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viernes, 24 de junio de 2016

CUANTOS DIRIGENTES QUIEREN DIRIGIR REALMENTE?

Nuestro país  tiene una larga historia - algunos dicen que 400 años - de desgobierno de los asuntos públicos, en la que los valores que ejecutan los que ejercen el poder - por supuesto, no los que pregonan-, tienden a hacerlo en función de sus intereses particulares, sin importarles violar los intereses de los demás.






A lo largo de este tiempo, y ahora mismo también, se ha librado una batalla entre estos representantes de la mala política, y los que, por el contrario quieren actuar equilibrando su propio interés y acción con el interés de los otros, de la mayoría, los representantes de la buena política. Y esta batalla ha sido dominada con más frecuencia por los representantes de la mala política.

Al salir de la última dictadura, la proclamación  de un régimen democrático produjo temporalmente la ilusión de que, por fin, habían ganado la batalla los representantes de la buena política. Al fin y al cabo, históricamente y en el plano de las ideas, los principios de la democracia nos ofrecen un modelo para entender el uso del poder en orden a los intereses a largo plazo de otros.


Pero esto es en el plano de la ideas, en la realidad el rigor con que esos principios son llevados a la práctica en cada organización, en función de las reglas que practica, hará que nos encontremos situaciones de política constructiva, o lo contrario. Hacer buena política requiere dirigir las organizaciones que la producen - parlamentos, gobiernos, partidos, asociaciones y empresas. No bastan las buenas ideas, sin, aquello de Antonio Gramsci dirección consciente.

No todos los que tienen poder para ello, dirigen realmente. Los que representan la mala política y muchos de los que defienden ideas de buena política, prefieren otras prácticas como:

  • "mangonear", como achacaba el Papa Francisco a los obispos brasileños;
  • "salsear" (A. Aixalá), opinar, dar ideas, lanzar proyectos sin implicarse en que se lleven a la práctica;
  • impulsar y controlar, sin definir lo que hay que hacer a priori y corrigiendo a posteriori.
Dirigir bien requiere:
  • compartir la visión de la realidad de todos los interesados, incluyendo los intereses de cada uno, y acordar cuáles serán las metas comunes;
  • definir de antemano la tarea eficaz para alcanzar esas metas (el"orden y modo", que definía como tarea de dirección Loyola);
  • asegurar el entrenamiento de cada participante en la ejecución de la parte de la tarea que le corresponda.  



Hacerlo, no es cuestión de adquirir en algún momento un suma de conocimientos, sino de querer practicar continuamente unos comportamientos de ir conciliando intereses en conflicto, implicándose fuertemente en el contexto a dirigir. Y este esfuerzo permanente y esta implicación fuerte no entra dentro de los planes de muchos de los "que dirigen". Hay muchas posiciones de dirección dentro de las burocracias dominantes, que gozan de un mayor confort y poca responsabilidad, solo a costa de ser obedientes ante los de arriba.

Salir del estancamiento que padecemos, va a depender más que de las ideas propugnadas de que una mayor proporción de los que tengan poder quieran dirigir realmente. Si quieren se entrenarán de modo continuo para hacerlo bien.

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SEMINARIOS :  Autoorganizarse para equipos directivos; Conversando para coaligarse; Prácticas de Gobernanza Eficaz; Escuchar y contar historias; Dirigir bien requiere hacer política y hacer buena política requiere dirigir.



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