"Por un 2.014, No-Infeliz"
Hoy, y
hace ya algún tiempo, podemos observar que muchas organizaciones que declaran
valores progresistas, los han perdido, sustituyéndolos por malas prácticas.
Muchos
valores declarados se han dejado de practicar: “institucionalizándolos y
disipando su espíritu; ritualizándolos y confundiendo el ritual con las razones
para el mismo; idealizándolos y
alejándolos de la vida diaria; congelándolos en dogmas y perdiendo su
naturaleza paradójica, personal existencial e indeterminada; coaccionando a la
gente para adoptar los valores, estimulando así su resistencia activa o pasiva”.
“A lo
largo del tiempo, los rituales fácilmente se han vuelto tradiciones, las
enseñanzas en dogmas, las ceremonias en formalidades y los valores en
constricciones morales.
Incluso
aunque las declaraciones de valores hayan pasado con éxito entre generaciones, con frecuencia están redefinidos de modo que signifiquen algo
diferente de lo que se pretendía.
En muchos
casos los valores se declaran verbalmente más que se viven, y no se extienden o
se siguen a su conclusión lógica.”
Muchas de
estas organizaciones que predican la democracia y la participación en las
decisiones, tienen establecida en la práctica la jerarquía como un valor más
alto. Es común en ellas que sus dirigentes intenten conseguir ventajas
sacrificando valores importantes de los declarados, permitiendo excepciones y
variaciones sobre ellos a la hora de introducir cambios. Los valores no se
viven, ni se siguen hasta sus últimas conclusiones.
Para las
organizaciones políticas, esto explica en buena parte, antes cronológicamente
que la crisis económica, la desafección de sus votantes, y la disminución
numérica y la desmovilización de sus militantes.
En la
medida que la estructura burocrática y los activistas/ líderes políticos se
vayan coaligando para pilotar una metamorfosis de estas organizaciones, la
apreciación de la congruencia entre las prácticas vividas y los valores
declarados es una oportunidad para revitalizar su capital social de redes
partidarias.
Evaluar
periódicamente la relación de los resultados (votos/fondos/voluntarios) con las
prácticas que los producen, permite distinguir malas de buenas prácticas, y
mantener vivos los valores importantes que dan sentido a la organización.
Detrás de cada mala práctica encontraremos una incongruencia en cuanto a esos
valores.
La
coalición de la estructura burocrática con equipos locales (de barrio) de
activistas/lideres políticos conviene que se fragüe alrededor de convenir sobre
la conveniencia de tener valores no reducidos a meras declaraciones.
Este
“metavalor” se traduce en prácticas como:
·
Crear
valores como fruto de un diálogo colectivo entre todos los miembros de la
organización, teniendo en cuenta su aplicación en los procesos y actuaciones
diarias, tanto como en la proyección
largo plazo.
·
Establecer
revisiones periódicas de eficacia y congruencia entre prácticas y valores
declarados.
·
“Aceptar
los conflictos de valores, como oportunidades para el crecimiento y el cambio, e
invitaciones para implicarse en el diálogo y participar en unas relaciones
basadas en los valores.”
·
“Hacer
esfuerzos tanto por la diversidad como por la unidad en la expresión de valores
y rechazar la dependencia de superioridad/inferioridad, corrección/ herejía.”
·
“Reconocer
que los valores mejoran con el tiempo en
la medida que les prestamos atención, y
aceptamos nuestra falta de perfección.”
·
“No
dejar a nadie detrás.”
La puesta en práctica de este “metavalor” se va
traduciendo en una metamorfosis de la organización que va dotándola de una
mentalidad y prácticas de dirección postburocráticas. Esto va surgiendo cuando
la imposición autoritario burocrática va cediendo espacio a la negociación y el
consenso fruto de interacciones creativas entre la estructura dirigente y los
nuevo equipos de activitas/líderes políticos.
La fuerza de transformación viene de que estos nuevos
equipos desarrollen, evalúen y mejoren sus prácticas de valores democráticos, su
capacidad de autogobierno en línea con sus valores, y con ello sus capacidades
de coaligarse.
Estos desarrollos son procesos de aprendizaje que pueden
dominarse con los entrenadores adecuados.
Los párrafos entre comillas son de Cloke y Goldsmith
en “The End of Management and the Rise of Organizational Democracy” (2.003), editado
por Josses-Bass, San Francisco, CAL.
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