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lunes, 1 de octubre de 2018

UNA GRANDES LINEAS DE AVANCE DE BORRADORES PARA GENERAR UN PLAN DE CAMPAÑA EFICAZ






Los detalles de las prácticas a llevar a cabo se desarrollarán en las entradas de estos meses siguientes. Pero, ahora, parece interesante trazar unas grandes líneas que pueden servir para enmarcar la reflexión, cuatro grandes etapas, que tienen en cuenta sobre todo los procesos de los electores. Y esto, sin perder de vista que en diferentes divisiones territoriales y sociales, los procesos de decisión pueden estar en distintas situaciones.

Las grandes etapas que vamos a considerar aquí son:
Ø Sacar el voto de los favorables/indecisos favorables.
Ø Acordar lo que queremos.
Ø Compartir lo que vivimos.
Ø Arrancar y preparar la campaña.

Estas etapas se pueden desarrollar en el tiempo de la siguiente manera:
v Fin de abril y mes de mayo de 2.019: sacara el voto de los favorables/indecisos favorables.
v Primer cuatrimestre de 2.019: Acordar lo que queremos.
v Tercer Cuatrimestre de 2.018: Compartir lo que vivimos; arrancar y preparar las campaña.


SACAR EL VOTO DE LOS FAVORABLES/INDECISOS FAVORABLES.


No todos los favorables a una candidatura, acuden a depositar su voto el día de la elección. Se dice que fácilmente un 10% de ellos no llega  a hacerlo. Si se consigue tener identificados aproximadamente a los electores favorables seguros e indecisos, parece práctico concentrar los esfuerzos finales en ellos, llevando a cabo acciones que les convenzan de la necesidad de depositar su voto.

 Naturalmente, esto requiere que anteriormente las acciones de la campaña permitan ir identificando a estos favorables/indecisos favorables, o llevar a cabo un proyecto de identificación durante el mes abril.

Y, también, será necesario haber cubierto las tres etapas anteriores de modo que hayamos conseguido el número de votantes favorables/indecisos favorables


ARRANCAR  Y PREPARAR LA CAMPAÑA

La cantidad de trabajo a invertir en esta etapa va a depender de si la candidatura/partido/gobierno viene practicando algún tipo de campaña permanente, o no.

Si la organización política está acomodada a una práctica burocrática y ritual, con poca atención a sus votantes, puede ser costoso romper esa rutina. Si bien podría ser posible, empezar por aquellas partes de la misma más inclinados al “activismo” que al “ateneísmo”.

Ponerse “en modo campaña” puede tener dos variantes. Desempolvar lo que se ha venido haciendo hasta ahora y estimular su repetición sin mayor reflexión adicional. Esta es la más probable (y peligrosa para los resultados), si, con multiplicidad de pretextos, se va dejando pasar el tiempo sin hacer suficiente reflexión colectiva. ¿Dónde estamos y a donde vamos? ¿Dónde querríamos estar como consecuencia de las próximas elecciones? ¿Cómo llegaremos allí?

La reflexión global sobre los resultados que otorgan un número de cargos electos, convendría viniera a ser la resultante de sumar resultados parciales a obtener de unidades territoriales menores – comarcas, municipios, barrios, secciones electorales – o unidades sectoriales, a cuyo frente cabe contar con equipos que pueden asumir la responsabilidad de conseguirlos.

La dirección - que va ganando poder sobre la organización en la medida que logra acuerdos sobre el punto de partida y el de llegada y el modo de cubrir el recorrido – va diseñando los objetivos, la estrategia – sembradora/ coaligadora, comunicación personal/masiva – el plan de la tareas a ejecutar, la obtención de fondos, la organización – con especial atención a los responsables de las divisiones/campañas parciales.

 Estos diseños no pueden ser solo obra de expertos, sino producción de un trabajo colectivo de reuniones, negociaciones y entrenamientos, conducente a conseguir la mayor implicación de los efectivos humanos disponibles. En todo ello, jugará un papel relevante el procedimiento según el que se elijan las candidaturas.

Queda aún, un factor más al que tradicionalmente no se le ha dado suficiente importancia: el lenguaje. Hoy la vida pública de nuestro país se mueve con un lenguaje propio de aspectos legales y técnicos, que recoge muy poco los valores de los electores. Superar este desequilibrio será un factor relevante apara la eficacia de la comunicación de la campaña. La importancia de esto nos lleva a dedicarle un apartado particular, si bien, en las actuales circunstancias de tiempo, sus operaciones tendrán que llevarse a cabo al mismo tiempo que las de arranque y preparación.




COMPARTIR LO QUE VIVIMOS (la comunidad, el municipio, el barrio)

Sin compartir una visión de la realidad entre la candidatura y sus posibles votantes e incorporar los valores de estos tanto en las propuestas como en el lenguaje utilizado, es improbable que tenga lugar una comunicación política eficaz.
Por ello, hay que lograrlo lo antes posible.
Hemos indicado en este mismo blog, en varias ocasiones la utilidad de emplear el análisis narrativo sobre anécdotas de lo que gusta y disgusta de las actuaciones de un gobierno/ partido/ candidatura a un número suficiente de votantes actuales y potenciales, dándoles sentido en trabajo con líderes de opinión.
Este tipo de trabajos puede dar lugar a elaborar un documento  “El barrio/municipio que vivimos”, que puede servir también para la educación política de las comunidades de votantes.

ACORDAR LO QUE QUEREMOS.

La comunicación política es más eficaz si da cuenta de acuerdos candidatura/líderes de opinión sobre acciones conjuntas que conducen a obtener mejoras concretas en la calidad de vida de los votantes. Y todavía mejor si relatan pasos específicos en la línea de lograrlos.
En este sentido, la acción realizada es más creíble que la simple promesa.
Acciones apreciables pueden ser:
·        Modificar prestaciones actuales de la institución.
·        Elaborar conjuntamente el programa funcional de una nueva prestación o equipamiento.
·        Aprobar un plan a 4 años que incorpore las mejoras.
·        Comprometer un plan estratégico del barrio/municipio.





En sucesivas entradas, y dentro del marco de estas cuatro etapas, iremos ofreciendo métodos para llevarlas a cabo.

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