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domingo, 13 de abril de 2014

UNA VISION CRÍTICA DE LAS PRÁCTICAS POLÍTICAS MÁS HABITUALES

(Tomada de las Síntesis del libro "Cómo Ganar (y Perder) Votantes"
www.fcampalans.cat/uploads/publicacions/pdf/comoganaryperdervotantes_def.pdf  










El Candidato y la candidatura
Contrasta la variedad de intereses, aspiraciones y estilos de vida de los votantes de un partido mayoritario, con el esfuerzo en enfatizar al Candidato como un líder heroico o hiperlíder. Y al mismo tiempo, la falta de atención a los demás miembros de las candidaturas. Es lógico que para ser suficientemente convincente a la variedad de sus votantes se llegue a la conclusión que el candidato tiene que ser un hiperlíder. Para ayudarle también puede verse como conveniente enfatizar la grave crisis que se está dilucidando en la elección – “viene la derecha”, por ejemplo.
Pero una buena parte de los votantes sensatos ni creen que los líderes son – ni deben ser heroicos- ni se creen que van a evitar o sacarnos de las crisis. Cada vez están más acostumbrados a experimentar cómo los problemas –y sobre todo los grandes -  se dominan por comunidades de personas que comparten valores y comprometen esfuerzos.
¿Cuántos votos pueden ganar – o dejar perder – líderes de opinión de los votantes actuales y potenciales, militantes movilizados con ascendiente en su entorno,  y simples votantes convencidos que defiendan las posiciones de una candidatura?
¿Cuántos votos pueden ganar – o dejar perder – líderes locales con buenas mayorías a su favor si se deciden, de verdad, a poner su prestigio e influencia en la candidatura de su partido en otras instancias? ¿O cargos públicos competentes y con capacidad para influir en sus entornos que reconozcan que la tarea política no es solo gestionar?

La venta de un gobierno
La mayor parte de la comunicación política, dentro y fuera de las campañas electorales, se dedica a vender lo mucho y bien que se ha hecho y lo más que se hará. Los protagonistas son los gobiernos, los políticos. Con muy poca referencia a los votantes y cómo pueden vivir las mejoras en todas las dimensiones de su calidad de vida, no sólo las materiales.
Ahora se insiste en contar historias, pero sin conocer previamente las historias de los votantes, tal y como ellos las viven. Se puede llegar así, como mucho, a contar bellas historias sobre los políticos. “¡Propaganda!”.

  
El programa electoral

Generalmente, los programas electorales se parecen a las tesis de un opositor concienzudo que quiera demostrar que se sabe bien todos los puntos del programa. No parece que falten ideas a la izquierda. Mas bien lo que parece faltar es quién priorice y cómo entre las miles de ideas que llenan los programas. Y probablemente en los procesos de priorización se trasparentan los valores que más pueden interesar a muchos votantes.


La comunicación unidireccional.
A pesar de algunas campañas de escuchar de las que no suelen resultar respuestas correspondientes, la casi totalidad de la comunicación política es unidireccional. Es el público el que debe recibir pasivamente: los discursos de los mítines, las apariciones en los medios de los candidatos, la publicidad exterior en los medios, los mensajes en los folletos y cartas, los SMS. Incluso los militantes reciben argumentarios como si fueran vendedores puntuales, no participantes en una conversación continuada.

Corto plazo/medio plazo

Los recursos estratégicos no se desarrollan en una campaña electoral. Son más bien el resultado de proyectos a medio plazo. Y en la medida de su desarrollo pueden contribuir al éxito de una campaña electoral.
La dirección política que solo funciona a impulsos de campañas electorales, o aplica la misma lógica a toda su acción, nunca llega a desarrollar sus recursos estratégicos y más bien irá debilitándolos.

El tiempo 
Las campañas electorales no pueden ser eficaces en la dimensión temporal legal ni tampoco en tres meses. Una mínima consideración del trabajo que comporta exige un tiempo mínimo de un año. Mejor serían dos.
Y todavía mejor, que la dirección política sea capaz de sintetizar los proyectos de desarrollo de recursos estratégicos, y las campañas de los diferentes tipos de elecciones, en un marco de campaña permanente que mantenga entrenada a la organización.





No parece, pues, que las direcciones políticas que se practican perciban el estado de su capital social partidario, ni la eventual desactivación de redes sociales y militantes, ni el rechazo a una política que se elabora únicamente de arriba abajo, ni  la inutilidad de muchos de los esfuerzos unilaterales de comunicación.  Así, no pueden diagnosticar porqué crece la desafección y disminuyen sus votos, ni pueden salir del círculo vicioso que han creado en su organización.

La salida se encuentra en el camino de “iluminar la caja negra del voto”, identificando y modelizando las redes del capital social partidario, y adoptar un actitud de dirección consciente de los resultados políticos. Todo esto podemos agruparlo en dos grandes conjuntos de prácticas, que vamos a estudiar a continuación:

·Prácticas que tienden a ir dando cada vez mas peso a la comunicación en dos direcciones dentro de la comunicación política con los votantes y sus líderes de opinión.
·Prácticas que dotan a la organización política de un liderazgo que comprometa a todos los componentes de su potencial capital social estructural – los mecanismos de la caja negra que generan los votos, fondos y voluntarios – a poner los esfuerzos de aprendizaje y activación a favor de los resultados del partido.








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      Una lectura más completa de este texto se encuentra en el capítulo segundo "Un contraste con prácticas bastante habituales", pags.59/79, del libro. Y se profundiza en los seminarios "Activismo/Liderazgo Políticos"







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