Parece que las elecciones primarias abiertas son un paso, un buen principio para ir superando la brecha
de la desafección política. A pesar de las resistencias, las trampas, la inexperiencia y los errores.
Hay que felicitar y agradecer a los que se han esforzado y esfuerzan porque eso vaya siendo
posible.
Cabe decir que las organizaciones que están eligiendo sus candidatos en primarias abiertas, mejoran en imagen y en sus interacciones sociales. Y han empezado un proceso que, de seguir bien alimentado, puede
hacerse fuerte como para ir eliminando la desafección, o al menos, paliando muchos de sus
efectos negativos.
Porque unas primarias abiertas no son sólo, ni siquiera lo más importante, un modo de designación más abierto de los candidatos y dirigentes.
Si los dirigentes potenciados por la legitimidad adicional delas primarias abiertas, se decidieran
a afrontar las metamorfosis de las burocracias de sus partidos, dotándolos de una dirección consciente hacia los resultados políticos, que hoy no tienen, estaríamos asistiendo a un cambio más trascendente.
La dirección consciente hacia los resultados políticos producirá una política de abajo arriba que, al menos, equilibre la política de arriba abajo, que está contribuyendo a la desafección paralela de militantes y votantes.
La política de abajo arriba no puede ser un latiguillo publicitario
de campañas electorales. Hoy sabemos que puede traducirse en prácticas políticas que se vienen mostrando como buenas y eficaces, allá donde se llevan a cabo.
Algunas de las buenas prácticas que tienen demostrado que contribuyen a la sostenibilidad de los resultados políticos:
- completar la estructura funcional y sectorial con una dimensión formada por proyectos de mejora de resultados, en base a unidades manejables – un barrio,entre 10.000/15.000 habitantes;
- encomendar la dirección política de estas unidades a activistas,militantes despertados del sueño de la obediencia burocrática, dispuestos a escuchar/ preguntar antes de decir y de acompañar a los votantes en sus decisiones políticas;
- creando comunidades de votantes partidarios. En su seno las necesidades individuales se socialicen, a través de instrumentos como «el barrio que vivimos/el barrio que queremos», a partir de escuchar y
- contar relatos sobre lo que mejora/empeora la calidad de vida de los votantes.
Sin la dirección política consciente, al estilo de lo que aquí se apunta, los síntomas de la desafección– abstención, disminución del número y desmovilización de militantes, mala valoración de los políticos – se mantendrán en niveles no deseables.
Lo que, en cambio, no impide que puedan producirse rotaciones en las mayorías y la titularidad de los gobiernos de las instituciones.
Conformarse con esto, contribuye a mantener viva la desafección política.
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