Sea cual sea la situación de la que se parta, el último
período de un mandato tiene la trascendencia de que a su término, el día de
las elecciones, lo que los ciudadanos depositen en las urnas representa una
evaluación decisiva para un nuevo mandato. Las bases de poder de la Corporación pueden ser
alteradas completa o parcialmente.
De la trascendencia de la transacción ciudadanos/partidos
que tiene lugar el día D es lógico sacar algunas consecuencias
·
No es sensato esperar a la evaluación final /
definitiva del día de las elecciones, sin hacer la prueba de evaluaciones
intermedias que permitan ir corrigiendo el tiro, si no indican que el camino
que se lleva conduce a un resultado aceptable. El alcalde/alcaldesa que tiene que
abandonar su puesto sin haberse enterado de que ya hacía tiempo que estaba
corriendo el riesgo muy próximo de que le pasara, o el partido que pierde votos
sin enterarse, muestran un entrenamiento deficiente en el ejercicio de la
política. De ahí la propuesta de la campaña permanente.
·
La campaña electoral, sin perjuicio de la
terminología y las limitaciones legales, no puede durar 15 días, ni siquiera
53. Se practique o no la campaña permanente, la preparación de la campaña electoral y la
determinación de su estrategia, planes y organización debe llevarse a cabo, al menos, a partir de
un año antes del día de las elecciones. Las agrupaciones que al implicarse en
las campañas intermedias, han practicado algún tipo campaña permanente, pueden haber ido
cumpliendo objetivos intermedios que, de otra forma habría que afrontar ahora,
en el período con que realmente se cuente de trabajo electoral. Además, esto aporta organizaciones dispuestas para el trabajo
político y cargos electos y asesores con actitudes favorables a escuchar, y
pedir colaboración a los ciudadanos.
Desde un gobierno y un
partido más bien gestores, lograr la reflexión y las actitudes que favorezcan
llevar a cabo una campaña electoral eficaz resultará más dificultoso. Lograr
que las personas que tienen que implicarse en la misma, vayan desligándose de
tareas de gestión y dediquen sus esfuerzos a cómo ganar las próximas elecciones
puede requerir una serie de reuniones de reflexión y sesiones de entrenamiento
en las que se traten cuestiones como las siguientes:
·
La realización de las tareas de preparación de
la campaña..
·
Un replanteamiento del ejercicio del gobierno y
de los modos de hacerlo evolucionar de modo que se dé primacía a la
comunicación y acuerdo con los ciudadanos y sus líderes de opinión. Pasar de
prestar servicios a pedir apoyo.
·
Una revisión de las relaciones gobierno /
administración en la línea de conseguir una dirección profesional de la
ejecución de las actuaciones programadas con eficiencia y mejorando la calidad
de las prestaciones a los ciudadanos, lo que permite liberar tiempo de los
políticos en las tareas operativas.
·
Un reforzamiento de la coordinación gobierno / partido que regule productivamente
sus relaciones, de modo que un buen reparto de las tareas a realizar asegure
que existe un número suficiente de voluntarios para llevar a cabo las
comunicaciones con los ciudadanos y sus líderes de opinión, a través de las
cuales se efectúe la evaluación realista de la situación, la detección de necesidades
y la priorización de las mismas y de sus soluciones, así como la negociación de
los apoyos necesarios. La reflexión que, a este respecto se haga debería
asegurar que las personas implicadas están interesadas en ganar (si no, el
juego es otro) y que para ello, están dispuestos a aceptar sacrificios, si a la
hora de confeccionar las listas, se hace necesario recurrir a acuerdos o
independientes para completar el espectro social que garantice la coalición
mayoritaria de votantes. Esta misma reflexión debería conducir también a
descubrir que el sujeto activo de la política no es un “líder” unipersonal,
sino un grupo complejo de personas, con diferentes capacidades, edades y
estilos de acción, para poder asumir con eficacia la complejidad y variedad de
la tarea política; lo que obliga a inventar una estructura organizativa y un
sistema de recompensas y desarrollo personal que favorezca la implicación de muchos en llevar adelante un trabajo que
siempre es superior a las fuerzas de que se dispone.
La realización de estas
reuniones puede venir apoyada por algún apoyo externo que además pueda prestar
su asistencia técnica en diseños de estrategia y entrenamiento sobre
actuaciones, organización y comunicación.
Estas reuniones que acabamos de mencionar – y de las
que ofrecemos una guía de preguntas a contestarse, en los EJERCICIOS de la próxima entrada-
forman parte de la preparación de la
campaña electoral. Que las personas necesarias se dispongan a campear[1],
si no lo estaban anteriormente, es un cambio de actitud imprescindible para
afrontar los esfuerzos de una campaña con probabilidad de éxito. De dirigir la producción de un aparato
oficial, o de vivir el ritual interno de las agrupaciones, a ir a buscar apoyos
de la gente hay una distancia de cierta importancia.
La preparación de la campaña electoral está formada por una
serie de operaciones que pretenden crear / desarrollar en los actores de la
campaña un mapa perceptual y unas actitudes que ponen el énfasis en la
obtención de votos, apoyos y actitudes favorables, todo ello referido a
secciones electorales y a segmentos de votantes, priorizados.
La preparación de la campaña electoral, como tarea de una
dirección consciente es el segundo punto
clave para su eficacia. La gran cantidad de factores que pueden
estar influyendo en los comportamientos y las actitudes de los electores en una
cita electoral dada, hacen prudente considerar que cada campaña es distinta a
las demás. Las pocas pautas que pueden considerarse constantes, deberían servir
para apoyar el análisis clínico de cada situación con que entender el tipo de batallas que esa
situación requiere para lograr las metas que se propongan.
La preparación de una campaña puede considerarse que está finalizada
cuando se está en condiciones de aprobar e ir poniendo en práctica:
·
La
Estrategia de la
Campaña.
·
El Plan de la Campaña y el Plan de Obtención de Fondos.
·
La
Estructura de Organización de la Campaña.
·
.
La calidad de estos diseños depende del realismo de los
modelos conceptuales que se manejen sobre la situación, la fiabilidad de la
información con que se las actualiza y el acierto / previsión de los juicios sobre los
comportamientos / reacciones de la
propia red, los competidores, medios de
comunicación, grupos sociales y diferentes segmentos de electores. Es un
ejercicio donde se va a poner de manifiesto el nivel del sistema de
inteligencia que se ha venido montando a lo largo del mandato, o la necesidad
de constituirlo a corto plazo.
Las operaciones específicas de preparación de la campaña que
se aconsejan son:
·
Decidir sobre la meta que servirá para evaluar
el resultado de la campaña.
·
Adoptar colectivamente una colección de modelos
conceptuales para describir y analizar la dirección consciente de la campaña.
·
Comprender “la partida que se juega” en estas
elecciones, específicamente. Y para ello constituir el sistema de información e
inteligencia apropiado.
[1]
Según el Diccionario de Uso del Español de Doña María Moliner, CAMPEAR=
reconocer el campo en la guerra, sacar el ejército a combatir en campo raso,
estar en campaña, guerrear.
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