El capital social y el barrio
Los
resultados politicos van a depender de la alineación de las fuerzas de los
elementos del capital social partidario, en conseguirlos.
Estos
elementos del capital social partidario forman un conglomerado de grupos
heterogéneos que podemos etiquetarlos como:
·
Los
votantes actuales, que nos votaron
en las últimas elecciones del mismo tipo. En el tiempo transcurrido, es posible
que una parte de estos votantes estén dudosos de volvernos a votar, o incluso hayan
decidido que no nos volverán a votar. Y también que alguno se haya muerto o
hayan cambiado de residencia.
De estos votante actuales, una parte de ellos nos ayudaron
en conseguir los resultados, bien sea donando fondos o prestando su ayuda
personal a conseguir que otros votaran a favor. Esta ayuda pudo revestir formas
muy variadas, ser incluso desconocida
para el partido. Entre las conocidas merece una atención especial el haber
asumido el papel de interventor de mesa el día de las elecciones, por la información
tácita y poco explotada que pueden tener sobre los comportamientos y actitudes
de los electores.
La evolución positiva o negativa de la disposición a
prestar estas ayudas, puede ser un predictor de evolución de los resultados
·
Los
votantes potenciales que podemos
encontrarlos entre los nuevos votantes – personas que han cumplido los 21 años
durante el período de tiempo del último mandato; los nuevos residentes,
empadronados en el mismo período; los votantes de nuestras siglas en elecciones
de otro tipo y que en estas se han abstenido o han votado a otro partido; y los
abstencionistas en general para nuestras siglas, de los que tenemos algún
indicio favorable.
·
Los
líderes de opinión, son votantes
actuales o potenciales que influyen en las decisiones de personas de su
entorno, por la afinidad y confianza que los demás votantes tienen con ellos.
Pueden ser personas difíciles de percibir desde lejos; pero relativamente
fáciles de percibir desde la inserción social en ese entorno.
·
Los
militantes, que figuran como tales
en las listas oficiales del partido. Bajo esta denominación genérica, hay una
gran variedad de personas y comportamientos políticos. Podemos distinguir entre
los que asisten a los actos del partido – asambleas, eventos, elecciones internas.
También entre los que buscan sobre todo un cargo/ empleo, los “ateneistas”- que
quieren cambiar el mundo con los discursos-, y los militantes activos o
activistas interesados en liderar votantes para conseguir resultados políticos.
De éstos, es posible que una parte no tengan parte en las ceremonias oficiales
del partido, incluso sean desconocidos
para los dirigentes.
A efectos prácticos, es interesante tener en cuenta a los que han actuado como
interventores de mesa en las elecciones,
porque pueden tener información relevante sobre los votantes.
Otra categoría que puede ser muy relevante es la de los ex-militantes. La burocratización de
los partidos ha producido la separación de potenciales activistas, que pudiera
ser útil recuperar. También es verdad que ha apartado a buscadores de
beneficios personales, que en muchos casos se merecen un “puente de plata”.
·
En
algunos casos, convendrá tener en cuenta a los lideres de opinión de los votantes de otros partidos, y miembros de
la elite del poder local – empresarios,
directores de instituciones, medios de comunicación,…
Esta guía
propone a los activistas de
cualquier condición, experimentar prácticas para obtener el liderazgo político
que contribuye a producir resultados políticos. Ese liderazgo actúa movilizando
a los militantes, recuperando exmilitan tes con intereses activistas,
coaligándose con los lideres de los votantes actuales y potenciales, y, a
veces, desmovilizando a los líderes de los votantes de otros partidos y
haciendo alianzas con miembros de la elite del poder local.
Este
esfuerzo de alinear las fuerzas de los componentes del capital social
partidario en orden a conseguir los resultados políticos, implica un trabajo
intensivo de los activistas/líderes políticos sobre los demás elementos
mencionados.
Este
trabajo intensivo y continuado de acompañamiento, está muy lejos de las
acciones puntuales de comunicación que se contemplan en el marketing político
orientado a la venta.
Es por
esto, que la organización de estos trabajos debe partir de unidades
suficientemente pequeñas, como son los barrios.
En
realidad, un barrio es algo poco definido en la práctica, y hay una decisión
política detrás de su definición operativa
como unidad de organización. A título orientativo, podemos partir de la
hipótesis de que un barrio no tendrá más de unos 15. 000 habitantes, con lo que
un partido que aspire a la mayoría, no necesitará conseguir en él más de unos
3.000 votantes, lo que requiere coaligarse con unos 300 líderes, con lo que 60
activistas podrían ser un equipo suficiente. Un
barrio podría subdividirse en vecindarios, formados de uno, dos o tres
secciones electorales.
Empezando a alinear las fuerzas
El equipo
de activistas que se hace cargo de organizar el barrio puede continuar el
trabajo apuntado en el apartado anterior con estos dos ejes de acción:
·
Ir
estableciendo la práctica de dialogar
sobre los valores y su traducción en prácticas entre los miembros del
equipo. En estos diálogos merecerá especial atención la identificación, crítica
y transformación de las prácticas burocráticas en prácticas
emprendedoras/democráticas. Cada activista debe recibir estímulo para
desarrollar sus propios valores y ética
en diálogo con los demás, acordar standards personales más altos y actuar éticamente
con los demás activistas.
Teniendo en cuenta que el grupo de barrio va a vivir
rodeado de la cultura burocrática del partido, se hace necesaria una vigilancia
cuidadosa de las diferencias a marcar, de los conflictos que van a generarse y
de las maneras de resolverlos. A ello contribuirá un entrenamiento específico
sobre la creación y mantenimiento de
coaliciones, como base de toda organización política sostenible. Y el
entrenamiento acerca de equilibrar el
diálogo y el debate en las comunicaciones internas.
Este eje marca
una pauta que debe seguir en la actuación de los activistas: dedicar un tiempo
a la reflexión sobre lo que se hace y a mejorar las prácticas desde esa
reflexión.
·
Ir
identificando a los militantes que se puede activar, a los exmilitantes
interesantes y posibles de recuperar, a los votantes actuales y potenciales y a
sus liderazgos.
Esta tarea puede asumirse por los activistas que van
formando el equipo, divididos por vecindarios, partiendo de poner en común lo
que cada uno conoce, consultando las estadísticas de votos, accediendo a listas
de electores punteadas por mesas – con la eventual ayuda de interventores –
recurriendo a personas de edad y líderes sociales, realizando llamadas
telefónicas, organizando eventos que sirvan para que los votantes se
autoidentifiquen.
Los nombres así identificados deben ir formando una base
de datos que puede tomar forma desde una sencilla libreta.
Las conversaciones que serán necesarias tanto para identificar todos estos elementos del
capital social, como para ir modificando sus comportamientos para alinearlos requieren
una preparación. Resultaría imprudente hacerlo improvisadamente. Este tema lo
trataremos en el próximo apartado.
A estas alturas, será conveniente que se vayan tomando
disposiciones de programar en un calendario, los avances a ir logrando hacia la
contribución a conseguir los resultados,.
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Esta GUIA se edita como complemento prácticos para los asistentes a las sucesvas ediciones del seminario ACTIVISMO/LIDERAZGO POLÍTICOS, y como un estímulo para los posibles asistentes a nuevas ediciones.
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