PARA MEJORAR/ASEGURAR
LOS RESULTADOS DE
2.015
Servicios
profesionales de consultoría, formación, entrenamiento/acompañamiento
Estos servicios están
dirigidos a hacer capaces a los sujetos de la acción política electoral a poner
en marcha y mantener una CAMPAÑA LARGA.
Los políticos y sus asesores deben llegar a
dominar lo que ya hace tiempo llamamos CAMPEAR (según doña María Moliner: salir
al campo a guerrear, hacer campaña) y ahora también podríamos llamar prácticas
de ACTIVISMO político, para COALIGARSE con sus votantes actuales y potenciales,
con la intermediación de los liderazgos de estos.
II MALAS PRÁCTICAS
No es difícil encontrar
buenas prácticas políticas en aquellos municipios en que se mantienen mayorías
que gobiernan durante un tiempo dilatado. En otros casos, tampoco es difícil
averiguar cómo se perdieron en sus momentos esas mayorías al cambiar sus buenas
prácticas por otras “menos buenas”. No hace falta más que acercarse lo
suficiente con un esquema mental suficiente y con buenas intenciones.
Si, por buenas intenciones
entendemos la voluntad de mejorar los resultados políticos, también es fácil
constatar que la mayoría de los cargos orgánicos de los partidos, con la
excepción arriba mencionada, no tienen esa voluntad. Esto podría explicar la
generalizada existencia de malas prácticas.
Y como suela ser corriente
en las organizaciones burocratizadas, no hay tratamiento de la alternativa
buenas/malas prácticas, ni hay conciencia de que no hay ese tratamiento. Este es
el círculo vicioso que explica el empeoramiento de los resultados.
Otra manera de describir
esta situación bastante generalizada es decir que los partidos tienen una
“cultura de familias”, orientada al
mantenimiento del poder interno, y no una “cultura de resultados”,
orientada a la consecución de votos/fondos/voluntarios.
Si los partidos/gobiernos
no avanzan en una “cultura de resultados”, no es posible que mantengan/mejoren
sus resultados políticos.
No basta para ello
proponerse aprender buenas prácticas, si en paralelo no se desaprenden las
malas, que al no ser patentes, infiltran y neutralizan el efecto de las buenas.
Para contribuir al diálogo
y debate sobre malas y buenas prácticas vamos a apuntar a continuación algunas
de las malas prácticas más frecuentes.
Como se ganan y se pierden votantes.
Se manejan explicaciones demasiado simples de cómo
se ganan los votos, fruto de un pasado que no se va a volver repetir. Hoy este es un asunto irremediablemente
complejo, sobre la que es frecuente que los políticos tengan una percepción
insuficiente de la realidad.
Nadie ha asegurado que
unos ciudadanos a quienes agrade su ciudad tienen que votar necesariamente a su
gobierno, aunque este haya contribuido a hacerla como es. Más bien hay
bastantes ejemplos de lo contrario. Hay otros motivos de voto que no tienen que
ver con la satisfacción por su ciudad: la ideología, la identificación con Y al mi
Las instituciones con
frecuencia dan a la gente más y más grandes prestaciones que las que la gente
pide. La gente pide cosas mas pequeñas, pero quiere esas y no otras, aunque
sean mayores.
Cuando los cargos públicos
de un partido son vistos como arrogantes, que no escuchan, que no aceptan
errores y que no piden ayuda/voto, los votantes se alejan. Y esto se acentúa
cuando la red del partido se contrae.
El candidato y la candidatura
Contrasta la variedad de
intereses, aspiraciones y estilos de vida de los votantes de un partido
mayoritario con el esfuerzo de enfatizar al Candidato como un lider heroico o
hiperlider. Y al mismo tiempo la falta de atención a los demás miembros de la
candidatura.
¿Cuántos voto pueden ganar
– o dejar de perder- lideres de opinión de los votantes actuales y potenciales,
militantes movilizados con ascendiente en su entorno, y simples votantes que
defiendan las posiciones de un candidato?
¿Cuántos votos pueden
ganar – o dejar de perder – líderes locales con buenas mayorías a su favor si
se deciden, de verdad, a poner su prestigio e influencia en la candidatura de
su partido en otra instancias? ¿O cargos públicos competentes y con capacidad
de influir en sus entornos que reconozcan que la tarea política no es solo
gestionar?
La venta de un gobierno
La venta de un gobierno
La mayor parte de la
comunicación política, dentro y fuera de las campañas electorales, se dedica a
vender lo mucho y bien que se ha hecho y lo más que se hará. Los protagonistas
son los gobiernos, los políticos. Con muy poca referencia a los votantes y cómo
pueden vivir las mejoras en todas las dimensiones de su calidad de vida, no
sólo las materiales.
Ahora se insiste en contar
historias, pero sin conocer previamente las historias de los votantes, tal y
como ellos las viven. Se puede llegar así, como mucho, a contar bellas
historias sobre los políticos. “¡Propaganda!”.
El programa electoral
Generalmente, los programas
electorales se parecen a las tesis de un opositor concienzudo que quiera
demostrar que se sabe bien todos los puntos del programa. No parece que falten
ideas a la izquierda. Mas bien lo que parece faltar es quién priorice y cómo
entre las miles de ideas que llenan los programas. Y probablemente en los
procesos de priorización se trasparentan los valores que más pueden interesar a
muchos votantes.
La comunicación unidireccional.
A pesar de algunas campañas
de escuchar de las que no suelen resultar respuestas correspondientes, la casi
totalidad de la comunicación política es unidireccional. Es el público el que
debe recibir pasivamente: los discursos de los mítines, las apariciones en los medios
de los candidatos, la publicidad exterior en los medios, los mensajes en los
folletos y cartas, los SMS. Incluso los militantes reciben argumentarios como
si fueran vendedores puntuales, no participantes en una conversación
continuada.
Corto plazo/medio plazo
Los recursos estratégicos no
se desarrollan en una campaña electoral. Son más bien el resultado de proyectos
a medio plazo. Y en la medida de su desarrollo pueden contribuir al éxito de
una campaña electoral.
La dirección política que
solo funciona a impulsos de campañas electorales, o aplica la misma lógica a
toda su acción, nunca llega a desarrollar sus recursos estratégicos y más bien
irá debilitándolos.
El tiempo
Las campañas electorales no
pueden ser eficaces en la dimensión temporal legal ni tampoco en tres meses.
Una mínima consideración del trabajo que comporta exige un tiempo mínimo de un
año. Mejor serían dos.
Y todavía mejor, que la
dirección política sea capaz de sintetizar los proyectos de desarrollo de
recursos estratégicos, y las campañas de los diferentes tipos de elecciones, en
un marco de campaña permanente que mantenga entrenada a la organización.
No
parece, pues, que las direcciones políticas que se practican perciban el estado
de su capital social partidario, ni la eventual desactivación de redes sociales
y militantes, ni el rechazo a una política que se elabora únicamente de arriba
abajo, ni la inutilidad de muchos de los
esfuerzos unilaterales de comunicación.
Así, no pueden diagnosticar porqué crece la desafección y disminuyen sus
votos, ni pueden salir del círculo vicioso que han creado en su organización.
Los políticos y sus asesores tienen que ser capaces
de “desaprender“ las malas prácticas. Y
para ello aprender
a llevar a cabo evaluaciones resultados/esfuerzos
políticos, iniciar diálogos de
valores/prácticas y coaligarse sobre consensos.
SEGUIRA
No hay comentarios:
Publicar un comentario