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jueves, 17 de abril de 2014

LA PREPARACIÓN DE LA CAMPAÑA ELECTORAL








Sea cual sea la situación de la que se parta, el último período de un mandato tiene la trascendencia de que a su término, el día de las elecciones, lo que los ciudadanos depositen en las urnas representa una evaluación decisiva para un nuevo mandato. Las bases de poder de la Corporación pueden ser alteradas completa o parcialmente.

De la trascendencia de la transacción ciudadanos/partidos que tiene lugar el día D es lógico sacar algunas consecuencias

·        No es sensato esperar a la evaluación final / definitiva del día de las elecciones,  sin hacer la prueba de evaluaciones intermedias que permitan ir corrigiendo el tiro, si no indican que el camino que se lleva conduce a un resultado aceptable. El alcalde/alcaldesa que tiene que abandonar su puesto sin haberse enterado de que ya hacía tiempo que estaba corriendo el riesgo muy próximo de que le pasara, o el partido que pierde votos sin enterarse, muestran un entrenamiento deficiente en el ejercicio de la política. De ahí la propuesta de la campaña permanente.
         
·        La campaña electoral, sin perjuicio de la terminología y las limitaciones legales, no puede durar 15 días, ni siquiera 53. Se practique o no la campaña permanente,  la preparación de la campaña electoral y la determinación de su estrategia, planes y organización  debe llevarse a cabo, al menos, a partir de un año antes del día de las elecciones. Las agrupaciones que al implicarse en las campañas intermedias, han practicado algún tipo  campaña permanente, pueden haber ido cumpliendo objetivos intermedios que, de otra forma habría que afrontar ahora, en el período con que realmente se cuente de trabajo electoral. Además, esto  aporta organizaciones dispuestas para el trabajo político y cargos electos y asesores con actitudes favorables a escuchar, y pedir colaboración a los ciudadanos.
         
Desde un gobierno y un partido más bien gestores, lograr la reflexión y las actitudes que favorezcan llevar a cabo una campaña electoral eficaz resultará más dificultoso. Lograr que las personas que tienen que implicarse en la misma, vayan desligándose de tareas de gestión y dediquen sus esfuerzos a cómo ganar las próximas elecciones puede requerir una serie de reuniones de reflexión y sesiones de entrenamiento en las que se traten cuestiones como las siguientes:
         
·        La realización de las tareas de preparación de la campaña..
·        Un replanteamiento del ejercicio del gobierno y de los modos de hacerlo evolucionar de modo que se dé primacía a la comunicación y acuerdo con los ciudadanos y sus líderes de opinión. Pasar de prestar servicios a pedir apoyo.
·        Una revisión de las relaciones gobierno / administración en la línea de conseguir una dirección profesional de la ejecución de las actuaciones programadas con eficiencia y mejorando la calidad de las prestaciones a los ciudadanos, lo que permite liberar tiempo de los políticos en las tareas operativas.
·        Un reforzamiento de la coordinación  gobierno / partido que regule productivamente sus relaciones, de modo que un buen reparto de las tareas a realizar asegure que existe un número suficiente de voluntarios para llevar a cabo las comunicaciones con los ciudadanos y sus líderes de opinión, a través de las cuales se efectúe la evaluación realista de la situación, la detección de necesidades y la priorización de las mismas y de sus soluciones, así como la negociación de los apoyos necesarios. La reflexión que, a este respecto se haga debería asegurar que las personas implicadas están interesadas en ganar (si no, el juego es otro) y que para ello, están dispuestos a aceptar sacrificios, si a la hora de confeccionar las listas, se hace necesario recurrir a acuerdos o independientes para completar el espectro social que garantice la coalición mayoritaria de votantes. Esta misma reflexión debería conducir también a descubrir que el sujeto activo de la política no es un “líder” unipersonal, sino un grupo complejo de personas, con diferentes capacidades, edades y estilos de acción, para poder asumir con eficacia la complejidad y variedad de la tarea política; lo que obliga a inventar una estructura organizativa y un sistema de recompensas y desarrollo personal que favorezca la implicación  de muchos en llevar adelante un trabajo que siempre es superior a las fuerzas de que se dispone.    


La realización de estas reuniones puede venir apoyada por algún apoyo externo que además pueda prestar su asistencia técnica en diseños de estrategia y entrenamiento sobre actuaciones, organización y comunicación.


 

Estas reuniones que acabamos de mencionar – y de las que ofrecemos una guía de preguntas a contestarse, en los EJERCICIOS  de la próxima entrada- forman parte de la preparación de la campaña electoral. Que las personas necesarias se dispongan a campear[1], si no lo estaban anteriormente, es un cambio de actitud imprescindible para afrontar los esfuerzos de una campaña con probabilidad de éxito. De dirigir la producción de un aparato oficial, o de vivir el ritual interno de las agrupaciones, a ir a buscar apoyos de la gente hay una distancia de cierta importancia.

La preparación de la campaña electoral está formada por una serie de operaciones que pretenden crear / desarrollar en los actores de la campaña un mapa perceptual y unas actitudes que ponen el énfasis en la obtención de votos, apoyos y actitudes favorables, todo ello referido a secciones electorales y a segmentos de votantes, priorizados. 

La preparación de la campaña electoral, como tarea de una dirección consciente  es el segundo punto clave para su eficacia. La gran cantidad de factores que pueden estar influyendo en los comportamientos y las actitudes de los electores en una cita electoral dada, hacen prudente considerar que cada campaña es distinta a las demás. Las pocas pautas que pueden considerarse constantes, deberían servir para apoyar el análisis clínico de cada situación  con que entender el tipo de batallas que esa situación requiere para lograr las metas que se propongan.

La preparación de una campaña puede considerarse que está finalizada cuando se está en condiciones de aprobar e ir poniendo en práctica:

·        La Estrategia de la Campaña.
·        El Plan de la Campaña y el Plan de Obtención de Fondos.
·        La Estructura de Organización de la Campaña.
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La Estrategia, el Plan, y la Organización son tres facetas del proceso de una campaña, que interactúan entre sí. Sin embargo, a efectos de su descripción y análisis, los presentaremos más adelante en apartados separados y consecutivos. En todo caso, haremos en cada apartado referencias cruzadas a los demás. Los tres son  otros tres puntos clave de la eficacia de una campaña electoral



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La calidad de estos diseños depende del realismo de los modelos conceptuales que se manejen sobre la situación, la fiabilidad de la información con que se las actualiza y el acierto /  previsión de los juicios sobre los comportamientos /  reacciones de la propia red,  los competidores, medios de comunicación, grupos sociales y diferentes segmentos de electores. Es un ejercicio donde se va a poner de manifiesto el nivel del sistema de inteligencia que se ha venido montando a lo largo del mandato, o la necesidad de constituirlo a corto plazo.

Las operaciones específicas de preparación de la campaña que se aconsejan son:

·        Decidir sobre la meta que servirá para evaluar el resultado de la campaña.
·        Adoptar colectivamente una colección de modelos conceptuales para describir y analizar la dirección consciente de la campaña.
·        Comprender “la partida que se juega” en estas elecciones, específicamente. Y para ello constituir el sistema de información e inteligencia apropiado.



[1] Según el Diccionario de Uso del Español de Doña María Moliner, CAMPEAR= reconocer el campo en la guerra, sacar el ejército a combatir en campo raso, estar en campaña, guerrear.

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