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lunes, 12 de noviembre de 2018

ACTIVISMO /LIDERAZGO POLÍTICO












Las propuestas de prácticas políticas que contiene este papel parten inicialmente de la adopción de un marketing político orientado al votante, superando el marketing político orientado a la venta, predominante en las prácticas de gobiernos y partidos.

La orientación al votante, implica dar más importancia en la política a la alianzas que se establecen, que a las ideas. Las alianzas con los votantes para ser sostenibles necesitan conocer y comprender sus procesos de decisiones políticas. Estas decisiones se refieren tanto a  votar/no votar/votar a una opción, como a ayudar/no ayudar con trabajo voluntario o fondos. Los mejores resultados políticos se suelen conseguir por una opción política, cuando una parte de sus votantes decide apoyarle procurando que otros le voten y/o aportando fondos para ello. Cuando esto sucede, puede observarse cómo estas personas ejercen un liderazgo social en su entorno.

Cuando un partido cuenta con militantes activos que contribuyen a crear estas redes de líderes sociales favorables, va constituyendo su  capital social partidario, afianzando sentimientos de comunidad entre sus votantes en base a la prestación de servicios políticos que ayudan a la creación y manifestación de la voluntad política de esos votantes.





Los votantes y sus procesos de decisión


El compromiso de activistas y líderes de votantes de mantener vivas las redes del capital social partidario, tiene mucho que ver con el tipo de liderazgo que ejercen los dirigentes – ejecutivos del partido y cargos públicos. Esta cuestión la trataremos más adelante. Ahora vamos a profundizar en los votantes y sus procesos de decisión, por cuanto que esta es una clave del trabajo político de los activistas.

La decisión final del día D, es el eslabón final de una cadena que puede tener muchos otros eslabones intermedios. Un votante, a lo largo de un ciclo electoral, toma muchas decisiones que pueden condicionar de un modo determinante la decisión final.   

Puede revisar la decisión que ejerció en la última elección, y decidir que está satisfecho o insatisfecho con ella, y en función de ello recibir informaciones que ratifiquen su decisión anterior, o decidir dejar de votar en las próximas elecciones o votar en blanco, o decidir abrirse a informaciones sobre otras alternativas de voto. Este tipo de decisión, puede que se tome varias veces en un ciclo electoral, y ser diferente según el tipo de elección.

También, puede tomar decisiones sobre si apoyar al partido que votó o decide votar, defendiendo sus tesis y candidatos en su entorno inmediato, o bien participando como voluntario en actividades políticas organizadas, o aportando fondos para campañas y actividades del partido. La fuerza electoral de un partido, puede depender de modo importante de las decisiones positivas o negativas que a este respecto tomen sus votantes actuales y potenciales.

Y también puede decidir acudir o no a las urnas el día D, tenga o no clara cuál sería su alternativa política preferida 


Cada una de estas decisiones tiene algún evento desencadenante, comporta unos criterios de decisión, tiene lugar en un proceso más o menos largo, donde adquiere información/recibe influencias de otras personas y de medios de comunicación.  

La posibilidad para que una organización política, conozca y comprenda la coyuntura de las decisiones de sus votantes y ejerza sobre ellos una influencia positiva, viene condicionada por contar con un número de activistas, íntimamente comprometidos en conseguir comportamientos positivos de sus votantes actuales y potenciales.





El Barrio



Pero, los votantes no son un conjunto de átomos aislados o una multitud de consumidores pasivos. Viven en municipios concretos y, en ellos, en barrios más o menos estructurados. La vida democrática de un país, gana cuando sus ciudadanos viven en barrios estructurados, es decir: reconocidos como tales por sus vecinos, centros de relación social vida pública compartida.

Un barrio así configurado, es un poderoso instrumento de integración y socialización de los ciudadanos. En la vida social del barrio, los ciudadanos van pasando de sus intereses y comportamientos políticos individuales a otros colectivos, y aprendiendo, si existen adecuados liderazgos sociales y políticos, cómo la acción colectiva puede generar  el poder necesario para ir satisfaciendo sus necesidades de desarrollo. Y pueden asociarse sin perder el control de la asociación, de modo que ésta y sus dirigentes son interlocutores fiables para el liderazgo político del municipio.

La conciencia de barrio se desarrolla a través de:

  • Reuniones regulares de los vecinos y para la consideración de los problemas del barrio

Desde esta capacidad  de identificar colectivamente su calidad de vida y de actuar sobre los factores inmediatos que la mejoran o empeoran, los votantes, sus líderes sociales y los líderes políticos que trabajan por empoderarlos, se encuentran en muy buenas condiciones para participar en el debate de políticas más generales, si alguien quiere regular esos debates para armonizar las políticas de arriba abajo con otras de abajo arriba. De este modo, las necesidades de los barrios vienen a ser la base sustancial de la política (Mary Parker Follet, “The New State”, 1918)


Ahora bien, qué es un barrio es algo poco claro en la vida política de nuestros países. Hay barrios tradicionales que tienen un contorno bien definido, pero también hay nuevas aglomeraciones de población que nunca han llegado a ser barrio, y otras en las que el núcleo original ha quedado diluido con la llegada de personas foráneas. En ciudades grandes, se confunden más los límites cuando se procede a la división administrativa en distritos y barrios, como agrupaciones de secciones electorales, sin respeto a los contornos de los barrios tradicionales.
En nuestro caso, nos encontramos con unos municipios que tienen, o han tenido hasta hace poco, todas las características de un barrio: reconocimiento por parte de los vecinos, centros de relación social, vida pública compartida.
Un barrio así configurado, es un poderoso instrumento de integración y socialización de los ciudadanos. En la vida social del barrio, los ciudadanos van pasando de sus intereses y comportamientos políticos individuales a otros colectivos, y aprendiendo, si existen adecuados liderazgos sociales y políticos, cómo la acción colectiva puede generar  el poder necesario para ir satisfaciendo sus necesidades de desarrollo. Y pueden asociarse sin perder el control de la asociación, de modo que ésta y sus dirigentes son interlocutores fiables para el liderazgo político del municipio. 
 Cuando un municipio, aumenta su tamaño y su población puede encontrarse con tensiones de diferenciación que pueden atentar contra la unidad del barrio, y alimentan aspiraciones críticas y/o secesionistas del gobierno existente.
Los gobiernos de los tres municipios han contribuido con su capacidad coaligadora  a que estas tensiones no se manifiesten demasiado pronto. Sin embargo, cabe pensar que los tres tienen un tamaño  que a poco que crezcan sus gobiernos van a tener que no intentar asimilar a los nuevos vecinos al barrio original de la ciudad, sino aceptar que está naciendo un nuevo barrio al que convendrá ayudar a irse desarrollando, al mismo tiempo que los gobiernos se proponen ir aprendiendo a pasar de un gobierno de un solo barrio a un gobierno multibarrio.

Cuando un municipio, aumenta su tamaño y su población puede encontrarse con tensiones de diferenciación que pueden atentar contra la unidad del barrio, y alimentan aspiraciones críticas y/o secesionistas del gobierno existente.






 

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