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lunes, 24 de septiembre de 2018

UN ESTUDIO SOBRE EL CONTACTO POLÍTICOS - CIUDADANOS


nota.- no estoy satisfecho con esta traducción, así que he añadido el texto original
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CONSIGUIENDO LA “REALIDAD”: POR QUÉ LOS LÍDERES POLÍTICOS QUIEREN CONNECTAR CON LA GENTE CORRIENTE
Por Carolyn M. Hendriks y Jennifer Lees-Marshment (13/09/2018)

El reclamo para los políticos a “conseguir la realidad” e “ir al público” es más que por ganar elecciones. Los cargos públicos pueden diseñar espacios  de compromiso para seguir mejor estas necesidades.
Esta semana el Deputy NSW Premier John Barilaro advertía que los políticos necesitan abandonar sus elegantes ropas, ponerse sus vaqueros y conectar con la gente corriente. Normalmente, tal consejo no solicitado y que cruza la línea partidaria suele quedar en el aire, pero la NWS Premier, Gladys Berejikian  parece estar de acuerdo.
Saliendo de la burbuja política y conectando con la gente corriente,                                                                               este cambio de ropa, no es solo por sobrevivir en las batallas electorales, ayuda a nuestros líderes a tomar mejores decisiones colectivas, de acuerdo con la investigación que hemos llevado a cabo con 51 políticos seniors con experiencia ministerial en Australia, UK, NZ Canadá y USA.
Muchos de nosotros nos reiríamos ante la idea de que nuestros políticos están genuinamente interesados en interaccionar y escuchar a los ciudadanos corrientes. Haríamos broma de la idea de que los políticos pudieran encontrar nuestros puntos de vista perspicaces, incluso útiles para su toma de decisiones.  Y en la idea de que los políticos quieren más(o menos) oportunidades para encontrarse con los ciudadanos, podríamos decir, “¿A ver…realmente?
Pero estos son exactamente los sorprendentes resultados que surgen de un proyecto de investigación cualitativa en que 51 ministros de gobierno seniors  de UK, Australia, Nueva Zelanda y Canadá y USA fueron entrevistados acerca de sus puntos de vista sobre el compromiso público.

El compromiso público sería mejor servido si se diseña en espacios de diálogo informales donde los ciudadanos y los decisores puedan interaccionar constructivamente.
Más específicamente, los líderes políticos fueron preguntados si y como valoran el aporte del público cuando estaban gobernando, como consideran un proceso participativo “ideal”, que retos les plantea en la práctica el compromiso público y cómo ellos trabajan alrededor de estos retos.  Estos datos se recogieron como parte de un proyecto de investigación más amplio que explora el papel de la aportación del público en el liderazgo político contemporáneo.
Antes de este estudio, muy poco se conocía sobre los que los líderes políticos piensan acerca del compromiso público. Los optimistas han asumido típicamente que los líderes valoran cualquier tipo de aportación del público porque aumentan su capacidad de trabajar eficazmente como parlamentarios. Pero puede decirse de los ministros que tienen que tomar decisiones para electores (“constituency”) más allá de sus propios votantes? Los cínicos, por otro lado, han visto siempre cualquier intento de los líderes de implicarse con el público como meros medios de ganar más votos.
Nuestra investigación pinta una imagen más matizada sobre las visiones de los líderes políticos sobre el compromiso público.
Encontramos que los líderes políticos contemporáneos dan un gran valor a las aportaciones del público cuando toman decisiones colectivas. La aportación del público, tal y como escuchamos, informa su juicio, les ayuda a encontrar nuevas ideas y sobre todo les hace capaces de obtener una mejor comprensión o apreciación de los problemas. Como un ministro explicaba:
“Tienes que ser capaz de trabajar con la gente, de hablar con la gente. Este es tu mayor activo político, significa que tú puedes conseguir noticia avanzada de un problema,. Esta es la primera ventaja. Pero también significa que estás mejor informado cuando los intentos de alguno de contarte sandeces.  Yo he dicho “espera un minuto, que no tiene sentido”. Ello informa las preguntas que tú haces. Y la calidad de tu trabajo con frecuencia depende de las preguntas que tú has planteado”.
Cuando los líderes consiguen salir de la burbuja, están mejor situados para acceder a las historias personales de la gente que vive las realidades de las políticas públicas. Como otro líder plantea:
“Con frecuencia cuando estás diseñando una política, particularmente como una ministro, habrá una enorme cantidad de gente que será afectada. Y ser capaz de comprender estas partes prácticas de la política y como pueden afectar a la gente y cómo deberías pellizcarles, es por lo que pienso que con frecuencia estas historias personales son muy importantes.
Mientras los líderes pueden celebrar la aportación pública en abstracto, nuestra investigación descubría cómo procesos de consulta formal, tales como las reuniones públicas, son inútiles para los políticos. Muchos de los líderes políticos que entrevistamos se lamentaban cómo, frecuentemente, procesos de compromiso público son demasiado pautados, sobre estructurados y formales. En su experiencia tales eventos no producen aportación pública que sea útil para la toma de decisiones porque son espacios de desahogo y antagonismo más que de diálogo constructivo.
Los líderes orillan las limitaciones de los procesos convencionales de compromiso público buscando modos más informales y personales de interaccionar con el público. Los líderes explican que cuando la aportación del público es más cara a cara, conversacional, directa o uno a uno, pueden profundizar más en las cuestiones y acceder  “a perspectivas de base”. De acuerdo con un número de los líderes políticos que  entrevistamos, a veces es la espontaneidad de estos encuentros públicos informales lo que puede ser más persuasivo de todo.
¿Cuáles son las implicaciones democráticas de la preferencia de los líderes por interacciones con el público más informales y personalizadas? Alguno puede preocuparse porque las interacciones informales entre los decisores y los ciudadanos individuales ocurren fuera de la vista pública, es muy verosímil que privilegien los intereses privados sobre las razones públicas. Otros pueden preguntar correctamente acerca de la inclusividad de estas interacciones elite-ciudadanos y preocuparse por que los ciudadanos más privilegiados tendrán mayor capacidad para acceder a los líderes que los marginados,.
Aun reconociendo estos peligros democráticos, sugerimos que hay razones para ser más optimistas acerca del potencial democrático de interacciones informales entre los líderes políticos y el público. Nuestra investigación encuentra que los líderes disciernen particularmente acerca de quiénes son los que ellos eligen para escuchar en el proceso de recibir y digerir la aportación pública.
En conjunto, los líderes valoran las interacciones informales con los ciudadanos precisamente porque quieren ir más allá de las demandas de los individuos demasiado interesados y los grupos organizados en orden a escuchar las perspectivas y el conocimiento experiencial de la gente corriente. Los líderes políticos  celebran particularmente la oportunidad de ir más allá de su asesores políticos y los confines de la toma de decisión tecnocrática para escuchar ideas frescas.
Para ser claros no estamos pidiendo que los políticos siempre escuchen  o sigan los puntos de vista del público. Ellos tienen sus preferencias políticas y escuchan otras fuentes de aportación de empleados públicos, asesores, grupos de interés y su partido. Sin embargo, nuestra investigación pone en claro que muchos líderes políticos en el más alto nivel de gobierno desean conectar e interaccionar con ciudadanos individuales.
Su apoyo al gobierno participativo es, sin embargo, cualificado; en su experiencia los procesos de consulta formal como las reuniones públicas no producen el tipo de aportación pública constructiva y usable que ellos necesitan para informar sus juicios colectivos. Para este tipo de aportación pública ellos confían en interacciones informales, espontáneas con los ciudadanos individuales.
La práctica del compromiso público estaría mejor servida si se diseñara en el interior de espacios informales de diálogo donde los ciudadanos y los decisores puedan interaccionar constructivamente.
Crear espacios participativos donde los decisores se impliquen informal y productivamente con los ciudadanos podría ser un largo camino para dirigir el mensaje central de este estudio, que los líderes políticos contemporáneos desean conversaciones constructivas con los ciudadanos, no escenificaciones pautadas.

Este fragmento se basa en un articulo recientemente  publicado en la revuista internacional , Political  Studies, Hendrik, Carolyn y Jennifer Lees-Marshment. “Political Leaders and Public Engagement. The HIdden World of Informal Elite-Citizen Interaction”  



Getting ‘real’: why political leaders want to connect informally with everyday people
The call for politicians to ‘get real’ and ‘go public’ is more than just about winning elections. Officials can design engagement spaces to better suit those needs.
This week, the Deputy NSW Premier John Barilaro warned that politicians need to ditch their fancy suits, put their jeans on and connect with everyday people. Normally, such unsolicited cross-party fashion advice would have ruffled feathers but the NSW Premier, Gladys Berejiklian (pictured above), appears to agree.
Getting out of the political bubble and connecting to everyday people, it turns out, is not just about surviving election battles. It helps our leaders make better collective decisions, according to research we conducted with 51 senior politicians with ministerial experience in the Australia, UK, NZ, Canada and the US.
Most of us would laugh out loud at the idea that our political leaders are genuinely interested in interacting and listening to everyday citizens. We would scoff at the idea that politicians might find our views insightful, even useful for their decision-making. And on the idea that politicians want more (not less) opportunities to meet with citizens, we would say, ‘Come on … really?’
But these are exactly the surprising results that have emerged from a qualitative research project in which 51 senior government ministers from the United Kingdom, Australia, New Zealand and Canada and the United States were interviewed about their views on public engagement.
“Public engagement would be better served if it ‘designed in’ informal dialogical spaces where citizens and decision-makers can interact, constructively.”
More specifically, political leaders were asked if and how they value public input when governing, how they envisage an ‘ideal’ participatory process, what challenges public engagement poses to them in practice, and how they work around these challenges. This data was collected as part of a larger research project exploring the role of public input in contemporary political leadership.
Before this study, remarkably little was known about what political leaders think about public engagement. Optimists have typically assumed that leaders value any kind of public input because it boosts their capacity to work as effective MPs. But can this really be said of ministers who have to make decisions for constituencies well-beyond their own electorates?  Cynics, on the other hand, have always viewed any attempt by leaders to engage with the public as a mere means to win more votes.
Our research paints a more nuanced picture of how political leaders view public engagement.
We find that contemporary political leaders place a high value on inputs from the public when making collective decisions. Public input, we heard, informs their judgement, helps them source new ideas and above all it enables them to be able to gain a deeper understanding or appreciation of issues: As one minister explained:
‘’You have to be able to work off people, to talk to people. That’s your greatest … political asset…It means that you can get advanced notice of a problem. That’s the first advantage. But it also means that you are better informed when someone’s trying to bullshit you. I’d say “hang on a minute, that doesn’t make sense.” It informs the questions that you ask. And the quality of your work is often dependent upon the questions that you’ve asked.’’
When leaders get outside ‘the bubble’, they are better placed to access the personal stories of people living the realities of public policies. As another leader put it:
”So often when you’re designing a policy, particularly as a minister, there’ll be a huge number of people that will be affected. And to be able to…really understand those practical parts of the policy and how they might affect people and how you might need to tweak it [is] why I think often those personal stories are very important.’’
While leaders might celebrate public input in the abstract, our research uncovered how futile formal consultation processes, such as public meetings, are for political leaders. Many political leaders we interviewed lamented how often public engagement processes are too staged, over-structured, and formal. In their experience, such events do not produce public input that is useful for decision-making because they are spaces of venting and antagonism rather than constructive dialogue.
Leaders step around the limitations of conventional public engagement processes by seeking out more informal and personal ways of interacting with the public. Leaders explained that when public input is more face-to-face, conversational, direct or one-to-one, they can probe deeper into issues and access ‘on the ground’ perspectives. According to a number of political leaders we interviewed, sometimes it is the spontaneity of these informal public encounters that can be the most persuasive of all.
What are the democratic implications of leaders preferences for more informal and personalised interactions with the public? Some may be concerned that because informal interactions between decision-makers and individual citizens occur outside the public spotlight, they are more likely to privilege private interests over public reasons. Others may rightly ask about the inclusivity of these informal elite-citizen interactions and worry that more privileged citizens will have greater capacity to access leaders than the marginalised.
While acknowledging these democratic dangers, we suggest there are reasons to be more optimistic about the democratic potential of more informal interactions between political leaders and the public. Our research finds that leaders are particularly discerning about who they choose to listen to in the process of receiving and digesting public input.
On the whole, leaders value informal interactions with citizens precisely because they want to get beyond the demands of zealous individuals and organised groups in order to hear the perspectives and experiential knowledge of everyday people. Political leaders particularly welcome the opportunity to get beyond their policy advisers and the confines of technocratic-policy making to hear fresh ideas.
To be clear we are not claiming that politicians always listen to or follow public views: they have their own policy preferences and listen to other sources of input from civil servants, advisors, stakeholders and their party. Nevertheless, our research makes clear that many political leaders at the top level of government want to connect and interact with the public.
Their support for participatory governing is, however, qualified; in their experience formal consultation processes such as public meetings do not produce the kind of constructive and usable public input they need to inform their collective judgements. For this kind of public input they rely on informal, spontaneous interactions with individual citizens.
The practice of public engagement would therefore be better served if it ‘designed in’ informal dialogical spaces where citizens and decision-makers can interact, constructively.
Creating participatory spaces where decision-makers engage informally and productively with citizens would go a long way to addressing the central message of this study: that contemporary political leaders want constructive conversations with citizens, not staged participatory performances.
This piece is based on a recently published article in the international journal, Political Studies. Hendriks, Carolyn M and Jennifer Lees-Marshment (2018) ‘Political Leaders and Public Engagement: The Hidden World of Informal Elite–Citizen Interaction.’ Political Studies. Available online (early view).
Carolyn M. Hendriks is an Associate Professor at the Crawford School of Public Policy at the Australian National University (ANU). Her work examines democratic aspects of contemporary governance, including participation, deliberation, inclusion and representation. She has taught and published widely on the application and politics of inclusive and deliberative forms of citizen engagement. She is the author of over 40 published works, some of which have won awards including the Mayer Journal Prize for best paper in published in 2017 in the Australian Journal of Political Science. @CarolynHendriks
Jennifer Lees-Marshment is an Associate Professor in political science at The University of Auckland in New Zealand. Author/editor of 14 books, Jennifer is a world expert in political marketing with additional research interests in public input, leadership, and governance. Her most recent work The Ministry of Public Input (Palgrave 2015) won the IAP2 Australasia Research Award. Jennifer was academic advisor to TVNZ’s Vote Compass in the 2014 New Zealand election and Chair of the Magna Carta 800 committee for NZ in 2015. @jleesmarshment

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