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miércoles, 7 de octubre de 2020

ARQUITECTURA SOCIAL Y POLÍTICA PARA ACTIVISTAS/LIDERES POLITICOS

 

Joanot Martorell contaba en su famosa novela de caballería cómo Tirant lo Blanc era capaz de cristianar a diez mil infieles de una vez. Esto lo hacía después de haberles derrotado en la batalla y conminándolos con flechas y lanzas a que se convirtieran, y si no los mataría.

Estoy hoy nos suena a inverosímil, propio de una novela de caballería.

Sin embargo, hace menos de dos años tuve que tener en un seminario un debate intenso con un político asistente que, ante mi afirmación de que los votantes había que ganarlos de uno en uno, reaccionó casi enfadado y en la discusión llegó a afirmar que los votantes se podían conseguir, por ejemplo, de cuarenta mil en cuarenta mil. Afortunadamente los demás asistentes no estaban de acuerdo con él.


Dejando de lado estas anécdotas curiosas, la experiencia está demostrando que “apalabrar” el voto, y no dejarlo suelto al albur de avatares mediáticos requiere una comunicación permanente persona a persona entre el votante y alguna persona por la que quiere dejarse influenciar. Estos influyentes pueden ser líderes de opinión y también activistas políticos, si bien la influencia de éstos suele resultar más eficaz si se canaliza a través de los líderes de opinión con los que los activistas se coaligan.

Si esto es así, y cada persona interesada podría confirmarlo por ella misma aproximándose suficientemente a procesos de decisión de electores, la acción política para ganar y no perder votantes, debería tomar en cuenta la arquitectura social del electorado, y, además adecuar su arquitectura política de modo que contribuya a coaligarse con los líderes a los que otorgan influencia sus votantes actuales y potenciales.


La respuesta eficaz para no perder y ganar votos va a depender de nuestra capacidad de acertar en un equilibrio entre responder a cada demanda individual y saber priorizar entre esas demandas de los individuos, logrando algo que venimos a llamar como el interés de una mayoría.

Generalmente, nadie sabe lo que quiere la gente debido al aislamiento en que viven las personas. Allá donde existe una vida social, interacciones suficientes, es fácll deducir lo que quiere la gente. Eso se suele ver claro sobre todo en momentos críticos cuando la gente reacciona con violencia ante amenazas o necesidades agudas.

Pero en muchos sitios, sin esas circunstancias extremas, las personas se relacionan poco o solo funcionalmente.

Trabajamos, gastamos muchas de nuestras horas despiertos trabajando para alguien cuya vida no conocemos nada, que no conoce nada de nosotros; pagamos una renta a un propietario al que nunca vemos o vemos solo una vez al mes, y, sin embargo, nuestra casa es nuestra posesión más preciada; tenemos un doctor que está con nosotros en cruciales momentos de nacimiento y muerte, pero con los ordinariamente no nos encontramos; compramos nuestros alimentos, nuestras ropas, nuestro carburante de personas de las que frecuentemente no sabemos nada. Conocemos a toda esta gente en su capacidad ocupacional, no como personas como nosotros, con corazón como nosotros, deseos como nosotros esperanzas como las nuestras.

Y este aislamiento de los que contribuyen a nuestras vidas, y de aquellos a cuyas vidas contribuimos, no nos proporciona ninguna proximidad de nuestros vecinos en su aislamiento. Por cada dos o tres de nosotros piensa que nosotros mismos como algo mejor que cada uno de otros dos o tres, y esto se convierte en un muro mortal de separación, incomprensión, antagonismo. ¿Cómo podemos ir adelante con esta artificial separación? ¿Cuál es lo que pudre de nuestra vida?. Primeramente, debemos que aceptar que cada uno tiene algo que dar.”

Este texto de Mary Parker Follet, un poco barroco, indica sin embargo, una circunstancia muy crucial tanto para que un gobierno o un partido se embarquen en políticas que le aparten de sus votantes, como de que los ciudadanos comprendan mejor sus intereses en el contexto de los intereses de los demás que les son próximos


La suma de ocurrencias individuales no sirve de base sólida para basar una política que preserve de perder/ayude a ganar votantes.

En la realidad, así como no sabemos fácilmente qué quiere la gente, tampoco está muy claro siempre qué sea un barrio. Un conjunto de habitantes que viven en contigüidad física, aunque cuenten con elementos de convivencia como centros de enseñanza, iglesias, centros comerciales, parques y otros equipamientos de uso común, no forman un barrio si no existe una “cierta conciencia de barrio”. Esta conciencia se ha formado en algunos núcleos de población fruto de la historia vivida. Sin embargo, en los tiempos más recientes, la llegada rápida de nuevos habitantes ha provocado una acumulación de personas sin que la conciencia de barrio se desarrollara. Y en las ciudades más grandes, se viene utilizando divisiones mayores, los distritos, que juntan auténticos barrios antiguos con zonas de habitantes en las que no ha tenido lugar el desarrollo de la conciencia de barrio.


De ahí que el primer servicio que puede prestar un activista a sus votantes actuales y potenciales es el de juntarlos y crear las condiciones de que prioricen colectivamente, es decir contrastando sus ocurrencias con las de los demás y elegir las que colectivamente, siguiendo un método que acepten, resulten prioritarias para un período.

Mary Parker Follet prescribe estas cinco vías para desarrollar la conciencia de barrio:


  1. Por reuniones regulares de vecinos para la consideración de los problemas del barrio y cívicos, no meramente reuniones esporádicas y ocasionales para objetos específicos y ocasionales.

  2. Por una genuina discusión en estas reuniones regulares.

  3. Por aprender juntos – a través de lecturas, clases, clubs, compartiendo la experiencia unos de otros a través de intercursos sociales; aprendiendo formas de expresión de arte comunitario; en resumen liderando una vida comunitaria actual.

  4. Por tomar más y más responsabilidad por la vida del barrio.

  5. Por establecer alguna conexión regular entre el barrio y los gobiernos de la ciudad, el estado y de la nación.”


Paralelamente, el partido que quiera conocer cuáles son los intereses colectivos de unos vecinos bien educados socialmente, no tiene porqué intentar controlar el liderazgo social de los vecinos, sino más bien fomentarlo y apoyarlo, con la acción de sus activistas, actuando de facilitador de las relaciones con las instituciones públicas.

Un proceso de constituir comunidades de sus propios votantes, a partir de cada sección electoral, servirá a la vez para contar con voluntarios que apoyen la creación de la conciencia de barrio, estimular el liderazgo social natural del mismo, conocer de primera mano las vicisitudes por las que atraviesan, e ir haciéndose sensibles a los procesos reales de decisión de los electores.


La discusión de problemas en un barrio que va cobrando conciencia de serlo, tiene la ventaja de tratar problemas que difícilmente pueden ser manipulados, por lo patente de los mismos. Y sobre esa problemática genuina ir tejiendo las interacciones que contribuyen a obtener, por una vía respetuosa con los individualidades, un interés colectivo. Este paso de lo individual a lo colectivo es una clave de la sana política democrática.


El gobierno de un municipio organizado administrativamente por distritos, sacará ventaja de dar realidad también administrativa a sus barrios, contribuyendo a que conjuntos de vecinos adquieran conciencia de tales







ARQUITECTURA POLÍTICA



Un partido político que pretenda seguir los procesos de decisión de sus votantes y estabilizar en positivo sus resultados, consiguiendo que la proporción de voto “apalabrado” sea claramente mayor que la del voto “suelto”, requiere organizarse teniendo en cuenta la arquitectura social de sus votantes.

Dos principios que deben regir su actuación a este respecto pueden ser:

  • contribuir donde sea necesario a que la organización por barrios sea efectiva, superando tentaciones “caudillistas” de sus cargos públicos y ejecutivos, y procurando las condiciones para que los ciudadanos se escuchen y establezcan prioridades colectivas, tanto a corto como a medio plazo;

  • fomentar la aparición de líderes sociales y de opinión de los votantes, no competir con ellos, sino ayudarles a que consigan su rol, y coaligándose con ellos en acciones prácticas que mejoren la calidad de vida de sus votantes.


La sección electoral con sus aproximadamente 1.000 electores conviene que sea la pieza clave de la arquitectura del partido, por tratarse de la unidad menor en la que es posible tener una información fidedigna sobre resultados electorales. Un buen tratamiento de los votantes actuales y potenciales de una sección electoral podrá hacerse con entre 2/6 activistas. Podrán identificar a los votantes y a sus líderes de opinión, seguir los procesos de decisión política de unos y otros, y prestarles los servicios políticos que concurren a la formación y manifestación de su voluntad política.


Aproximadamente, un conjunto de 10 secciones electorales pueden llegar a constituir un barrio. Los activistas que mantengan sus conversaciones con sus votantes actuales y potenciales y sus líderes de opinión, podrán contribuir a ir elaborando priorizaciones y políticas de abajo arriba en coalición con los líderes de opinión.


Las actuaciones priorizadas por los equipos de barrio son una buena base para contrastar las políticas de arriba abajo del gobierno municipal con las políticas de abajo arriba y encontrar así una manera de armonizar políticas entre los diferentes barrios

En la ciudades grandes de nuestro país existen divisiones por distritos, que se han concebido más como soluciones de descentralización administrativa de unos servicios, en general, demasiado centralizados. En la lógica de los distritos, no se tiene muchas veces en cuenta la estructura natural de barrios o de pequeños municipios absorbidos. La tarea de estructurar o recuperar barrios, sería una tarea importante de los activistas políticos de los partidos. Pero eso será así si los partidos creen en el valor de una política de verdad de abajo arriba, y no se limitan a emplear sus militantes como “palmeros” de la política del gobierno.

Una agrupación local de un partido estará formada por un conjunto de equipos de barrio – con sus correspondientes equipos de secciones electorales.


El partido como organización para conseguir resultados políticos, tendrá que fijar objetivos de votantes, donantes y voluntarios, a nivel del municipio, en función del papel que quiere/puede jugar en el mismo. Estos objetivos son desglosables por barrio y sección electoral. Un juego de compromisos/apoyos entre los diferentes niveles de la organización (municipio, barrio, sección electoral) debería servir para mantener la tensión hacia la consecución de esos objetivos.

Los encuentros en pequeños grupos con votantes, es el primer servicio que los activistas pueden prestarles y sirven para detectar y priorizar necesidades e identificar líderes de opinión con los que ir coaligándose los activistas, alrededor de acciones de mejora de la calidad de vida.

La dirección política de cada agrupación debería llevar a cabo encuentros de la dirección con los activistas y simpatizantes para crear una comunicación en dos sentidos, tanto sobre los problemas de la ciudad, como sobre la acomodación del partido a las necesidades de militantes y votantes.


Deberá asumir la animación de tareas que efectivamente contribuyan a los resultados:

  • entrenando individualmente a los activistas en sus tareas, procurando el entrenamiento, a su vez, de entrenadores a partir de activistas con buenas prácticas;

  • trabajando colectivamente en asambleas y reuniones de ejecutivas, donde no se celebren “misas conventuales”, sino siguiendo órdenes del día con más bien diálogos que pongan de manifiesto las prácticas buenas y malas, en la medida que se siguen las previsiones de resultados que se van obteniendo en votantes, donantes y voluntarios, sin esperar a las elecciones.


Las ejecutivas deberían integrar sobre todo a responsables de equipos de barrio, entendiendo que las secretarías funcionales deberían figurar más bien como asistentes técnicos de los mismos. Así, estarán más presentes en la acción política los objetivos de votantes, donantes y voluntarios

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