresistas.