Una
primera clave de la eficacia, radica en la dirección
consciente de la campaña. Intentemos de definir esta dirección, primero por
lo que no es y después por lo que debe ser.
Dirección
consciente no es:
·
Actuar según se
nos ocurra, sin someter las acciones a una evaluación previa de su relación con
la obtención de los objetivos que pretendemos.
·
Repetir
ritualmente unas prácticas que hemos empleado en anteriores campañas, sin
evaluar su eficacia entonces y ahora. Se suele decir que la manera más
segura de perder una campaña es creer y actuar como si fuera igual que la
anterior.
·
Echar la culpa a
errores de otros, y adoptar una actitud derrotista, para justificar no
implicarse seriamente en la campaña, y no implicar a otros.
·
Una actitud y
comportamientos de los que dirigen, que signifiquen que son ellos los que
tienen que pensar y decidirlo todo, y los demás sólo tienen que ejecutarlo. La
eficacia de una campaña electoral requiere compromisos serios de todos los
actores en lograr, a su vez, compromisos de los votantes actuales y
potenciales. Y los compromisos serios de los actores partidarios – cargos
públicos, directores y asesores, ejecutivos, militantes, líderes de opinión y
votantes voluntarios,…- no se producen si la dirección no ejerce un liderazgo empoderador[1].
Dirección
consciente, en cambio, es:
·
Una, cuyos
comportamientos y maneras de decidir empoderadores dan a todos un papel
satisfactorio, que hace que todos los recursos disponibles se pongan a
contribución de la campaña. Hoy se está llamando a esto liderazgo suficiente,
como algo diferente al liderazgo heroico, carismático o burocrático. Pero no es una cuestión de
palabras, sino de comportamientos que pueden lograr compromisos o no.
·
Conseguir que
por parte de todos los actores se preste atención no sólo a completar las
tareas de gestión municipal o de partido
entre manos, sino también a las tareas de identificación y
acompañamiento de los votantes actuales y potenciales y sus líderes de opinión,
que formarán las actuaciones de esta campaña, en muchos casos, como
profundización y mejoramiento de las actuaciones de las campañas precedentes,
autonómicas y europeas.
·
Animar unos
procesos que llevan a cabo unas tareas de
o preparación de la campaña;
o determinación de la estrategia de la campaña;
o planificar las actuaciones y la operaciones de
obtención de fondos, evaluando lo que se va obteniendo y replanificando en lo
necesario;
o y asegurar que las actuaciones son asumidas
responsablemente por una estructura de organización, en la que los actores
movilizados asumen un papel satisfactorio para ellos y eficiente para la
ejecución.
La
dirección consciente, la preparación de la campaña, la determinación de la
estrategia de la campaña, la planificación de las actuaciones de la campaña y
la obtención de fondos, y la organización de la campaña, son las primeras claves
de eficacia.
[1]
EMPODERAR. Expresión del castellano antiguo que fue sustituía por “apoderar”
hasta que ésta ha quedado reducida a un significado más bien notarial o
administrativo. Recientemente, ante el avance de la expresión anglosajona
“empowerment”, se está volviendo a emplear el original castellano de empoderar,
con el significado de dar poder a alguien, permitirle influencia en decisiones,
respetar un ámbito de autocontrol,…
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Un ejemplo práctico de una campaña eficaz, se muestra en el seminario LA CAMPAÑA MAS RENTALE PARACONSEGUIR VOTOS EN LAS EUROPEAS. 4 CONTACTOS POSITIVOS EN UN BLANCO PREDISPUESTO, VLC. 26 de abril. Ver en Eventos de Facebook.
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