(Tomada de las Síntesis del libro "Cómo Ganar (y Perder) Votantes"
www.fcampalans.cat/uploads/publicacions/pdf/comoganaryperdervotantes_def.pdf
El Candidato y la candidatura
Contrasta la variedad de intereses, aspiraciones y estilos de vida de
los votantes de un partido mayoritario, con el esfuerzo en enfatizar al
Candidato como un líder heroico o hiperlíder. Y al mismo tiempo, la falta de
atención a los demás miembros de las candidaturas. Es lógico que para ser
suficientemente convincente a la variedad de sus votantes se llegue a la
conclusión que el candidato tiene que ser un hiperlíder. Para ayudarle también
puede verse como conveniente enfatizar la grave crisis que se está dilucidando
en la elección – “viene la derecha”, por ejemplo.
Pero una buena parte de los votantes sensatos ni creen que los líderes
son – ni deben ser heroicos- ni se creen que van a evitar o sacarnos de las
crisis. Cada vez están más acostumbrados a experimentar cómo los problemas –y
sobre todo los grandes - se dominan por
comunidades de personas que comparten valores y comprometen esfuerzos.
¿Cuántos votos pueden ganar – o dejar perder – líderes de opinión de los
votantes actuales y potenciales, militantes movilizados con ascendiente en su
entorno, y simples votantes convencidos
que defiendan las posiciones de una candidatura?
¿Cuántos votos pueden ganar – o dejar perder – líderes locales con
buenas mayorías a su favor si se deciden, de verdad, a poner su prestigio e influencia
en la candidatura de su partido en otras instancias? ¿O cargos públicos competentes
y con capacidad para influir en sus entornos que reconozcan que la tarea
política no es solo gestionar?
La venta de un
gobierno
La mayor parte de la comunicación política, dentro y fuera de las
campañas electorales, se dedica a vender lo mucho y bien que se ha hecho y lo
más que se hará. Los protagonistas son los gobiernos, los políticos. Con muy
poca referencia a los votantes y cómo pueden vivir las mejoras en todas las
dimensiones de su calidad de vida, no sólo las materiales.
Ahora se insiste en contar historias, pero sin conocer previamente las
historias de los votantes, tal y como ellos las viven. Se puede llegar así,
como mucho, a contar bellas historias sobre los políticos. “¡Propaganda!”.
El programa
electoral
Generalmente, los programas electorales se parecen a las tesis de un
opositor concienzudo que quiera demostrar que se sabe bien todos los puntos del
programa. No parece que falten ideas a la izquierda. Mas bien lo que parece
faltar es quién priorice y cómo entre las miles de ideas que llenan los
programas. Y probablemente en los procesos de priorización se trasparentan los
valores que más pueden interesar a muchos votantes.
La comunicación
unidireccional.
A pesar de algunas campañas de escuchar de las que no suelen resultar respuestas
correspondientes, la casi totalidad de la comunicación política es unidireccional.
Es el público el que debe recibir pasivamente: los discursos de los mítines,
las apariciones en los medios de los candidatos, la publicidad exterior en los
medios, los mensajes en los folletos y cartas, los SMS. Incluso los militantes
reciben argumentarios como si fueran vendedores puntuales, no participantes en
una conversación continuada.
Corto plazo/medio
plazo
Los recursos estratégicos no se desarrollan en una campaña electoral.
Son más bien el resultado de proyectos a medio plazo. Y en la medida de su desarrollo
pueden contribuir al éxito de una campaña electoral.
La dirección política que solo funciona a impulsos de campañas
electorales, o aplica la misma lógica a toda su acción, nunca llega a
desarrollar sus recursos estratégicos y más bien irá debilitándolos.
El tiempo
Las campañas electorales no pueden ser eficaces en la dimensión temporal
legal ni tampoco en tres meses. Una mínima consideración del trabajo que
comporta exige un tiempo mínimo de un año. Mejor serían dos.
Y todavía mejor, que la dirección política sea capaz de sintetizar los
proyectos de desarrollo de recursos estratégicos, y las campañas de los
diferentes tipos de elecciones, en un marco de campaña permanente que mantenga
entrenada a la organización.
No parece, pues, que las direcciones políticas que se practican perciban
el estado de su capital social partidario, ni la eventual desactivación de
redes sociales y militantes, ni el rechazo a una política que se elabora
únicamente de arriba abajo, ni la
inutilidad de muchos de los esfuerzos unilaterales de comunicación. Así, no pueden diagnosticar porqué crece la
desafección y disminuyen sus votos, ni pueden salir del círculo vicioso que han
creado en su organización.
La salida se encuentra en el camino de “iluminar la caja negra del
voto”, identificando y modelizando las redes del capital social partidario, y
adoptar un actitud de dirección consciente de los resultados políticos. Todo
esto podemos agruparlo en dos grandes conjuntos de prácticas, que vamos a
estudiar a continuación:
·Prácticas que
tienden a ir dando cada vez mas peso a la comunicación en dos direcciones
dentro de la comunicación política con los votantes y sus líderes de opinión.
·Prácticas que dotan
a la organización política de un liderazgo que comprometa a todos los
componentes de su potencial capital social estructural – los mecanismos de la
caja negra que generan los votos, fondos y voluntarios – a poner los esfuerzos
de aprendizaje y activación a favor de los resultados del partido.
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Una lectura más completa de este texto se encuentra en el capítulo segundo "Un contraste con prácticas bastante habituales", pags.59/79, del libro. Y se profundiza en los seminarios "Activismo/Liderazgo Políticos"
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