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jueves, 2 de agosto de 2018

ALGUNOS APUNTES DE ORGANIZACIÓN PARA SOCIALDEMÓCRATAS (I)


La “ceguera organizativa”
En los grandes partidos de la socialdemocracia, su organización burocrática está impidiendo analizar su propia organización como una variable problemática con respecto a la situación. De modo típicamente burocrático, el problema no se reconoce, ni se reconoce que no se reconoce, ni existe noticia de ambos desconocimientos.

Las relaciones que se dan entre sus miembros y entre ellos y sus votantes, reproducen las predominantes en la sociedad actual, con valores y prácticas jerárquico- burocráticas: sumisión al de arriba, competencia con los iguales.
En la medida que las organizaciones se hacen más grandes y complejas, y se mueven en un entorno más cambiante, las cúspides pierden el contacto y el control de las bases. Como consecuencia, pierden poder de negociación con la clase dineraria dominante, y esto a su vez, les resta legitimación ante sus bases.

Una parte de los cuadros y activistas en desacuerdo con la situación se van o se desmovilizan, debilitando así la comunicación vertical que queda en manos de cuadros acomodaticios  con militantes (“pasivos/dormidos”) que esperan que los problemas se resuelvan por los de arriba.
Una significativa parte de los votantes se abstienen, votan a nuevos partidos o incluso votan a los partidos de la clase dominante, que se propone como solucionadora de los problemas que ella misma ha generado.
Pero estos problemas no se diagnostican como problemas organizativos. Los partidos, a pesar de la gran cantidad de secretarios de organización con que cuentan, no analizan su estructura y funcionamiento en términos del tipo de relaciones que mantienen con sus miembros y su entorno. “Poder sobre”/”poder para”; metas de arriba abajo/ de abajo arriba; imponer/empoderar; competir/coaligarse; fragmentación/comunidad.

Entre las organizaciones locales pequeñas, existe una variedad de tipos de relación. Como consecuencia, las agrupaciones locales adoptan formas que van desde el cesarismo de un líder dominante – que plantea frecuentemente problemas en su sucesión – , a formas tendentes a un funcionamiento democrático – una coalición de bastantes líderes que se apoyan – que suele tener como consecuencia un dominio del poder institucional durante un período bastante largo. Resulta sintomático que – en lo que yo conozco -  no existan, por parte de los partidos, estudios comparativos de una y otra forma para deducir factores de eficacia política a corto y medio plazo.

En cambio, en los niveles supramunicipales no se concibe otra forma que la burocrática. Las ejecutivas se forman con estructuras funcionales – con funciones peculiarmente definidas debido a lo numeroso de sus miembros – sin tener en cuenta fórmulas estructurales multidimensionales que se han experimentado en otros ámbitos. Los procesos de decisión son predominantemente de arriba abajo, llegando a perder de vista los intereses de las bases partidarias. La “cucaña burocrática” perjudica la cooperación entre líderes.

Esta fragmentación vertical y horizontal, debilita el poder de las cúspides. De modo que puede decirse que no es posible – por falta del poder necesario – conseguir la revitalización del partido desde las cúspides, siguiendo un proceso de abajo arriba, como habitualmente actúan. 

Una muestra de ello, se encuentra en la gran cantidad de congresos, conferencias y consejos cuyas determinaciones con intención de cambio no pasan del papel que las soporta. Suelen adolecer de exceso de querer conseguir una uniformidad organizativa y de falta de “cómos” para conseguir que las cosas pasen. Lo que coincide con el tipo de crisis que viven las grandes burocracias en el mundo organizativo actual.

SIGUE





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