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jueves, 10 de enero de 2019

COMPETENCIA/INCOMPETENCIA POLÍTICA






Esta reflexión viene provocada por el post de Rafael Jiménez Asensio  ¡QUE ES LA “COMPETENCIA EN POLÍTICA?”, reproducido en Twitter el 1 de enero de este año. Parte de la afirmación de que “Las quejas sobre la baja calidad de los representantes políticos son abundantes.”Y continúa más adelante:  “Por eso, puede ser oportuno preguntarse qué clase de competencias políticas deben acreditar tanto los gobernantes cuando ejercen el poder como los ciudadanos cuando votan o participan en la toma de decisiones.  ..  Y para contestarla haré uso, un tanto interesadamente, de las reflexiones de dos pensadores, distanciados en el tiempo y de distinto alcance.”  Estos dos pensadores son Isaiah  Berlin y Daniel Innerarity.

La lectura de este post me provocó ganas de intervenir y subí esta respuesta inmediata: “Es de agradecer este tema ahora por su relevancia para lo que va a venir. Me gustaría apuntar otra línea de reflexión sobre el terreno: la incompetencia que genera en la percepción la pérdida del contacto directo con el votante en beneficio de prácticas burocráticas. Sigo” Y esta entrada es el seguimiento anunciado.

Pretendo llamar la atención sobre que las estructuras autoritarias burocráticas en que se desenvuelve la vida política concentran la energía de los políticos en la “cucaña” interna, como consecuencia de la que se inclinan hacia impulsar políticas de arriba abajo, al mismo tiempo que pierden el contacto directo con sus votantes.

En esta pérdida de contacto directo radica la falta de percepción a tiempo de los cambios que se están produciendo. Conozco algunos alcaldes de municipios que van desde 10.000 a 100.000 que saben mantener ese contacto y que han sabido mantener sus mayorías. En el mismo tiempo he visto perderse alcaldías en municipios similares, y las raíces de esas pérdidas pueden  rastrearse en procesos de burocratización que han puesto el énfasis en el control desde arriba y han descuidado la escucha de y el diálogo con los ciudadanos, al mismo tiempo que han ido debilitando sus partidos.

Cuando pensamos en circunscripciones mayores, un líder político no puede mantener el mismo contacto personal que los alcaldes mencionados. Y ahí es donde  tiene un papel importante que jugar  un partido que actúe de sensor/escuchador del electorado más que como “palmero” o vendedor de sus siglas. Claro que para ello, hará falta algún tipo de proceso de abajo arriba en la generación de políticas. Quizá algo de esto sugiere Innerarity cuando habla del aspecto institucional y procedimental de la democracia. Lo cierto es que muchas de las iniciativas que se anuncian como deliberativas y participativas, resultan poco satisfactorias cuando no engañosas.
Esta lógica burocrática de generación de políticas y control desde arriba está incidiendo también en la incompetencia de los ciudadanos a la hora de tomar sus decisiones políticas. Desde los gobiernos se espera que digieran las prestaciones y los mensajes que se les ofrecen desde arriba como consumidores agradecidos. Pero parece que esto está fallando y los votantes castigan con el trasvase o la abstención, el incumplimiento de los partidos de su obligación constitucional de concurrir a la formación y manifestación de la voluntad política de los ciudadanos.   
Sugiero emprender una revisión de las prácticas políticas de abajo arriba que vaya rompiendo la mala percepción de la realidad  provocada por la desconexión fruto de la política de arriba abajo.

Apunto unos pocos ejes de reflexión como propuesta para dialogar con otros:
*      
  •      Sobre estas cuestiones convendría reflexionar en términos narrativos más que conceptuales únicamente. Los políticos  necesitan entrenarse en penetrar y analizar cada situación específica que van viviendo. Hoy hay más generalizaciones que análisis de los casos singulares, que, con frecuencia desmienten las generalizaciones en la realidad.      
  • *      El caso singular originario es el elector y sus comportamientos. El arte de conseguir resultados es el de conocer y comprender como el elector decide votar/no votar, repetir/cambiar su voto, ayudar/no ayudar a su elección. Y este arte se desarrolla en el contacto directo con el elector, máxime en períodos que registran cambios que pueden ser importantes en las motivaciones y comportamientos de los mismos. Esto hace aconsejable que todo político, sea cual sea el nivel donde se encuentre, no debería perder nunca el contacto directo con los electores para no perder de vista la situación y los cambios que se avecinan. Otra consecuencia será la necesidad de contar en la estructura de los partidos con redes de activistas/líderes políticos que aseguran el contacto directo con los votantes actuales y potenciales y de sus líderes de opinión.
  • *      Los votantes hoy no reciben ningún entrenamiento para sus decisiones, y sí aluviones de informaciones muchas sesgadas y poco rigurosas. Con frecuencia se le pide que se posicione sobre temas que están muy lejos de su comprensión, y se le niega posibilidad de decidir sobre los problemas que más les afectan directamente. Los líderes de opinión de los votantes entrenarán su competencia política en las decisiones locales desconcentradas por barrios, en la armonización de las decisiones de los barrios de un municipio, y en la intervención en grupos de proyectos estratégicos de cuestiones supramunicipales.   
  • *      Las redes partidarias de activistas/líderes políticos no pueden mantenerse sin unas prácticas democráticas de organización y dirección. La mentalidad y las prácticas burocráticas de dirección han debilitado la fuerza de los partidos políticos. El voluntario político  debería ser objeto de estudio como otro caso singular relevante para la eficacia política. Desgraciadamente, tanto en los partidos políticos como en las administraciones públicas se da por supuesto que solo existe un modo de organizar, el burocrático. Sin embargo, existen experiencias suficientes como para pensar que es posible avanzar hacia modos democráticos y no sólo paliativos de los efectos negativos de la burocracia.
  • *      El arte de hacer política no se aprende de antemano y de modo intensivo. Sus prácticas necesitan de un entrenamiento permanente – como el deporte y la ejecución artística. Este entrenamiento con métodos de “acción/investigación”, es a la vez un modo de descubrir relaciones de causalidad actuales y emergentes. Los entrenamientos requieren entrenadores que pueden ser buenos prácticos reflexivos entrenados para entrenadores.


Todo esto merece tratarse con más detalle más adelante.




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