Al considerar en la preparación de la campaña – que ha podido ser llevada a cabo
en el proyecto de arranque - se plantea
la materialización
en comportamientos deseados de votantes actuales y potenciales de la
estrategia y organización/dirección de la campaña electoral.
Para ello, considera dos
grandes ejes de maniobras:
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Una maniobra
“sembradora”, que, definida una candidatura y unos temas de campaña,
“siembra” en el electorado la semilla de una serie de mensajes, sin esperar
otra respuesta del electorado, que no sea el resultado de las urnas, o, en todo
caso, la declaración muestral de una intención de voto.
ü
Una maniobra
“coaligadora”, que busca el contacto personal con los votantes actuales y
potenciales, y adquirir con/de ellos, ciertos compromisos, como contrapartida de un producto político que responde a sus preferencias.
En las prácticas
profesionales se habla con insistencia en la vuelta a las “campañas de base”
(grass-roots). Las investigaciones siguen confirmando la vieja tesis (más de 50
años) sobre el papel predominante de las comunicaciones interpersonales
en la formación de la opinión pública, y las experiencias prácticas arrojan en
cada cita ejemplos de elecciones ganadas, en base a campañas de este tipo.
Unas veces, un buen número de voluntarios, bien entrenados y dirigidos, ha compensado
con creces unos presupuestos publicitarios comparativamente modestos. En otros
casos, una campaña bien financiada ha llegado a arrasar a impulsos del contacto
personal de su equipo.
”Si la política consiste sobre todo en hablar
con la gente y ponerse de acuerdo con ella”, el contacto y la comunicación
interpersonal han de jugar un papel primordial en su práctica. De hecho, existe
un consenso generalizado acerca de que el contacto y la comunicación
interpersonal son los medios más poderosos en la obtención de votos en unas
elecciones locales. (Pero, al fin y al
cabo, ¿no son todas las elecciones locales?).
La comunicación personal, al
permitir una acción en los dos sentidos, es más propicia para cambiar actitudes
y, por consiguiente, hacer un trabajo más profundo en lograr cambios en el
interlocutor. Por otra parte, permite escenificar mejor el intercambio: ¿Qué
me das por mi voto? ¿Tú que quieres?
Por razones como éstas, y a
continuación de los puntos clave de la preparación, la estrategia, los planes y
la organización, consideramos a la identificación, clasificación y tratamiento
individual de los electores, como el siguiente punto clave de una
campaña electoral eficaz.
Las propuestas que se
avanzan podrían considerarse, en un cierto sentido, como
formando parte de la preparación de la campaña. La información que recoge
aporta datos muy relevantes para la priorización de segmentos de electores,
para explorar problemas relevantes para los electores, para ponderar criterios
de decisión de voto, para registrar reacciones a eventos y mensajes.
Desde otro ángulo, un
buen trabajo de campo sobre los líderes de opinión y los electores no se
improvisa. No se trata de “ir a la calle” a hablar con la gente. Una buena
“tropa” para el contacto directo necesita de buen entrenamiento y soportes de
apoyo, y una supervisión que garantice el orden y la dirección del trabajo. Y
su mejor rendimiento se obtiene cuando las entrevistas personales y las
reuniones van combinadas con llamadas telefónicas, envíos por correo directo y
son apoyadas por actuaciones desde la página Web y las redes. Se trata, pues, de un trabajo
sofisticado y complejo, cuyos resultados van a estar muy condicionados por la
calidad de la organización y dirección con que se lleven a la práctica. Lo que
aconseja que estas disposiciones organizativas se tomen con suficiente
anticipación y cuenten con el tiempo necesario para ser ejecutadas
correctamente. Cuanto antes, pues, se empiecen a tomar medidas al
respecto mejor será el resultado. No merece, pues, la pena esperar a terminar
todo el trabajo de preparación. En cuanto se llegue a la conclusión de que este
trabajo de campo es interesante para la meta y las estrategias de la campaña,
debería comenzarse a constituir un
Comité de Operaciones de Campo y nombrar un Director de Operaciones de Campo y
sus colaboradores, y poner en marcha la redacción de manuales, la preparación de
los soportes necesarios y los primeros voluntarios sobre el terreno.
Desde el momento que la
primera persona de campo toma contacto con un elector, no sólo se obtiene
información de él, sino que el mismo contacto es ya un impacto que como mínimo
contribuye a la notoriedad del candidato y en algunos casos a mejorar su imagen
favorable. Luego, al mismo tiempo forma parte del trabajo de comunicación de la
campaña. Son las ventajas de la comunicación en los dos sentidos que comporta
el contacto directo, si se lleva a cabo adecuadamente.
Así, se presenta aquí la
identificación y clasificación de los electores, como primera fase del proceso
activo de una campaña electoral, o si se quiere la segunda fase, si la
preparación con sus determinaciones de estrategia, planes y organización se toma
por la primera.
Así las acciones de la maniobra “coaligadora” sientan las bases, como veremos
de una maniobra “sembradora” más fructífera, al precisar mejor los blancos
de la comunicación unidireccional y los temas y los mensajes de la misma.
En la práctica, cualquier campaña resulta de una mezcla de
ambas maniobras, por lo que vamos a estudiar ambas y cómo llevar a cabo la combinación
de las mismas.
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