Este segundo cuatrimestre del 2.018, es clave si se quiere asegurar que las campañas de acción política y
electoral conseguirán que no se empeoren/mejoren los resultados en las
elecciones de 2.0 19. En cambio, vengo observando poca atención a ello en organizaciones locales y regionales de los
partidos.
Hay muchas organizaciones locales y regionales de partidos
que tienen que estar insatisfechas/inseguras de sus pasados resultados electorales. Y que
deberían estar pensando que si siguen haciendo lo mismo, difícilmente mejorarán
sus resultados, más verosímil será que los empeorarán.
Algunas, justifican no hacer nada ahora esperando la
elección del próximo candidato. Pero esto significa tener escasa idea de cómo
pasan las cosas. Naturalmente, que un buen candidato – mejor que sus oponentes –
aporta un cierto porcentaje en los resultados (¿Un 20%?). Y que si diagnostica
bien la situación podría dirigir los recursos de la organización hacia las
acciones convenientes. Pero aquí entra el factor tiempo.
La mayor parte de las malas prácticas que han llevado a los
partidos a insegurizar/empeorar sus resultados, no pueden cambiarse con meros
movimientos tácticos a corto plazo – como puede ser un nuevo discurso, unas caras
nuevas, énfasis en nuevos medios de comunicación – sino que tienen que ver lograr
identificar a los votantes actuales y potenciales y su líderes de opinión y
coaligarse con éstos para conseguir cosas que mejoren la calidad de vida de
estos votantes.
Pasar de las actuales situaciones de escasa movilización de
los militantes, poca comunicación bidireccional con los votantes y no coalición
con los líderes de opinión -, a la que facilitaría salir de la inseguridad/empeoramiento
requiere el tiempo natural necesario para que las interacciones que hacen
posible la nueva situación, al menos se vayan experimentando. Y que los
dirigentes – ejecutivos, cargos públicos, candidatos- adquieran la experiencia propia
de estos nuevos procesos que los habiliten
a dirigirlos.
Probablemente, esta situación de falta de reacción sea
debida a que una proporción alta de estos dirigentes locales y regionales no se ven como tales,
sino como meros ”soldaditos burocráticos” en espera que los problemas se resuelvan
por arriba o de un modo mágico – el “gran candidato”.
Y mientras tanto juegan meramente, como hasta ahora, a las
palabras.
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